Amor del mas allá

Esta historia empieza en Climberto, un pueblo pequeño alejado de la gran ciudad con apenas novecientos habitantes. Allí los rumores y las historias circulaban muy a menudo entre ellos, ya que al ser un pueblo pequeño todo se llegaba a conocer. Este era conocido por una chica que tenía una especie de don especial, pues se decía que con la ayuda de alguien, ella podía contactar con el mas allá y hablar con gente que había fallecido. Según ella, el don empezó a avanzar desde bien pequeña, empezó con sonidos extraños desde su dormitorio y apariciones fugaces por su casa de gente que ella no conocía, que no sabía quién eran. Realmente es un misterio desconocido para la gente cuando hablan de cómo comenzó todo, pero su don poco a poco fue más intenso, hasta tal punto que se desarrolló hasta formar parte de ella. Era muy popular, mucha gente creía en ella, casi todos los que creían eran de fuera del pueblo, y la visitaban para así saber de sus seres queridos. Sus sesiones eran algo increíble, realmente muchos salían asombrados de tal faceta; sin embargo, también tenía sus detractores al que la llamaban timadora y engañadora, no todo era jardín de rosas y ella lo sabía ciertamente.  Realmente hasta que no se estaba en una de sus sesiones no se podía juzgar lo que era, pero como es normal en las personas, muchos sí juzgaban lo que hacía sin haber acudido a ella.

Sus sesiones eran en una sala que tenía ella en su casa a la que llamaba "sala de contactos". Era azul, sin luz alguna, no había ventanas que pudieran darla a aquella habitación, simplemente la lámpara pequeña que estaba situada al medio de la mesa, una mesa redonda y sus dos sillas de madera, una para ella y otra para la persona que quería contactar.

Ella se llamaba Mary, era joven tenía veintidós años y era una chica alta y delgada, de cabello moreno y con unos ojos grandes marrones, su cara era un poco alargada y de piel suave con una nariz fina. Era una chica muy guapa, y mucha gente se sorprendía al ver que siendo tan joven malgastaba su tiempo libre en esas sesiones. Nunca antes había tenido pareja e incluso los vecinos sospechaban que nunca antes había tenido contacto sexual ni de otro tipo con un chico; sus amistades tan solo era su madre, que es la única persona que está a su lado siempre. Ella es la típica chica rara del pueblo, pero realmente ella era feliz tal y como estaba, con lo que hacía y su manera de actuar en la vida. Ella estudiaba en casa porque no había en el pueblo lugar para el estudio, para ello tenía que marcharse a la ciudad a vivir o ir y venir todos los días, con lo cual decidió tener un espacio personal para el estudio en casa. Sus días eran muy simples: se dedicaba a estudiar mientras esperaba que alguien le hiciera una visita para contactar. Mucha gente de los pueblos de alrededor e incluso de la gran ciudad iba a verla porque era conocida por muchos y cada vez era más expandida su existencia. Siempre atendía a las personas con mucha amabilidad y sin coste alguno, simplemente la voluntad, con lo que había gente que apenas daba un euro, pero ella simplemente era feliz con ayudar a la gente y el dinero era cosa aparte.

 Su casa era grande, y estaba situada un poco más alejada del pueblo. Disponía de dos pisos amplios con bastantes habitaciones y el sótano, que era la sala de contactos que así hacía llamar Mary. En su casa junto a ella vivía su madre que se llamaba Alice, era bajita, y al contrario que Mary, era regordeta y de pelo moreno. Su cara era redonda como una manzana y sin embrago, sus ojos eran más pequeñitos que los de su hija. El padre de Mary falleció hace mucho tiempo, ella apenas tenía siete años cuando murió de una extraña enfermedad que empezó por los pies, a lo que al tiempo tuvieron que imputarle la pierna y después murió. Mary aún sigue recordándolo y lo tiene muy presente.  Nunca tuvo hermanos, era hija única y aunque siempre se quejó de ello, con el paso del tiempo aceptó que siempre sería ella.