2.El chico misterioso

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La Sra. Sora avanzaba poco a poco hasta donde estaba situada su hija Yamila en el comedor. Aún llevaba en la mano el pañuelo que le había acompañado durante toda la sesión. Había llorado y se había emocionado con lo que acababa de vivir.

Avanzó hasta llegar a la puerta del comedor y cuando la abrió, allí estaba su hija sentada en el sofá junto a Alice. Cuando Yamila vio a su madre llorando, se levantó de inmediato y la abrazó.

-¿Que tal mamá? ¿Cómo ha ido la sesión? -le preguntó mientras le secaba las lagrimitas con los dedos de la mano, que aún corrían por sus mejillas.

-Ha sido algo magnífico hija -le respondió su madre casi sin aliento.

-¿Pero has visto a papá? -le preguntó Yamila intrigada por lo que había visto.

-No hija no. No se podía ver, ni había contacto físico alguno, pero sé que estaba allí, notaba su presencia. Mary me ha descrito tal y como había vestido el día que murió -le respondió la mujer.

-¿Pero entonces has podido hablar con él? -volvió a preguntar Yamila que quería saber qué había ocurrido exactamente allí bajo.

-Sí, he hablado con él, pero indirectamente. Mary iba diciendo lo que él decía -le contestó la mujer.

-¿Entonces es real todo? Quiero decir ¿crees en esto? ¿Realmente existe otro mundo? -seguía Yamila con sus preguntas buscando respuestas inmediatas.

-Por supuesto que sí. Desde hoy creo en esto, sé que es verdad. También me ha dicho que hay una carta guardada de él desde hace mucho tiempo, y ahora sé dónde se encuentra guardada -le dijo la Sra. Sora.

-¡Me alegra mamá de que todo allá salido bien! Si estás contenta es lo que realmente importa -le dijo Yamila.

-Solo tengo palabras para agradecer a Mary que haya invertido algo de su tiempo en mí -le dijo la Sra. Sora a Alice, que estaba observando lo contenta que había quedado la mujer.

-Me alegro de que esté contenta, y tranquila, es lo que le gusta hacer a mi hija, por eso hace esto desde hace mucho tiempo atrás -le dijo Alice.

-Pues nosotras nos iremos; tenemos cosas que hacer ¿verdad hija? -le preguntó a Yamila.

-Sí mamá, aún tenemos que ir a visitar al tío -le respondió Yamila.

-Bueno pues… su hija se ha quedado bajo en la sala. Me ha dicho que después de una sesión necesita reposar.

-¡Así es! Siempre, después de una sesión, se queda un tiempo en la sala, descansando, pensando tal vez, no sé exactamente, porque nunca suele contar nada de esto -le dijo Alice.

-Pues… ¿cuánto dinero te debo por las molestias? -le preguntó la Sra. Sora mientras sacaba de su bolso una cartera bastante grande.

-Tranquila Sra. Sora, en la entrada deje usted la voluntad, lo que quiera. Mary no pide nunca dinero, simplemente deja que depositéis lo que creáis -le dijo Alice llegando a la entrada, indicándole dónde estaba situada la bandeja de plata, que era donde la gente depositaba el dinero.

Cuando la Sra. Sora y Yamila llegaron hasta la bandeja, la Sra. Sora con gesto de amabilidad dejó dos billetes de veinte euros, quedando claro que realmente sí venían de familia rica. Nadie antes había dejado tanto dinero. Cuando lo dejó, Alice abrió la puerta y la Sra. Sora y Yamila se despidieron de ella alejándose por el jardín hasta llegar al coche que tenían aparcado al lado de la casa. Alice en ese momento se disponía a bajar para preguntar por Mary, pero lo pensó mejor y decidió dejar a su hija bajo, sola mientras descansaba de la sesión. Cogió su bolso que lo tenía en la percha del comedor y se fue al supermercado del pueblo a comprar algunos alimentos que le faltaban para hacer la comida.

Amor del mas alláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora