13.El creador

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Mary que escuchó lo que Félix le dijo, poco a poco apartó el brazo de su cara y abrió los ojos. La belleza del lugar era incalculable. El camino era como de arena suave y largo, en los laterales habían arboles muy coloridos y se podían ver pájaros alrededor de ellos revoloteando y resonando un sonido encantador. El cielo estaba lleno de increíbles nubes, y la luz mucho menos intensa hacía acto en todo el lugar. Nada de niebla oscura y lugares negros como en el mundo oscuro. Mary estaba quieta al lado de Félix observando el lugar con mucho entusiasmo. Todo le parecía precioso.

-¡Esto es muy bonito! -Mary soltaba su mano de la de Félix.

-Lo sé, nada que ver con el mundo oscuro -él sonreía.

-El mundo oscuro me da la sensación de miedo, este me da confianza y alegría -dijo Mary.

-¡Ven conmigo! –él le indicaba que lo siguiera.

Continuaron caminado por el precioso camino. Era bastante largo y al fondo se podía apreciar algo, era enorme y parecía desde fuera como una especie de castillo que en medio se podía ver una torre altísima. Llegaron hasta una puerta grandísima que habían dos ángeles como si estuvieran protegiéndola. Sin decir nada, los dos ángeles se giraron y con dos suaves toques con las manos abrieron las grandísimas puertas, Félix entró y Mary que iba detrás suya le siguió. Cuando entraron, las puertas se cerraron quedando los dos dentro de la especie de castillo. Mary observaba que había mucha agua alrededor del interior, el camino seguía corto hasta llegar a unas escaleras que eran de madera reluciente. Antes de subirlas, Félix se detuvo, sabía que su aura magnética ya no afectaba a los sentimientos de los dos, con lo cual él sabía que sí la quería de verdad, que todo lo que estaba sintiendo en el mundo de Mary era real. No había ninguna confusión por su parte.

-Mary te habrás dado cuenta que mi aura ya no afecta a tus sentimientos -le dijo Félix que la miraba a los ojos.

-Lo sé, siento que se lo que quiero de verdad -le dijo Mary que también miraba a los ojos a Félix.

-¿Qué sientes ahora? -le preguntó Félix que esperaba una respuesta que fuera positiva para él.

-Lo siento Félix, quiero a Eric -Mary notaba que Félix realmente sí la quería.

-¡De acuerdo! -él sintió un dolor muy grande ante la respuesta de Mary.

-Tu aura me confundió, lo siento de verdad -volvió a disculparse Mary, que también le dolía que su amor no fuera correspondido para Félix.

-¡Sigamos caminando! -le dijo Félix, que aunque era doloroso en el fondo sabía que era lo mejor. Su relación de amor con Mary era algo imposible, al igual que con la de Eric.

Subieron las escaleras de madera reluciente hasta llegar al final de ellas. Entraron en una especie de pasillo que en él se apreciaba menos luz. Era un pasillo estrecho y junto a la pared había ángeles quietos, estaban desactivados como si fueran máquinas. Todo era muy parecido al mundo oscuro pero con mucha más luz y más bonito. El final del túnel conducía a una especie de sala que se agrandaba, tanto que cuando Félix y Mary llegaron se pudo apreciar que era enorme… era infinita. Allí estaba lleno de ángeles. Era imposible contar cuántos porque cuando más intentabas fijarte en cuantos habían, más parecían haber. El lugar era infinito.

-¡Esto es grandísimo! -le dijo ella que intentaba tener una conversación después de su negación a querer a Félix.

-Es tan grande que esta sala es infinita. Nunca podrías contar la cantidad de ángeles que hay porque hay los mismos que humanos existen en tu mundo -le dijo Félix que seguía caminando entre la multitud de ángeles.

-¿Y vuestra vida es tan simple como esto? -ella seguía observando el lugar.

-Sí, así vivimos nosotros -le respondió Félix.

Amor del mas alláDonde viven las historias. Descúbrelo ahora