Capítulo 3

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—Yo... lo siento, he tenido un contratiempo —informé, no quería hablarle de problemas vampíricos, ya era bastante tener dos hijas vampiresas, sabía cuánto odiaba esa idea.

—¿Está todo bien? ¿Qué tal esta Cynthia?

—Todo va bien, no te preocupes. Ella esta entretenida con Niall.

—A veces pienso en alejarla de la casa, ¿sabes? Igual si deja de estar enamorada de él quiere volver a ser humana.

—Papá, tiene tiempo para hacer las dos cosas.

—Ella sí, pero yo no tengo tanto tiempo.

—No pienses en eso— pedí aterrada con esa idea.

—Os quiero mucho, a las dos. Ya lo sabes.

—¿A dónde quieres llegar?

—He escuchado que hay unos cazadores de vampiros sueltos, tener mucho cuidado, dicen que no tienen piedad y que ellos también son vampiros.

—Lo sé, he escuchado hablar de ello. Pero me encargaré de que no les ocurra nada.

—Sé que darás tu vida por ellos, por eso me preocupas tú.

—¿Por eso no querías que viniera con Cynthia?

—Vive en un mundo de gominolas y nubes de colores, no quiero sacarla de allí, en cambio, sé que tú vives la realidad.

—Bueno, no te preocupes, por ahora no tengo pensado hacer ninguna locura, cuando lo tenga pensado, te llamaré.

—Lia habló en serio.

—Y yo —aseguré agachando mi cabeza, las lágrimas empezaban a acumularse en mis ojos.

—Es Harry, ¿verdad?

—No —mentí, pero supe que no serviría de nada— Es que... le he visto en el supermercado y estaba solo, le he llamado y entonces ha huido. Después he descubierto que ha descuartizado a mucha gente...

-Ese tipo de información trata de omitirla, me estoy acostumbrando a que mordáis perdonas para beberos su sangre, descuartizar ya es demasiado.

—Perdona.

—¿Qué es lo que te preocupa de todo eso?

—Podía haber huido conmigo, estaba solo, podía haber vuelto a casa, nada ni nadie se lo impedía, pero era como si esa vida le gustase. Como si no quisiera volver, ni verme. No tiene sentido.

-La vida no tiene sentido, Lia.

Le miré obnubilada, pero pronto pude leer en sus ojos cuando dolor escondía, había perdido a su mujer y de una forma u otra, a sus dos hijas, para él la vida había dejado de tener sentido, lo que me perturbaba, no sabía hasta qué punto estaba dispuesto a llegar.

—Papá, sabes que te quiero más que a nada ¿verdad? Sabes que Cinthya también lo hace.

—Lo sé. No te preocupes Lia, por ahora no tengo pensado hacer ninguna locura, cuando las vaya a hacer te llamo.

—Idiota...— le golpee en el hombro suavemente.

—Oye, Lia...¿Cuándo vas a admitir que le echas de menos?

—No le echo de menos, solo estoy preocupada por él.

—Si no puede admitir eso, no mencionaré que estás enamorada de él.

—Por supuesto que no, ahora estoy con Dylan.

—Bien, entonces dime ¿Cuándo vas a dejar de mentirte a ti misma? No me importa que me mientas a mí, o a los demás, pero a ti misma no deberías mentirte.

—No lo hago —dije sería, sabía que tenía razón, pero nunca lo hubiera admitido, no a otro, ese era el primer paso asumirlo, y no quería hacerlo, no podía.

—Sabes Lia, quizá no le encuentres hasta que no admitas la verdad, hasta que dejes de esconder esa parte de tu corazón como si fuera a enfermarte.

—Quizá lo haga, quizá me enferme.

—El amor no es una enfermedad, es una bendición.

—¿Aunque no puedas estar con esa persona y eso te consuma?

—¿Estas admitiéndolo?

—No, solo es un ejemplo.

—Todo amor conlleva un precio. Contra mayor sea el amor, mayor será el precio.

—Ya... es fácil decirlo.

—Yo amaba a tu madre por encima de cualquier cosa, y pude ser feliz con ella cada segundo de su vida, me dio dos hijas perfectas y preciosas, y los dos pagamos el precio.

—Ese es un mal ejemplo.

—Pero es uno real.

—¿La echas de menos?

—Cada minuto de mi vida.

—¿Y qué haces para superarlo?

—Nadie puede hacer nada, solo vivo ignorando que ya no está, sigo esperando que entre por la puerta con esa sonrisa suya que hacía que todo a su alrededor dejará de tener sentido y que debilitaba al corazón más fuerte.

—Yo también la echo de menos, ojalá la hubiera conocido un poco más.

—¿Sabes una cosa? —Preguntó sonriendo— tú tienes esa misma sonrisa, y se que Harry lo sabe y lucha por volver a verla, yo era igual.

—Gracias, papá.

Tuvo que irse a trabajar, por lo que me despedí de él, no sin antes prometerle que iría a visitarle con mi hermana cada vez que pudiéramos.

Decidí ir caminando, el pueblo estaba algo alejado, pero no me costaba andar ahora que era vampiresa. La verdad era que me sentaba hasta bien.

Mi cabeza daba vueltas a cada palabra que mi padrastro había pronunciado, como si buscase un detalle que se me escapaba y no pudiera verlo. Entonces pase por la carretera que llevaba directamente a la casa, parándome por la mitad y adentrándome en aquella escena que tan bien conocía.

El árbol se encontraba con hojas rojas, lo que indicaba la estación en la que estábamos, pero eso ya carecía de sentido, ya que el tiempo no pasaba para nosotros igual que antes.

Me arrodillé frente a las tumbas y dejé caer aquellas lágrimas que llevaba guardando tanto tiempo, mientras cerraba mi puño agarrando parte de la hierba que había.

—Bien Harry, quieres que lo admita, perfecto, lo haré. Te echo de menos, te hecho tanto de menos que sigo soñando contigo, sigo bajando la primera a desayunar creyendo que tu estarás allí, sigo viviendo aquí, sigo mirando al horizonte imaginando que apareces y me tiro a tus brazos. Sigo yendo a los lugares a los que íbamos juntos y sigo cada paso que tú das. Y sí, te quiero, estoy, como tú dirías, jodidamente enamorada de ti y no me importa admitirlo porque eres estúpido y yo también lo soy. Pero no vas a volver, pudiste hacerlo y no lo hiciste, he estado persiguiendo a un fantasma del pasado. ¿Eso es lo que quieres oír verdad? Pues te dejaré ir.

Agarré mi ropa y me levanté, colocándome bien eso primero. Me di la vuelta cerrando los ojos, las lágrimas emanaban sin cesar. Me centré en dar un paso al frente, pero mi cuerpo me lo negaba. Al final yo me negué con él y volví a darme la vuelta.

—Ojalá pudiera decirlo, pero no puedo Harry, no puedo mentirme más, no quiero hacerlo porque sufro aún más. Voy a encontrarte Harry, voy a recuperarte, me da igual que ya no me quieras, o que me cueste la vida, pienso devolverte a casa. Ya está decidido y no hay nadie que vaya a impedírmelo.

Me levanté motivada y seguro, incluso valerosa, cuando una voz rompió todo eso y lo convirtió en lo contrario.

—¿Lia? —nombró Dylan apareciendo entre los arboles— Creo que tenemos que hablar.

Amor vampirico (SpV#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora