Capítulo 11

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No tardamos en movernos, Danic tenía muy claro que no podría contra ellos, y él estaba herido, aunque parecía no molestarle.

—Lia, por aquí —señaló saliendo por otra puerta que había detrás de un armario.

—Voy.

Entramos en una especie de habitación sin salida. No encontraba el sentido de esta ya que no había nada dentro, no obstante, tampoco pude pensarlo mucho más ya que Danic cayó al suelo.

—¡Danic! —bramé sin recordar que aquellos hombres estaban fuera.

Mi compañero se había desmayado, pero no era de extrañar, la sangre emanaba sin cesar de su herida. Por ello, lo raro era que hubiera aguantado sin desmayarse antes.

En el fondo no me preocupaba, era inmortal, se recuperaría sin problema. Sin embargo, yo sola no podría contra aquellos hombres. Afortunadamente, no tuve tiempo para pensarlo ya que tres de ellos entraron armados. Al estar dentro de la sala sin salida no nos vieron, pero en cuanto pude le quité la daga a Danic y salí en silencio.

Una voz empezó a hablarme en mi interior, diciendo que no lo haría, que no les matará. No obstante, como no había tenido tiempo para pensarlo actué siguiendo los pasos que Danic daría y le clavé el puñal al enemigo que más cerca estaba de mí.

Los otros dos se me quedaron mirando anonadados, como si no esperasen lo que había hecho, o más bien me quise convencer de ello, aunque la realidad era muy distinta. Aquellos hombres se abalanzaron sobre mí y pude moverme sin problema para evitar sus puñaladas y golpes. Danic era mucho más rápido y bruto que ellos, por eso no eran contrincantes de mí mismo nivel, lo que me salvo.

Ciertamente, debí habérmelo pensado mejor, eran cazadores, no era normal su bajo nivel. Aunque me sentía tan poderosa clavándoles aquella daga sin casi esfuerzo que aquello me cegó.

—¿Esto es lo que quieres?— una voz sonó repitiendo lo que mi menté pensaba, pero esa voz no provenía de mi interior. Una persona estaba a mi lado mirándome seria y sabía perfectamente quien era, por mucho que quisiera negar que hubiera vuelto.

—¿Qué haces aquí, Henry?

—Mírate, Lia, me odiabas por matar sin sentimientos, y tú lo acabas de hacer.

—Yo no soy como tú—aseguré mostrando el desagrado que me producía solamente pensarlo.

—¿A no?— dudó pasándome un trozo de espejo.

Lo agarré sin saber a qué se refería y entonces lo vi. No era yo, no la misma chica que había visto en los espejos de mi casa. Esta era idéntica a mí, pero había perdido el color de sus ojos, su expresión era dura y satisfactoria, como si le gustará matar personas y estaba cubierta de sangre.

—Siempre supe que si te ibas al lado oscuro serias imparable.

—No estoy en el lado oscuro— aseguré apartando el espejo, no quería mirarme más.

—Lia, no te temas, debes indagar en ese lado, quien sabe, quizá te guste.

—¡No! No soy así, no quiero serlo.

—No me lo digas a mí, yo he salido de ello, y Harry también puede. Todo buen vampiro ha buscado su sitio.

—¿Qué sabes de Harry?

—Que curioso.

—¿El qué?

—Solamente nombrarlo ha hecho que vuelva tu color.

—¡Harry no, por favor! —Se escuchó gritar a Tyler— ¡Soy yo, tu amigo!

—¡Tyler! —bramé corriendo hacia ellos— ¡Harry!

Amor vampirico (SpV#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora