Capítulo 2

3.5K 257 11
                                    


Me desperté temprano, Dylan a un dormía a mi lado, con la manta por la cintura. Me acerqué a él y le tapé del todo, sabía que no tenía frío, era un vampiro, pero mi mente seguía reaccionando de forma humana.

Me cambié en silencio, no quería despertarle, y cuando acabé me dirigí a la puerta, sin embargo, antes, dirigí una mirada a la caja que había debajo de la cama, no se veía, pero podía imaginármela, llena de fotos e información, llena de esperanza y tristeza.

Seguí mi camino intentando cerrar la puerta tras de mí con tanto cuidado como lo había hecho hasta ese momento, cuando una musiquita pegadiza y rítmica resonó por todas partes. Tragué saliva maldiciendo a todo en cuanto se movía y en cuanto terminé corrí a silenciar el móvil. Cuando conseguí colgar, observé la cama, rezando porque Dylan siguiese dormido, y, afortunadamente, así era.

Solté todo el aire que había retenido mientras miraba la pantalla y leía el nombre de mi padrastro. Ciertamente, era la única persona que me llamaba, sin contar a las personas que llamaban por publicidad, por eso aun guardaba aquel aparato.

En cuanto me di cuenta, la pantalla se encendió de nuevo y casi se me callo de las manos. Al de unos segundos, había corrido por el pasillo para llegar lo antes posible a la planta baja y no despertar a los demás, por suerte, eran difíciles de despertar, dormían profundamente.

Salí de la casa y atendí la llamada.

—¿Si?....¿Papá?....Oh, claro.... Ahora estoy libre, pero Cin....Pero ella...está bien, iré sola....Sí....Perfecto, nos vemos dentro de una hora en la cafetería de siempre....Adiós, te quiero.

Suspiré de nuevo, me había olvidado de mi padrastro, tanto que desde que mi hermana se convirtió no lo había vuelto a ver y, en ese momento me regañé de todas las formas posibles, ¿cómo podía haberme olvidado de él?

Me sentía tan culpable, sin embargo, tampoco podía mirar atrás, solo asegurarme a mí misma que no iba a volver a pasar.

Esperaba en la cafetería a que llegase mientras repasaba de arriba abajo a cada una de las personas que me rodeaban, imaginándome sus historias, dónde vivían, qué hacían allí, si tenían familia, en que trabajaban... era un juego al que jugaba de pequeña con mi hermana, nuestro padrastro nos lo había enseñado para entretenernos en los viajes largos en coche, al igual que el juego de elegir un color y contar quien era el que más coches de su color veía.

—Disculpa —pronunció una niña que llevaba una capucha puesta, pero pude ver el rojo en sus ojos, pude ver la falta de humanidad y las ganas de beber sangre.

—¡Espera! —aullé en vano, la pequeña ya se había ido de la cafetería y caminaba por la calle.

No quería abandonar a mi padrastro, pero aquella chica me daba miedo, era pequeña y estaba hambrienta, hambrienta de sangre humana. No podía permitir que hiciera daño a nadie y en sus ojos podía apreciar que no temía hacerlo, que no sentía nada por esas personas.

—Mierda —dije corriendo detrás de ella.

No tardo en meterse en un supermercado, por lo que entré, no obstante, entre tantos pasillos y personas la había perdido. Decidí buscarla por allí, pero corría el riesgo de que se fuera sin que la viese, por ello se me ocurrió un plan.

—Perdona, he perdido a mi hermana —informé—. Si ve a una niña con capucha negra y pantalones vaqueros, que va sola, ¿podría llamarme por el telefonillo y hacerla esperar?

—Claro, por supuesto. No te preocupes —aseguró la empleada— ¿Cómo se llama?

—¿Quién?

Amor vampirico (SpV#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora