·sincera·

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Recuerdo que el primer café que tomamos juntas fue en una terraza llena de plantas y vidrieras de colores. Me llevaste ahí porque lo definías como tu lugar especial y yo te seguí porque moría por saber más de ti.

—¿Por qué estudias tan lejos de casa? —te pregunté, pues me habías dicho que eras parisina.

Sonreíste antes de responder, —No me gusta decir o pensar que tengo una casa como tal.

Poco a poco mi larga sonrisa se esfumó y convirtió en una mirada de curiosidad. Medité y la siguiente pregunta fue mía.

—¿Puedo preguntarte quién es la chica de pelirroja que suele acompañarte?

—Claro, ella es Lila.

—¿Quién es?

—Algo así como una amiga de la infancia, supongo... —respondiste.

—¿Normalmente todas tus amigas se benefician de besarte?

—No, no es así. —y no pudiste evitar sonreír, pero yo no hice más preguntas y di un largo trago al café, que ni siquiera me gustaba.

—¿Por qué estudias aquí? —cuestionaste tras unos minutos de silencio.

—Había muchas cosas en mi vida que me animaron a coger la maleta e irme.

—¿Y quién es el chico que siempre te acompaña?

—Paul y yo solíamos vivir en la misma ciudad...

—¿Y quién es para ti?

—Un buen y viejo amigo.

No dijimos nada más durante el resto del tiempo que pasamos allí y noté cómo el ambiente entre nosotras dos se enfrió a la vez que el café.

Cuando nos levantamos para irnos, curioseaste sobre cómo era mi antiguo hogar y el paseo de vuelta a casa tuvo esa temática.

Kháos. Primer libro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora