Recuerdo que la primera noche que te quedaste conmigo, tus manos y dedos temblaban al sujetar un fino y pálido cigarrillo.
Yo estaba sentada en el suelo al lado de tu cama, acariciando la sábana bajo una manta de tacto frío mientas la voz de Lana del Rey invadía el aire que compartíamos.
Dabas largas caladas sin desplazar tus pupilas de mi y en ocasiones te quedabas con un brazo en alto, moviendo el cigarro entre tus dedos de forma crónica.
—Te he dicho cientos de veces que dejes de fumar... —solté en tono de bronca
infantil, y vi cómo venías hacia mi.—No puedes simplemente meterte en mi vida y empezar a ordenarme, Kósmos.
Seguiste andando hasta llegar junto a mi y tras unos segundos en los que supongo que meditaste qué hacer, te arrodillaste para quedar a mi altura y poder esconder tu rostro entre mi cuello y mi hombro.
Dejé que lo hicieras y dejé que me besaras primero en la boca y después en el lugar en el que empiezan mis clavículas.
Tus manos me revolvían el pelo mientras me hiciste la siguiente pregunta;
—¿Segura?Noté tu aliento cálido en mi piel cuando pronunciaste aquello.
—Te amo mundos, Kháos. —y asentí suavemente con la cabeza antes de volver al lugar que me correspondía sobre tus labios.No volvimos a hablar, quizá por estar demasiado ocupadas o quizá por los nervios y el miedo que a ambas nos atacaron en el momento preciso de deshacernos de la ropa.
ESTÁS LEYENDO
Kháos. Primer libro.
Cerita PendekEs fría y lejana, pero es mi satélite al fin, y me deshago en polvo de estrellas por ella. © 2015. Iulia Kosztandi. Todos los derechos reservados.