Recuerdo que el primer día que saliste al jardín del hospital para algo distinto a un paseo, a través de mis ojos pude verte como un pajarillo que escapaba de su jaula. Te temblaban las rodillas cuando te pusiste en pie y te ayudé a sentarte en el asiento del copiloto.
A mitad del viaje a casa, me hiciste parar el coche en mitad de la nada y bajaste agarrada a mi brazo.
Permití que te adentrases en la alta hierba que crecía a un lado de la carretera y de repente... flores, plantas, hierba, y miles de tonos verdes se enredaban entre tus dedos mientras el sol empezaba a desaparecer entre las nubes grises.—Este lugar es idóneo, Kósmos...
Sonreí y levanté la vista.
—¿Recuerdas la lluvia, Kháos?
Me miraste durante unos segundos y cerraste los ojos cuando las primeras gotas cayeron sobre tu piel.
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Kháos. Primer libro.
Short StoryEs fría y lejana, pero es mi satélite al fin, y me deshago en polvo de estrellas por ella. © 2015. Iulia Kosztandi. Todos los derechos reservados.