·etérea (II)·

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Recuerdo que la primera vez que entré en la habitación en la que estabas después de saber que padecías una profunda amnesia; sentí que me faltaba algo más que el aire.

Había evitado verte y preferido llorar fuera sin acercarme demasiado hasta aquel momento; para intentar conservar el máximo tiempo posible mis antiguos recuerdos de ti.

Sin embargo, jamás podría borrar de mi mente tus ojos llorosos por el dolor físico que ni los sedantes lograban calmar. Observé que te habían quitado el septum al que estaba tan acostumbrada de ver y tenías unos tubos transparentes en cada agujero de la nariz.

—¿Quién eres? —dijiste con la voz fría que ni siquiera un agresivo borrón en el cerebro había cambiado.

—Kósmos, puedes llamarme así.

—¿Kósmos?

—Sí, y tú solías ser Kháos.

Suspiraste y supuse que no lograbas entenderlo. Después de un breve silencio volví a hablarte: —Vas a vivir conmigo, ¿lo sabes?

—¿Por qué? ¿La mujer que decía ser mi madre ya no quiere hacerse cargo de su "hija" amnésica? —reíste de una forma muy desagradable y empezaste enseguida a toser por el dolor en la garganta que tú misma te habías buscado.

—Tu madre se está volviendo loca del dolor que le causa esto. —dije casi cabreada.

—¿Y si no quiero vivir contigo?

—Entonces te quedarás en el hospital hasta que alguien considere que estás en condiciones para irte.

Suspiraste y te quedaste en silencio unos segundos.

—No quiero psicólogos, ni médicos, ni medicinas, ni más paredes blancas... —susurraste y añadiste un «por favor» en tono suplicante.

Asentí con la cabeza pero en el fondo estaba aterrada por la idea de volver a compartir de nuevo un hogar contigo.

Kháos. Primer libro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora