- Bien chicos, ya sabéis como funciona esto. Disponéis de toda la hora para contestar a las preguntas. Podéis darle la vuelta a la hoja y comenzar.-sentencié finalmente mientras me sentaba en el escritorio, para proceder a corregir los trabajos sobre Miguel Ángel que había mandado entregar hoy.
***
Intenté corregirlos, de verdad que lo intenté, pero aquel joven, de no más de un metro setenta, revoloteaba en mi cabeza, con sus pestañas largas, con su barba de dos días y aquellas dos estrellas azules que tenía por orbes.
Estaría mintiendo si negaba que no necesitaba con ansias que la jornada acabase pronto para ir al museo, más bien para verle. Por otra parte tenía miedo de que me viera como algún tipo de lunático empeñado en buscar el arte en las personas, pero es que él lo es.
Suspiré frustrado al verme incapaz de concentrarme en mi trabajo, así que guardé los trabajos con sumo cuidado en mi bandolera y solo me dediqué a observar las manijas del reloj moverse durante sesenta minutos.
***
-Oye Harry, ¿vendrás esta noche?- cuestionó Liam al teléfono
-No...verás, tengo algo en mente que hacer, dile a Danny que lo lamento.-dije algo incómodo, odiaba mentirles, aunque en cierta parte, no resultaba ser una mentira
-No te preocupes.-dijo con voz cálida, casi pude percibir su leve sonrisa.-¿Nos vemos mañana entonces?
-Claro, así te comento el por qué de mi ausencia.-contesté una pizca más alegre
-Bien, te veo mañana Harry, te quiero
-Y yo a ti Liam
Y sin más, finalicé la llamada. Liam y yo habíamos sido amigos desde que tengo uso de consciencia, de hecho nuestras madres coincidieron en las cases de preparación hacia el parto, y se llevaron bastante bien, por lo que llevamos juntos prácticamente desde que nacimos. Liam era un chico moreno, con ojos castaños claros, sonrisa amable y algo ancho físicamente, lo que le permitía dar los mejores abrazos del mundo. Sí, era muy cariñoso cuando se trataba de él, pero tan solo es por que es literalmente como... ¿mi hermano? Sí, podríamos hablar de esa relación.
Comencé a arreglarme un poco más tarde de lo normal, ya que mi intención era esa, llegar tarde. Eso significaba salones vacíos, ambiente tranquilo y sosegado, calma y sobretodo, descanso. Además de que me permitiría poder hablar más con aquel hombre, ya que di por supuesto que para entonces ya no tendría grupos que guiar.
Terminé de abrocharme la camisa de Yves-Saint Laurent, que mi asqueroso rico tío me regaló por mi dieciocho cumpleaños. A mis veintiséis aun me valía y me encantaba como nada en el mundo. Decidí recogerme el pelo en un arreglado pero sencillo moño y procedí a colocarme la gabardina negra, debido a que tendría que ir a pie al museo, por que mi coche se encontraba en el taller de la compañía, por algunos problemas con el motor. Para mi suerte, el panteón se encontraba a una media hora andando desde casa.
Tomé el teléfono, las llaves y me revisé por última vez en el espejo del recibidor, intentando darme un ''buena suerte'' a mi mismo.
***
-Buenas noches Edward
-¡Buenas señora Robert! - saludé efusivo de más por los nervios, lo que arreglé añadiendo una brillante sonrisa, pues a pesar de ello, esta señora me encantaba.
Pasaba de los sesenta, era bajita, algo regordeta, pelo gris blanquecino, corto, y se encargaba del guardarropa del museo. Nos conocimos por que en una de mis primeras visitas, dejé olvidada la gabardina que hoy llevaba puesta y ella la tomó antes de que otra persona no tan considera pudiera llevársela. Hacía ya más de seis años de aquello. Digamos que tenía una gran pasión por conservar mis prendas, por muy viejas que pudieran estar, o aspecto zarrapastroso pudieran dar. En ellas van trocitos de mi, pues era lo que cubrían y cubren mis emociones. Yo y mis teorías sin sentido.
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That's art, you're art | l.s |
Fiksi PenggemarPRIMER LIBRO DE LA SAGA ''ART'' *** Donde Harry observa cada tarde trabajar a Louis en aquel museo, por que piensa que él debería estar en puesto de aquellos cuadros.