Trois

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Al principio pensaba que estaba loco, que había malentendido lo que había dicho, pero al ver como poco a poco la vergüenza comenzaba a bañar su rostro, fui consciente de lo que había pasado.

Caminábamos hacia, según él, un lugar que me haría sentir más relajado. Era más que obvio que había notado mi nerviosismo en cuanto planteó la pregunta, pero es que siendo sinceros, era lo que menos me esperaba.

Al verle parado, frente la Venus, me cuestioné por primera vez si él debería sustituir a la muchacha de cabellos dorados, si su sencillez debía remplazar la de aquel cuerpo blanquecino, y si su aura debería ser la que inspirase naturalidad y pureza a quienes la observaban. Él era arte, eso, estaba claro.

En mi cabeza se hubo establecido el debate mental entre sí hablarle o no, pero por una vez decidí ignorar a la lógica y hacer algo que para mí era atrevido. Eso ya decía mucho de mi mismo.

Harry trataba de no acribillarme con preguntas banales, pude sentir como irradiaba curiosidad y sonreí sin querer inconscientemente al ver que por primera vez en mucho tiempo, mi persona levantaba cuestiones en la mente de alguien. Yo era un tipo corriente, sin nada extravagante que ofrecer más que la pasión por el arte, por lo que desechaba la idea de que eso alguna vez fuera a atraer a alguien con tal carisma, alguien como él.

Pronto, sin tan siquiera darme cuenta, llegamos al lugar que nos acogería durante esta extraña, pero dulce y curiosa velada.

-Si no te gusta, tan solo dilo, no quiero que te sientas incómodo, al igual que si te incomodo, puedes marcharte, tan solo levan...

-Harry.-volví a interrumpirle por segunda vez en la noche al notar su nerviosismo.-eso sería muy descortés por mi parte, ¿no crees? Dime qué harías en mi situación.-pronuncié con la curiosidad camuflada en una pequeña sonrisa

-Me quedaría, sin duda alguna.-sentenció sin hesitar

-¿Por qué?-cuestioné intrigado ante su respuesta tan firme

-Por la misma razón que voy al museo, porque me gusta admirar el arte.-contestó seguro, clavando su jade mirada en la mía.

En el momento que mis neuronas procesaron aquellas palabras, mis mejillas se colorearon y un calor casi sofocante recorrió mi cuerpo en cuestión de segundos, disipando el frío de la intemperie de Diciembre. Jamás... jamás me había cortejado de esta manera alguien, si es que esto se puede identificar como cortejo, pues desconocía que era esto.

- Yo-yo lo siento, soy muy impulsivo, no me ocurre a menudo pero...

-Tranquilo.-sonreí completamente sonrojado, halagado.- ¿vamos?-indiqué levemente con un movimiento de cabeza, señalando la entrada de lo que parecía ser un restaurante cafetería.

-Claro.-sonrió limpio, relajado por primera vez en todo lo que iba de noche.

* * *

El lugar era realmente tal y como Harry, dijo, prometió y perjuró al ver mi inseguridad nada más aceptar. Olía a pinos, la madera adornaba gran parte del local, y una chimenea calentaba el recinto. Las juntas de los techos eran de madera, las paredes de colores cremas, tranquilos, y casi podía respirar la dulzura que desprendía el ambiente. Parecía una casa de montaña. No había televisiones, ni ruidos estridentes, ni gente chillando o niños pequeños llorando. Aquello parecía como si estuviera en un rincón apartado del mundo, en medio de un gran bosque en los Alpes. Inmediatamente me enamoré del lugar y agradecí con una sonrisa a Harry su elección.

En seguida el que parecía ser el maître nos atendió y nos colocó en una mesa para dos cercana al fuego, a mi petición ya que estaba completamente helado, tenía que buscarme un abrigo que no desentonara con el traje urgentemente si no quería convertirme en un copito de nieve.

- Bueno, pues aquí estamos.-suspiré y susurré casi para mi persona, aun admirando el lugar en el que me encontraba

- ¿Te gusta?- pronunció con grave y lenta, sin urgencia en sus palabras

- Si, es realmente bonito, nunca antes había estado aquí, y eso que he pasado miles de veces por esta calle durante años.-hablé casi para mi mismo de nuevo

- Es la fachada, que engaña.-rió levemente

- ¿Al igual que tú? ¿O eres tan bueno como aparentas?-cuestioné con una media sonrisa traviesa en los labios

- ¿Consideras que soy bueno?

- Hasta el momento lo has sido, así que si, y por tus modales dudo mucho que no lo seas.-me encogí de hombros

- Todo aquel que me conoce dice eso.-confesó con una pequeña risa

- En ese caso, me alegro por ti

- ¿Por qué?

- Por qué es una buena impresión, ¿no?-dudé, alzando una ceja mientras me atrevía por primera vez, a conectar nuestras miradas, por mi voluntad

- No me gustan las impresiones, me gusta que alguien quiera conocerme. Una impresión no es nada más que una imagen y la invención de palabras que puedas adjudicarle a cierta persona.

- Wouh, que profundo.-confesé sorprendido

- Soy raro, más que nada.-sonrió de lleno por primera vez, reposando la barbilla en su mano izquierda, cuyo brazo estaba apoyado en la mesita redonda.

Tuve la ocasión y el placer de disfrutar de si no una de ellas, la sonrisa más bella que alguna vez presencié. Sus ojos se iluminaban y dos pequeños hoyuelos aparecían en sus pómulos, haciendo que pareciera un niño de tan solo seis años. Daba la impresión de que los olivos encerrados en sus orbes se movían con gracia por la brisa veraniega que les acariciaba, y adoptaban un fulgor que hacía a sus ojos brillar. Aquel momento se me grabó en la mente y supe sin dudar, que se repetiría en mi inconsciente esta noche, una y otra vez, sin parar.

- No considero que la palabra para describirte sea raro ni incomprendido.-contesté en confianza

- ¿Cuál sería entonces, según tú?

- Inimitable quizás, único.-respondí sin pensar

- Me alegra saber que pensamos por igual, por para mí también lo eres.-admitió en casi un susurro.-dime Louis, ¿crees en las casualidades?

- Sí, bueno no sé, técnicamente todo está predestinado, ¿no? - cuestioné seguro, me sentía cómodo charlando con él, incluyendo aquellos halagos mutuos.

- Entonces, ¿será casualidad que nos encontremos hoy aquí, o simplemente ha ocurrido porque debía pasar, porque estábamos predestinados?-inquirió intrigado

- Te seré sincero, esto no es una casualidad. Cuando te he visto viendo a la Venus, pensaba escabullirme, después de lo de ayer, estaba un poco...impactado.-ambos reímos por el recuerdo de lo que parecían meses y tan siquiera llegaba a completar las veinticuatro horas.- pero, he sentido una corazonada, e interiormente he decidido aceptar la compañía de un extraño.

- Gracias por hacerlo entonces, por juntar nuestros caminos.-agradeció, regalándome la mayor de sus sonrisas, y entonces yo tan solo, sentí mi corazón correr desbocado, ante tanta belleza reflejada en mis ojos.

* * *

Esto se escribe solo y me encanta

Si os ha gustado, ¡Estrellita y comentario!

Por cierto, si queréis dedicación, tan solo tenéis que comentar

All the love, María del Mar x


That's art, you're art | l.s |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora