La hija de Zeus (Percy Jackson #1)

Ψ Capítulo 19 Ψ (¡Penúltimo capítulo!)

Lágrimas y dolor

Narra Percy:

Fue muy rápido, apenas me dió tiempo a reaccionar. Tras los gritos de Mary hacia su padre, la tensión se podía cortar con un cuchillo.

No me podía creer que fuesen a matarla.

Se giró hacia mí con lágrimas en los ojos. Me dió un abrazo mientras yo sentía como sus lágrimas resbalaban por mi cuello. La acaricié el pelo, intentando calmarla. Intentando calmarnos.

- Gracias por todo. De verdad. Habéis sido lo mejor que me ha pasado en la vida. Dale las gracias a Anna y a Grover de mi parte.- me dijo con la voz entrecortada mientras se limpiaba las lágrimas.

Yo asentí y ella se giró hacia Zeus. Él bajó de un golpe la espada que empuñaba y el metal atravesó su cuerpo.

Zeus retiró la espada y el cuerpo de su hija se desplomó en el suelo.

Los dioses se fueron de la sala y yo corrí hacia su cuerpo inconsciente con lágrimas en los ojos.

La miré. La sangre brotaba de su pecho desgarrado por el metal. Había palidecido en cuestión de segundos y estaba perdiendo temperatura corporal.

Tapé la herida con mi chaqueta para que dejase de sangrar. La cogí en mis brazos y salí de aquella sala.

Annabeth y Grover se alarmaron al verme con María en brazos y lágrimas en los ojos.

-¿Qué ha pasado?- me preguntó Annabeth, intentando mantener la calma.

-Zeus la ha matado.

-¿¡Qué!? ¿Por qué?- las lágrimas resbalaban por las mejillas de Annabeth ante tal noticia.

-Dijo que era demasiado poderosa, por lo tanto, demasiado peligrosa.

Grover no había dicho nada. Se limitaba a mirar el cuerpo de María.

-Vamos al campamento. Hay que despedirla como se merece.- habló por primera vez el sátiro.

Hicimos caso a Grover.

El viaje de vuelta al campamento transcurrió en silencio.

Hacía poco que la conocíamos pero se había convertido en una gran persona para nosotros. Era como si la conociésemos de toda la vida, como si hubiese estado destinada a estar con nosotros.

Annabeth había llamado a Marlen para informarla.

Tras varias horas en silencio, y con el ánimo por los suelos, llegamos al campamento.

Quirón nos recibió en la entrada, Marlen se había encargado de informarle.

-Lo siento chicos- nos dijo, dándonos una palmada en la espalda- Mañana la despediremos como se merece.

Nosotros suspiramos y cruzamos la barrera del campamento.