t r e s

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Aquella mañana me levanté tarde. No había escuchado sonar el despertador y me maldije todo el camino rumbo a la escuela. Estaba completamente furiosa por ser tan descuidada. No volvería a pasar toda la tarde en casa de Jos; la universidad era importante para mí y no iba a descuidarla.

Al llegar a la escuela, era tan tarde que el profesor de química no me dejó entrar al salón. Otro motivo para ponerme furiosa, había pasado casi toda la noche terminando el proyecto y no iba a poder entregarlo por haberme quedado dormida. Me desplomé en el suelo y apoyé la cabeza entre mis manos mientras intentaba relajarme.

-¿Qué haces aquí, boba? -aquella voz tan familiar me hizo levantar la cabeza. Mi mejor amiga, Lizeth, se encontraba de pie a mi lado con una sonrisa burlona en el rostro.

-Smith no me dejó entrar -dije haciendo una mueca de fastidio.

Ella negó con la cabeza.

-Tienes suerte de que tenga hora libre. ¿Vamos a desayunar? -dijo.

Miré el reloj y comprobé que aún era temprano. Me levanté y caminamos hasta la cafetería del campus. Después de pedir un generoso desayuno, nos sentamos en una pequeña mesa a comer y charlar.

Lizeth no paraba de hablar del chico que había conocido el fin de semana: Alonso Villalpando. Al parecer la había invitado a salir el próximo fin de semana y no paraba de hablar de él.

-¡Es tan lindo! -dijo dándole un sorbo a su café. Yo sonreí. -, me dijeron que solía ser un patán de primera pero que después del accidente que tuvo con sus amigos, cambió.

-¿Tuvo un accidente? -dije intentando meterme en aquella conversación con mi amiga. Me encontraba completamente absorta en mis pensamientos.

-Sí. Automovilístico. Iba con sus amigos y, a lo que escuché, falleció uno de ellos y otro quedó ciego. -dijo Lizeth con pesar.

Sentí un extraño escalofrío recorrerme el cuerpo -¿Q-Qué? -tartamudée.

-Sí, bueno... el chico que murió se llamaba Matías y el que quedó invidente Jos.

Sentí que el estómago se me revolvió en ese instante.

-¿J-Jos?, ¿Jos qué? -dije intentando calmar el temblor en mis manos.

-Canela -dijo. -¿Por qué?

Negué con la cabeza enérgicamente. No podía ser el mismo Jos, ¿o sí?, el apellido de Marina era Rivera. Tenía que ser otro Jos pero, ¿Cuántas posibilidades había de que fuera alguien diferente?

-Por nada. -murmuré.

Aquella tarde, al terminar las clases, me dirigí a casa. No podía dejar de pensar en lo que me había contado Lizeth. Quizá sería bueno preguntarle a Jos que había pasado aquel día de su accidente. No sabía que tan reacio a contarme podría estar, pero tenía que intentarlo.

Me metí a la ducha y al salir me puse mi perfume favorito. Ese que solo utilizaba cuando salía a fiestas importantes.

Me vestí mis vaqueros favoritos y una blusa holgada con transparencias en la espalda.

Cepillé mi cabello intentando domarlo sin éxito y me puse una capa fina de máscara para pestañas y brillo labial. Salí de mi casa y tomé el autobús rumbo a casa de Jos.

Al llegar, toqué la puerta y me recibió Marina. Su expresión era angustiada y fruncí el ceño intentando averiguar que había pasado.

-¡______! -dijo preocupada.

-Hola, ¿Qué sucede?, ¿Está todo en orden? -dije mirándola con cautela.

Marina se frotó la cara con angustia. -Moví el banquito. Fue un accidente y... -ahogó un sollozo. Yo ya podía imaginar lo que venía a continuación. -, cayó. Sangró de la nariz, y yo...

Though I can't see you | Jos Canela a.u.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora