En la falda de El Yunque con mi Dios

Perdón, Padre, perdón

Cuando te dije,
Dios, ven, quítame la vida.
Nada te pedí, mi Dios
porque no Te conocía.

Sólo de Tí veía celaje
por lo que de algunos oía,
palabras amenazantes y duras,
que sólo me confundían.
Hablaban de un Dios airado
que con frecuencia azotaba
a quien no Le obedecía
y en mi ignorancia yo clamaba:
Padre, ven, quítame la vida.

Pasó el tiempo dando tumbos,
cargando mi alma vacía
que por nada, gemía y lloraba,
y por todo, otras veces reía;
sólo conforme si tu celaje veía.

¡Cuán glorioso aquel momento,
que glorioso, Dios de amor,
cuando en mi angustia y lamento
Tú viniste a mi encuentro
y me hablaste, mi Señor!

Me dijiste: Ya, despierta.
No soy celaje, vivo estoy;
no soy castigo ni tormento.
¡Yo te amo, soy tu Dios!
Tus debilidades conozco
porque soy tu Creador.

¡Oh, que paz siente mi alma,
me devuelves la vida con tu amor!
Por Tu misericordia, por Tu Gracia...¡Perdón, Padre... Padre, Perdón!