4.

205 24 9
                                    

Cuando me doy la vuelta, tardo unos segundos en reconocer a Devany y cuando lo hago, corro hasta sus brazos. Hacía tiempo que no veía a ninguna de mis damas, pero hasta ahora la que más cambió fue ella; de pequeña siempre llevó su cabello marrón corto, pero ahora lo tiene tan largo que le pasa los hombros, sus ojos del mismo color son más amigables de lo que recordaba, aunque su sonrisa de finos labios y pómulos altos siguen siendo los mismos de siempre, al igual que su ancha nariz.

La miro de arriba abajo, alucinada. Su vestido blanco resalta ante su piel morena.

-¡Estás irreconocible! -exclamo.

-Mira quién habla -dice, ensanchando aún más su sonrisa. Sus ojos se dirigen a Calypso, quien está jugando con su cabello pelirrojo y a Aldith, que está de pie con sus manos entrelazadas, mirándonos con una sonriente-. ¡Las extrañé tanto! -chilla-. No puedo esperar a lleguen Kathleen y Syra; reunidas como los viejos tiempos. -Sonrío. Pensar que estaremos todas juntas de nuevo me hace sentir más feliz que nunca. Entonces, recuerdo que Sans aún sigue de pie junto a nosotras.

-Devany, él es Sans; Sans, ella es Devany, otra de mis damas -repito; ya un poco cansada de hacer la misma presentación por tercera vez. Devany hace una pequeña reverencia y Sans se la devuelve con una sonrisa. Parece un poco incómodo, y no lo culpo. ¿Quién no lo estaría frente a cuatro personas que se conocen desde pequeñas?

-Iré a mi habitación -dice finalmente.

-Te acompaño. -Al parecer esto lo sorprende-. Ya estaré de vuelta con ustedes -digo, mirando a las chicas, quienes sonríen con picardía. Entonces, junto a mi futuro prometido nos encaminamos hacia las escaleras.

-Parecen amables -comenta cuando estamos subiendo los escalones.

-Lo son -digo-. Lamento que nuestro plan de cabalgar se nos haya visto interrumpido. -Él baja la mirada con una sonrisa en el rostro.

-No importa -contesta, esta vez clavando sus ojos en mí-. Pero espero que en algún momento podamos enmendar la situación. -Esta vez, soy yo quien sonríe.

-Cuando quieras -digo, deteniéndome junto a la puerta de su habitación-. ¿Te quedarás? -pregunto, él se acerca a mí, logrando que apoye la espalda contra la fría pared.

-Eso espero. Pero si mi padre tiene algún otro plan, no creo que sea posible. -Hago una mueca.

-Podríamos haber hablado de tantas cosas... -susurro, más para mí que para él, pero igualmente me oye-. Me siento culpable por pensar esto, pero desearía que mis damas hubiesen llegado más tarde -admito, mordiéndome el labio inferior, una costumbre que tenía cada vez que decía algo que sentía y no estaba bien. Sans ríe por lo bajo.

-Bueno, a ellas la tendrás viviendo aquí, en cambio, seguramente, yo termine yéndome esta noche, sino es antes. -Entrecierro los ojos, como si estuviera analizándolo.

-¿Qué quieres decir? -pregunto, tratando de reprimir la sonrisa que quiere escapar en mi rostro.

-Que sabe dónde encontrarme, princesa -susurra. Me mira unos segundos más, observando mi expresión de sorpresa. Ríe por lo bajo y entra a la habitación, dejándome sola. Me planteo la idea de seguirlo, pero sé que no sería correcto, al menos no por ahora, teniendo a mis amigas esperándome abajo.

A duras penas, camino por el pasillo hasta llegar al mismo lugar donde había recibido a mis amigas, ahora, dos personas más se unieron a ellas, y ambas corren hasta mí, formando un abrazo de tres.

-¡Hasta que bajas! -exclama una de ellas, Kathleen.

-Sí, ya pensábamos que te habías metido en la habitación de Sans -bromea Devany, que está detrás de Kathleen y Syra. Me río ante su comentario.

ZeinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora