Epílogo

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Me acerco a Aiden, que se encuentra mirando el océano mientras que su tripulación se ocupa de vaya a saber qué, puesto que nunca he estado en un barco, apenas conozco lo que es la popa. Lo abrazo por detrás y el me mira sonriendo.

—¿Cómo estás hoy? —pregunta, dándose la vuelta de forma que podamos mirarnos mejor.

—Bien, ¿tú? —Asiente y hace una mueca.

—He estado mejor.

—¿Qué quieres decir? —digo confusa. Vuelve a sonreír mientras me mira divertido, haciéndome saber que está bromeando. La luz del sol refleja en sus ojos marrones convirtiéndolos en un color más claro.

En lugar de responder, se da la vuelta tras oír el grito de uno de sus tripulantes; le sigo la mirada y ambos notamos, a lo lejos, una forma escurridiza, larga y plana.

—Tierra firme —comenta, apoyando su brazo sobre mis hombros. Es la isla. No puedo evitar sonreír al darme cuenta que por fin hemos llegado luego de varios días.

—¿Crees que estaremos bien? —Miro a Aiden, quien, encandilado por el lugar, le cuesta dirigir sus ojos hacia mí.

—Creo que deberás acostumbrarte. —Levanto ambas cejas, como si no pudiera creer lo que está diciendo.

—¿Todavía no crees que sea capaz de dejar mi pasado de princesa atrás? ¿No ves cómo estoy vestida? —Estiro ambos brazos mostrándole la ropa que llevo: un abrigo marrón, largo, con una camisa violeta oscura del mismo tamaño y unos pantalones gris oscuro. Él ríe.

—Pienso que viviste toda tu vida en una comodidad que, no sé si la encontrarás aquí. —Hago una mueca.

—En realidad, no toda mi vida viví en un castillo, puesto que me han borrado la memoria. —Aiden asiente, tal vez recordando los últimos momentos que pasé con mi madre verdadera; tardé en asumir que, tal vez, jamás sepa qué es lo que en realidad sucedió, así como tampoco sabré qué pasó en el castillo. No he tenido más sueños donde mis seres queridos morían, pero tampoco ninguna imagen sobre lo que sucede.

—Podríamos buscar a alguien que te ayude a recuperarla. —Lo miro sorprendida.

—¿Lo dices en serio? —Asiente.

—Claro. Tenemos mucho tiempo, ¿no crees? —Sonrío. Tiene razón.

Aún si no termino de descubrir toda la verdad, por primera vez, siento que pertenezco a algo... Y me gusta.

ZeinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora