Capítulo 21: De canguro

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Es un beso extraño, nada que ver con lo de la otra vez, lo del cuartito. Demasiado lento.

Introduzco mi lengua y tiro un poco de su pelo y ahí está. Noah reacciona de la manera esperada, me aprieta más contra él y baja sus manos a mi culo.

Esto está mejor. Hasta que escucho un llanto.

-Noah, el niño. –digo separándole con las manos.

-¿Qué niño?

-El del salón. ¿Cuál va a ser?

-Oh mierda. –va al salón.

Yo me quedo en el marco recuperando la respiración.

-Ash –grita. –Creo deberías venir a ver esto.

-¿Qué pasa?

Se tapa la nariz y me señala al bebé.

-Se ha hecho caquita ¿Tus tíos no te dejaron nada?

-Sí. Ahí.

Cojo su mochilita y extiendo una especie de manta en la mesita de café. No sé cómo se llama esto, pero sé que el bebé va encima.

Lo cojo y le quito lo pantaloncitos, desabrocho el bodi y saco el pañal.

-Por las barbas de merlín. –alucina Noah.

-Solo es caquita de bebé Noah.

-Su puta madre.

Limpio al angelito y lo recojo todo. Listo.

-Misión realizada con éxito –sonrío.

Me mira y sonríe ampliamente.

Joder, qué mono es...

¿No se supone que eres tú la que tiene que resistirse a él y ayudarme a mí?

Se supone pero... tú míralo.

-¿Qué? –dice él.

Ay joder, qué sonrisa tan bonita.

-Nada. –sonrío yo también.

El pequeño Tomás vuelve a llorar.

-¿Qué le pasa ahora? –pregunta Noah agobiado.

-No sé, puede que tenga hambre. –miro la hora. –Sí ya le va tocando. ¿Dónde está su leche?

-Bueno... Julia le da el pecho... –mira mis pechos.

-¡¿Tengo pinta de vaca lechera?! –una pequeña risa burlona sale en su cara y se encoge de hombros.

Bufo y voy a la cocina mientras sigo acunando al bebé.

En la notita de la nevera no pone nada, pero me imagino que las medidas son de biberón.

-¿Dónde guardas el cola cao?

-Y yo que coño sé.

-Joder busca.

Tras abrir un par de puertas lo encuentra.

-Aquí está. ¿Para qué...?

-¿No hay por ahí harina de bebés?

Mueve unos botes y tras asentir sacar un biberón, un medidor, y la harina de bebés.

Por la pinta cuando no está su madre, los abuelos le hacen biberón. Me lo imaginaba.

-Ten. –me lo da al terminar.

Al terminar con el bebé le tumbo en el parque y cae rendido por el sueño.

Me siento agotada en el sofá. No sé cómo haré el día que mi hermana tenga hijos. O yo misma. Noah se sienta a mi lado y le miro.

-¿Por qué o te pones una camiseta de una vez? ¿No tienes frío?

-No. –ríe. -¿Por qué no nos besamos un rato?

Me río y me inclino un poco hacia él. Él hace lo mismo y justo antes de que me toque le giro la cara con la mano y echo a correr.

-Ni lo sueñes. Esta vez no te escapas. –se levanta y viene corriendo detrás de mí.

Llegamos a la cocina y empieza a perseguirme alrededor de la isla central mientras nos reímos. Después de un rato con el pilla-pilla se da un golpe con una silla y se sienta.

-Ay, me duele. –protesta él.

-A veeer, quejica. –digo intentando recuperar el aliento.

Justo cuando estoy llegando a su lado, se levanta y me coge en volandas como si fuera un saco de patatas.

-¡Mentiroso! ¡Bájame hijo de la...

-Oye, que hay niños. –protesta él divertido.

-Me voy a cagar en...

-Esa lengua.

-Pues bájame. –chillo yo.

-No. Hasta que me digas lo que quiero oír, no.

-¿Y qué es lo que quieres oír?

-Dime que soy el más guapo, apuesto y sexy del mundo.

-Jamás.

-Bueno, tú misma. –me sacude un poco.

-Vale, vale. Eres el más guapo, sexy y apuesto.

-Del mundo.

-Del mundo. –repito entre dientes.

-Eso ya lo sabía, mujer.

-Ahora bájame cacho mier...

-Esas no son maneras de convencerme. –canturrea.

-Dijiste que me bajarías. –la cabeza se me está nublando... Qué mareo...

-Cambié de opinión.

-Bájame, por favor. Haré lo que quieras.

-Hecho. –me baja inmediatamente.

-Ay... por fin. –digo sujetándome a algo.

-Acuéstate conmigo.

-¿Perdón?

-Dijiste que harías lo que quisiera.

Se cree gracioso y todo.

-Vale, vuelve a subirme. –levanto las manos delante de él son las muñecas juntas como si quisiese que me las atara

Me agarra por las dos muñecas juntas y me las levanta por encima de la cabeza. Me da un beso en la comisura de los labios.

-Bien pues ya que no vas a acostarte conmigo pues puedes... ¿darme un masaje?

-Bueno, eso... –me quedo pensativa... –Eso puedo estudiarlo.

-Además me lo debes por lo de ayer. –tiene razón, por lo que asiento. -Voy a por la crema.

-Toma. –dice dándome el bote.

-¿En la cama o en el sofá? –pregunto.

Abre los ojos y sisea con los dientes.

-Joder Ash.

Le miro entrecerrando los ojos.

-En el sofá. –dice divertido.

Tuviste que ser tú .COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora