Paula conspira contra mí. Llevan como semanas hablando. Hablando de mí. Ella sabía que él estaba aquí. Sabía que iba a venir.
Leo durante un buen rato, y cosas en mi cabeza empiezan a tener mucho sentido.
¿Desde cuándo son tan amiguitos estos dos?
Miro a la zorra que duerme plácidamente en mi almohada y resoplo. La mato. Se gira y la veo con la boca abierta arrugando a veces la nariz.
Niego con la cabeza pero en verdad me hace gracia. Cierra la boca varias veces y cuando la ceja por fin cerrada empieza a roncar bajito.
Ah no, esto sí que no. Le tapo la nariz y abre de nuevo la boca para respirar.
No puedo enfadarme por esta tontería.
Por la mañana me levanto y salimos a correr. Damos un par de vueltas al barrio hasta llegar a su casa. Nos despedimos, porque tiene que r a no sé dónde y yo continúo hasta la mía. Entro por el lateral y llego al jardín. Me quito los cascos y estiro las piernas. Unas manos me agarraran la cintura y me giran.
-Joder Noah –exclamo sorprendida.
-Necesitaba verte.
-Pero si nos vimos ayer.
-Shh –me interrumpe. -¿No me echabas de menos?
-Pues no. –río.
-Oh. ¡Qué ataque más gratuito! –dice fingiéndose el ofendido.
-Subnormal –me río también.
-Ya, pero un subnormal que te encanta.
-Nunca he dicho lo contrario.
Su sonrisa se hace más grande dándome a entender lo contento que le ha dejado mi respuesta.
-Tú. Yo. Esta noche. Paso a buscarte a las ocho.
-Pero...
-No acepto un no por respuesta. –me interrumpe.
-¿Y si digo que no? –mi sonrisa me delata.
-Seguiré sin aceptarlo.
Me río, pero termino por asentir y darle un beso.
-Hola –anuncia alguien.
Nos separamos y puedo ver el rostro escéptico de Lucas.
Yo resoplo y miro hacia otro lado.
-Tú –señala a Noah –Tienes dos segundos para salir de aquí.
-A las ocho, trae ropa cómoda. –susurra en mi oído, me da un beso en la mejilla y sale con paso tranquilo.
-¿Puedes explicarme qué hacías con ese? –pregunta en cuanto Noah desaparece.
-¿Enserio quieres que te lo explique? ¿Estás preparado para esa conversación? –río.
-Si es necesario. –asiente con seguridad.
-Oh por favor. ¿A qué has venido? –digo para cambiar de tema.
-Vine a proponerte salir esta noche. Pero ya he oído que tienes plan. –resopla y rueda los ojos.
-Exacto, tengo plan. –le guiño un ojo. –Pero no te enfades hermanito. –corro junto a él y le abrazo.
-Quita, qué asco, estás sudada. –dice apartándome.
Me río a carcajadas y le digo que entre a desayunar.
Ding Dong
-Es para mí. Es para mí. –grito bajando las escaleras.
Me miro en el espejo del recibidor. Una chaqueta de cuero negro, una básica blanca, vaqueros negros, tenis y el pelo suelto.
-Hola –dice arreglando su chaqueta.
-Hola –sonrío y asiento.
Qué guapo es, madre mía. Lleva una chaqueta de cuero igual que la mía.
No prometo mantener mis manos lejos de él mucho tiempo.
-¿Nos vamos? –me ofrece su mano.
La acepto y nos dirigimos a un coche. Un pequeño Seat de color negro.
-¿Puedes conducir?
Él sonríe.
–El hombre del tiempo dice que mañana hará sol. –gira la llave de contacto.
-Vale, lo capto. –río.
El coche avanza y un silencio rozando lo incómodo reina en él.
-Estás preciosa.
-Gracias. –sonrío y miro por la ventana, y me regaño interiormente por no alargar la conversación –Me gustaría decir lo mismo. –río.
-Me ofendería, pero no me voy a molestar ya que sé que es mentira.
-No es mentira. –me cruzo de brazos.
-Ojalá. –suspira.
Se para en un semáforo y pone su mano en mi muslo izquierdo. Inspiro profundamente. Me obligo a mantener la cabeza fría y no lanzarme a por él.
-¿A dónde me llevas? –pregunto intentando relajarme.
Hablar ayuda. Hablar ayuda.
-Pues se ha quedado buena noche. –cambia de tema otra vez.
-No me lo vas a decir. ¿Verdad?
El coche se para en otro semáforo y me mira.
-Pues no, aguanta un poquito más. ¿Sí? –me mira con cara de niño bueno.
-Vale –asiento y le miro con ternura.
Llegamos a... ¿un bosque?
-¿Qué hacemos en el bosque? –pregunto frunciendo el ceño.
-Sólo un poquito más.
Para el coche.
-O'Donnell, ¿me vas a matar? –pregunto exagerando una cara de miedo.
-Puede, pero hoy no. Tengo planes para ti antes de eso. –saca un pañuelo de los asientos de atrás. –Cierra los ojos.
-Ahora enserio, soy muy joven para morir.
-Hazme caso anda.
Me venda los ojos. Noah sale del coche, segundos después mi puerta se abre. Suelta mi cinturón, me aparta el pelo y deja un beso detrás de mi oreja. Me estremezco por su aliento. Coge mi mano y me hace salir.
-Ay Dios... –susurro.
Odio que me lleven con los ojos tapados.
-Tranquila, confía en mí. –se posiciona detrás de mí, pone sus manos en mi cintura y me guía.
-No pides poco ni nada eh.
-¿Confiar en mí?
-Claro.
-¿Por? –su aliento me golpea suavemente la nuca.
-Pues porque no te conozco de nada.
-¿Qué? Eso no es cierto.
-¿Falta mucho? –cambio de tema.
-No, ya llegamos.
Subo las manos con intención de quitarme el pañuelo pero él me sujeta las muñecas.
-Aún no. –susurra enfrente a mi nariz.
Se separa y hace cosas. ¿Lo qué? Pues no sé, no veo nada.
-Listo. –murmura para sí.
Se acerca por la espalda y me destapa los ojos.
-Dios mío... –murmura.
¡Joder! Pero qué mono es. Me lo como.
ESTÁS LEYENDO
Tuviste que ser tú .COMPLETA.
Novela Juvenil¿Cómo actuarías tú si la persona en la crees confiar, te decepciona? Ash siempre fue una persona difícil, pero tras una ruptura complicada se vuelve desconfiada, e incluso algo escéptica. Noah, por su parte parece el típico chico guapo adicto a a la...