Capítulo 23: La cita

478 36 7
                                    

Paula conspira contra mí. Llevan como semanas hablando. Hablando de mí. Ella sabía que él estaba aquí. Sabía que iba a venir.

Leo durante un buen rato, y cosas en mi cabeza empiezan a tener mucho sentido.

¿Desde cuándo son tan amiguitos estos dos?

Miro a la zorra que duerme plácidamente en mi almohada y resoplo. La mato. Se gira y la veo con la boca abierta arrugando a veces la nariz.

Niego con la cabeza pero en verdad me hace gracia. Cierra la boca varias veces y cuando la ceja por fin cerrada empieza a roncar bajito.

Ah no, esto sí que no. Le tapo la nariz y abre de nuevo la boca para respirar.

No puedo enfadarme por esta tontería.

Por la mañana me levanto y salimos a correr. Damos un par de vueltas al barrio hasta llegar a su casa. Nos despedimos, porque tiene que r a no sé dónde y yo continúo hasta la mía. Entro por el lateral y llego al jardín. Me quito los cascos y estiro las piernas. Unas manos me agarraran la cintura y me giran.

-Joder Noah –exclamo sorprendida.

-Necesitaba verte.

-Pero si nos vimos ayer.

-Shh –me interrumpe. -¿No me echabas de menos?

-Pues no. –río.

-Oh. ¡Qué ataque más gratuito! –dice fingiéndose el ofendido.

-Subnormal –me río también.

-Ya, pero un subnormal que te encanta.

-Nunca he dicho lo contrario.

Su sonrisa se hace más grande dándome a entender lo contento que le ha dejado mi respuesta.

-Tú. Yo. Esta noche. Paso a buscarte a las ocho.

-Pero...

-No acepto un no por respuesta. –me interrumpe.

-¿Y si digo que no? –mi sonrisa me delata.

-Seguiré sin aceptarlo.

Me río, pero termino por asentir y darle un beso.

-Hola –anuncia alguien.

Nos separamos y puedo ver el rostro escéptico de Lucas.

Yo resoplo y miro hacia otro lado.

-Tú –señala a Noah –Tienes dos segundos para salir de aquí.

-A las ocho, trae ropa cómoda. –susurra en mi oído, me da un beso en la mejilla y sale con paso tranquilo.

-¿Puedes explicarme qué hacías con ese? –pregunta en cuanto Noah desaparece.

-¿Enserio quieres que te lo explique? ¿Estás preparado para esa conversación? –río.

-Si es necesario. –asiente con seguridad.

-Oh por favor. ¿A qué has venido? –digo para cambiar de tema.

-Vine a proponerte salir esta noche. Pero ya he oído que tienes plan. –resopla y rueda los ojos.

-Exacto, tengo plan. –le guiño un ojo. –Pero no te enfades hermanito. –corro junto a él y le abrazo.

-Quita, qué asco, estás sudada. –dice apartándome.

Me río a carcajadas y le digo que entre a desayunar.

Ding Dong

-Es para mí. Es para mí. –grito bajando las escaleras.

Me miro en el espejo del recibidor. Una chaqueta de cuero negro, una básica blanca, vaqueros negros, tenis y el pelo suelto.

-Hola –dice arreglando su chaqueta.

-Hola –sonrío y asiento.

Qué guapo es, madre mía. Lleva una chaqueta de cuero igual que la mía.

No prometo mantener mis manos lejos de él mucho tiempo.

-¿Nos vamos? –me ofrece su mano.

La acepto y nos dirigimos a un coche. Un pequeño Seat de color negro.

-¿Puedes conducir?

Él sonríe.

–El hombre del tiempo dice que mañana hará sol. –gira la llave de contacto.

-Vale, lo capto. –río.

El coche avanza y un silencio rozando lo incómodo reina en él.

-Estás preciosa.

-Gracias. –sonrío y miro por la ventana, y me regaño interiormente por no alargar la conversación –Me gustaría decir lo mismo. –río.

-Me ofendería, pero no me voy a molestar ya que sé que es mentira.

-No es mentira. –me cruzo de brazos.

-Ojalá. –suspira.

Se para en un semáforo y pone su mano en mi muslo izquierdo. Inspiro profundamente. Me obligo a mantener la cabeza fría y no lanzarme a por él.

-¿A dónde me llevas? –pregunto intentando relajarme.

Hablar ayuda. Hablar ayuda.

-Pues se ha quedado buena noche. –cambia de tema otra vez.

-No me lo vas a decir. ¿Verdad?

El coche se para en otro semáforo y me mira.

-Pues no, aguanta un poquito más. ¿Sí? –me mira con cara de niño bueno.

-Vale –asiento y le miro con ternura.

Llegamos a... ¿un bosque?

-¿Qué hacemos en el bosque? –pregunto frunciendo el ceño.

-Sólo un poquito más.

Para el coche.

-O'Donnell, ¿me vas a matar? –pregunto exagerando una cara de miedo.

-Puede, pero hoy no. Tengo planes para ti antes de eso. –saca un pañuelo de los asientos de atrás. –Cierra los ojos.

-Ahora enserio, soy muy joven para morir.

-Hazme caso anda.

Me venda los ojos. Noah sale del coche, segundos después mi puerta se abre. Suelta mi cinturón, me aparta el pelo y deja un beso detrás de mi oreja. Me estremezco por su aliento. Coge mi mano y me hace salir.

-Ay Dios... –susurro.

Odio que me lleven con los ojos tapados.

-Tranquila, confía en mí. –se posiciona detrás de mí, pone sus manos en mi cintura y me guía.

-No pides poco ni nada eh.

-¿Confiar en mí?

-Claro.

-¿Por? –su aliento me golpea suavemente la nuca.

-Pues porque no te conozco de nada.

-¿Qué? Eso no es cierto.

-¿Falta mucho? –cambio de tema.

-No, ya llegamos.

Subo las manos con intención de quitarme el pañuelo pero él me sujeta las muñecas.

-Aún no. –susurra enfrente a mi nariz.

Se separa y hace cosas. ¿Lo qué? Pues no sé, no veo nada.

-Listo. –murmura para sí.

Se acerca por la espalda y me destapa los ojos.

-Dios mío... –murmura.

¡Joder! Pero qué mono es. Me lo como.

Tuviste que ser tú .COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora