Capítulo 42: Evan

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Me giro encontrándome con una cara familiar, pero no llego a saber de qué le conozco. Es un chico, alto, bastante atlético, rubio y de ojos claros.

Max y yo no separamos y nos levantamos del suelo viendo como el desconocido se acerca a nosotros.

-Perdona, ¿Tú eres? –pregunto tratando de averiguar de qué le conozco.

-¿No te acuerdas de mí gatita? –pregunta de manera arrogante, arrojando ya una chispa de desconfianza a la conversación. –O'Donnell se va a poner muy contento cuando sepa que estabais los dos aquí.

Y cuando menciona a Noah caigo en la cuenta quién es. Gael.

-Ahh ya me acuerdo de ti. Gabriel, de baloncesto. –digo equivocándome aposta en su nombre.

-Gael. –me corrige con hostilidad.

-¿Baloncesto? ¿Es un gato? –pregunta Max con una mueca de indiferencia.

-¿Quién ha soltado a los perros? –inquiere Gael en tono burlón.

Ah es verdad, la chorrada esa de los perros y los gatos.

¿Panolis? ¿Dónde?

-¿Qué haces aquí? –le pregunto –¿No deberías estar en clase?

-¿Y tú? ¿No deberías estar por ahí con tu noviecito?

-Eso no es asunto tuyo. –gruñe Max.

-Tú calla, perro. –le responde -¿No dices nada Ash? ¿Te ha comido la lengua el gato? –empieza a reír de manera exagerada por la mierda de broma.

Se lleva las manos a su estómago y dobla su cuerpo a causa de las carcajadas.

-Ah ¿Y la gracia? –pregunto con indiferencia.

-Vamos antes de que le parta la cara, anda. –Max sujeta ligeramente mi brazo para incitarme a caminar.

-Pero qué bonito. ¿Cuándo me toca a mí? Digo, ya que primero O'Donnell, ahora este, ¿Queda alguno antes? –pregunta Gael burlón.

Max da un paso adelante pero pongo una mano en su hombro y le detengo.

-Ni te molestes. –digo. Le sujeto por el antebrazo y esta vez soy yo la que le incita a caminar.

Aprieto mis dientes con fuerza tratando de mantener la calma y no partirle la cara.

-Así que ahora te has vuelto perra... –susurra colmando la poca paciencia que tengo.

Giro encarándole, doy un salto haciendo que pierda el equilibrio terminando ambos en el suelo y enredo mis dedos en su pelo tirando con fuerza de sus mechones dándole golpes a su cabeza contra el suelo.

Pongo mis rodillas encima de sus brazos para bloquearle, y a pesar de que seguramente me está viendo hasta las entrañas por dentro, a causa de la falda, me da igual.

Continúo dando golpes a su cabeza contra la hierba. Suelto una mano de su pelo y empiezo a abofetearle con rabia. Una y otra vez. Su cara gira de lado a lado. Arqueo un poco los dedos para clavarle las uñas con cada bofetada.

Él es Izan, es Noah, es Max, soy yo. Él tiene la culpa de todo.

-Eh Ash. Ya basta.  –noto unas manos tirar de mi torso y levantarme con facilidad. –Creo que ya te ha llegado.

Max me envuelve desde atrás, me sujeta los brazos y grito de pura rabia.

Noto la adrenalina recorriendo mi sistema, que a la vez se mezcla con el odio que siento por dentro.

Gael se levanta furioso se toca el labio que al parecer le he partido y escupe al suelo.

-¡¿Se puede saber qué te pasa?!

-Tú me pasas, y la próxima vez entierro las uñas en tus ojos y hago tiras con tu cara. –le grito con asco –A ver si aprendéis a respetarme un poquito, coño.

Max me suelta, aún temiendo que me tire encima de él otra vez. Cojo mi mochila y me largo con él pisándome los talones.

De repente, cuando entro de nuevo en el edificio, me choco con un cuerpo que me desorienta brevemente.

En el instante en el que me echo para atrás veo una cazadora de cuero negra. No es el uniforme, por tanto no es nadie del internado.

-Lo siento yo... –empieza a decir el chico pero en cuanto levanto mi cara para empezar a gritarle se queda mudo, al igual que yo.

Tardo unos segundos en que mi cabeza haga click y saltar encima de él.

-Evan. –grito a pleno pulmón mientras le abrazo.

 –grito a pleno pulmón mientras le abrazo

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-Dios mío. Ash. –grita él devolviéndome el abrazo.

Se me pone la piel de gallina y un par de rebeldes lágrimas de alegría y emoción caen por mis mejillas. Dios mío. Es él. Aquí.

Tras un par de minutos me separo de él para mirarle a la cara.

-¿Pero qué haces aquí? –pregunto notando mi corazón dar saltos de alegría.

Evan era mi mejor amigo del colegio, y luego del instituto. Pero cuando cumplimos dieciséis años le echaron y se fue de la ciudad. No perdimos el contacto del todo pero nuestra relación se distanció mucho.

-Me han vuelto a echar. –ríe con indiferencia mientras se pasaba una mano por el pelo, que le llega casi a los hombros.

No se puede decir que sea muy musculoso, pero tampoco es un palillo. Tiene el pelo oscuro y unos ojos prácticamente negros que le dan un aire muy sexy. La verdad es que ha cambiado mucho.

-¿Ahora vas a venirte para aquí?

-Eso parece. –dice con una enorme sonrisa.

-¿Y Rick? –pregunto de pronto recordando a su novio.

-¿Rick? ¿Quién es Rick? –se encoge de hombros. –Me ha dejado con la excusa de que lo nuestro no saldría bien con la distancia. Yo creo que lo que quería era poder tirarse a otros sin tener remordimientos luego... pero no pasa nada, está olvidado.

-¿Seguro?

-Sí, además acabo de pillar a varios mirándome el culo, asique creo que me va a gustar este sitio. –dice extendiendo su sonrisa perversa.

-Aquí no hay muchos de tu acera eh, ninguno que yo sepa al menos.

-Te digo yo que sí. Mi radar no falla nena.

-Vaya zorrón estás hecho. –me río dándole un golpe en el brazo.

-Aprendí de la mejor. –me guiña un ojo.

Yo no puedo contenerme y vuelvo a abrazarle de la ilusión, hasta que alguien carraspea a nuestro lado.

-Oh, es verdad, él es Max –digo señalando al susodicho. –Max, él es Evan.

Ambos estrechan las manos y se saludan.

-Un placer Max. Pero tengo que irme a instalarme. Y a ti te veo luego baby, que tienes mucho que contarme. –dice dándome una palmadita en el culo.

-Hasta luego bebé. –sonrío mientras se aleja.

-¿Puedo saber quién es el que le acaba de tocar el culo a mi novia? –dice la voz enfadada de Noah desde atrás.

Tuviste que ser tú .COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora