Historietas/3-La Guerra

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Iba a comenzar una época llena de festejos y ceremonias en el Territorio del Medio, y como todos los años la primera celebración del Territorio del Medio es la que inaugura la familia real. Turistas de todo el reino cruzaban las fronteras para adentrarse en el Territorio del Medio, y los niños jugaban y reían impacientes por ver a la familia real inaugurar el gran baile.

En el palacio del Territorio del Medio todo eran preparativos, nervios, y muchas sonrisas. Guiomar ya tenía preparada su vestimenta y su peinado pero aún le faltaba elegir como escenificar su magia delante de todo el reino. Era habitual en estas fiestas que la reina inaugurase el gran baile con una escenificación de su magia, la cual mantenía el Territorio del Medio tal y como es.

Actualmente los Territorios del Norte y el Sur estaban algo distanciados y por algunas zonas corrían rumores de guerra. Esta fiesta, a la cual asistían todos los miembros de la realeza, no era muy oportuna, y por ello no se había confirmado con seguridad la asistencia de las reinas, ni la de los príncipes y princesas.

El paseo anual de la familia real del Medio ya había comenzado. La reina Guiomar y su novio cabalgaban en primer lugar, saludando a todo aquel que se acercaba para verles. Detrás de ellos iban dos criados que les servían en todo lo posible. Detrás de estos cabalgaban sobre dos caballos blancos la princesa Ainara y su novio David, y les seguían otros dos criados.

Un poco más atrás, también a caballo, participaban en la cabalgata la guardia real y un montón de aldeanos siguiendo la cabalgata.

El atardecer estaba al caer, y la familia real del Medio ya presidia frente a los ricos que se habían presentado a la inauguración. Flores y estatuas decoraban la terraza donde todos los años se inauguraba el gran baile, pero por primera vez en la historia del Territorio del Medio, Ainara sería la que inaugurara la fiesta con su magia. Ainara creó un pasillo de cascadas y rocas flotando dentro de burbujas, incluso elevó la tierra para verlo todo desde las alturas. Luego Guiomar hizo que todo eso se adornase de plantas y animales hermosos. Al finalizar, fuegos artificiales deslumbraron en el cielo estrellado. Minutos más tarde, la reina Guiomar inició el gran baile con el adorador de cisnes con el que estaba. Los siguientes en bailar fueron Ainara y David.

Todos los habitantes vieron la ceremonia, incluso asistió la reina del Sur, Alba, y la del Norte, Gemma, acompañada de sus hijos Iván y Meijia. Al parecer Lidia había decidido no asistir.

Cuando Gemma y Alba se encontraron, surgió una situación incómoda, pero al separarse Gemma pudo ver que Lidia no estaba en la fiesta. Si Lidia no estaba en la fiesta, probablemente estuviera planeando como vencer al Norte.

La Guerra era cada vez más intensa, era inminente, pero de todos modos había que moverse con sigilo. Gemma se reunió con sus hijos y les ordeno ir en busca de Lidia, y si era necesario, provocar una guerra.

Iván y Meijia buscaron por todo el palacio del fuego, donde habitualmente residía la familia real del Territorio del Sur, pero Lidia no se encontraba allí, sino en su castillo de arena, un poco más alejado de la capital del Sur.

Para cuando Iván y Meijia encontraron a Lidia, ella ya había iniciado una máquina mágica, que al parecer funcionaba trayendo arena de los ocho desiertos más poderosos del mundo. Todo ese poder era guardado en un armario, y con un poquito de ese poder, la fuerza del Sur sería grandiosa.

Lidia, al verse sorprendida por sus primos, intentó llegar a ese armario pero no lo consiguió. Iván y Meijia eran dos, y Lidia solamente una, aunque jugaba con la ventaja de pelear en su reino. Una batalla entre primos fue iniciada, y mientras tanto en la fiesta del territorio del medio, Alba vio que faltaban sus sobrinos del Norte así que supuso que Lidia tenía problemas.

Alba se envolvió en fuego, desapareció dejando ceniza en el suelo. Se había teletransportado al lado de su preciada hija. La magia de una reina y la de una princesa era más fuerte que la de un príncipe y una princesa. Gemma seguía en la fiesta hasta ver las cenizas del suelo, y dirigiéndose a su hermana Guiomar se disculpo por declarar la guerra en tiempos ceremoniales.

Después de eso se esfumó en una nevada y apareció frente a la batalla que se presenciaba en el castillo de arena.

La guerra había empezado. Gemma congeló la máquina que traía arena mágica, pero aun quedaba arena en el armario. Llamas de fuego ocuparon la sala distrayendo a la reina del norte y a la princesa. Mientras tanto Lidia se apresuraba al armario. Iván se lo intentó impedir pero fue en vano. Lidia consiguió un tarro de arena mágica y la usó contra su primo.

Gemma pudo presenciar como su hijo caía al suelo y parecía muerto. El castillo de arena se ensombreció, las paredes se recubrieron de hielo, un hielo tan sólido que no dejaba que el viento pasara. Gemma seguía paralizada por lo que había visto, sus ojos permanecían estáticos, clavados en su hijo. Cada segundo que pasaba el frío aumentaba, y los ojos de Gemma se recubrían de hielo. El azul de sus ojos había desaparecido, y el negro de sus pupilas se veía desvanecer en una mirada vacía. Con los ojos blancos Gemma había desatado una ventisca en el castillo de arena. No solo Alba y Lidia temblaban, sino que Meijia estaba empezando a perder el sentido. La reina del norte gritó el nombre de su hijo justo antes de caer desmayada al suelo llena de tristeza.

Alba, con su fuego, intentó calentar el ambiente gélido que su hermana mayor había creado. Meijia era la única del norte en pie, y usando su espejo mágico cambio su salud por la de su madre. Gemma se levantó, vio a sus dos hijos tirados en el suelo, y dirigiéndose con una mirada de odio a su hermana y a su sobrina, pegó un gritó y desató un invierno que el Territorio del Sur jamás olvidaría. Alba, no podía ni usar sus poderes, así que ordenó a su hija salvar a los príncipes del Norte y dar por acabada la guerra. La magia de la arena de los ocho desiertos salvó la vida de los príncipes del norte, acabó con la ira de Gemma y el invierno cesó en el Territorio del Sur. Al marchar los miembros del Norte, Lidia preguntó que porque se habían rendido, y Alba respondió que no se habían rendido, que solamente se tomaban un descanso. Según ella, no era el momento oportuno para enfrentarse al Norte.

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