Historietas/11-En Busca de Gaviotas

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Los cuervos se habían ido del Territorio del Sur pero Alba todavía no podía estar tranquila. Durante toda la noche estuvo dándole vueltas a que si la gaviota de su marido seguía viva, él también debía estarlo, puesto que sus vidas están enlazadas. Alba sintió muchas cosas de golpe, se sentía feliz por saber que su marido seguía vivo, también se sentía angustiada por no saber dónde estaba, y al mismo tiempo se sentía preocupada por su salud.

Al amanecer, Alba, que apenas había dormido, salió de su cuarto y se dispuso a desayunar. Lidia había venido a pasar dos días con su madre, porque se sentía mal al no haber estado cerca de ella cuando los cuervos atacaron. Alba y Lidia desayunaron juntas y después Alba se retiró a la biblioteca de palacio. Lidia pensó en seguirle pero finalmente decidió dejarle sola un rato.

Alba, una vez en la biblioteca empezó a informarse sobre los mares del Este del Territorio del Sur. El mar Encantado, había sido en su tiempo el más peligroso pero al suroeste del Territorio del Sur se encontraba el mar solariego, y en él Alba observó el archipiélago de los mil naufragios, llamado así por los numerosos naufragios que desaparecían por allí. En todos los libros referidos a ese archipiélago se les calificaba como peligrosos, incluso había novelas en las que se mencionaba ese lugar como un lugar oscuro al que se enviaba a los niños que se portaban mal. En fin, la isla de las sirenas, la isla más grande del archipiélago se había declarado como muy peligrosa, así que la preocupación de Alba por su amado marinero se acrecentó.

Lidia irrumpió en la biblioteca buscando a su madre. La buscaba porque habían pasado horas sin verla, incluso ya había pasado la hora de comer. Alba se extrañó de haber estado toda la mañana leyendo y parte de la tarde, así que salió de la biblioteca con su hija y la luz del sol le cegó. Después, juntas, dieron un paseo por la ciudad y volvieron al palacio. Lidia se dirigió a su cuarto para acondicionarlo y pasar la noche. Mientras tanto Alba hizo llamar a la reina del Norte, su hermana Gemma.

Gemma acudió rápidamente a la llamada de su hermana, que se había reunido con ella para comentarle su problema. Gemma comprendió que para buscar a su marido antes debía contarle a Lidia quien era en realidad su padre. Gemma, años atrás sintió algo parecido al ocultar la identidad del padre de Iván. Sugirió a su hermana que debía contarle a Lidia la verdad, y así se sentiría aliviada.

Alba entró en razón y Gemma después de un aperitivo volvió al Norte. Lidia ya era mayor para conocer la verdad, así que la reina reunió a su hija y le contó toda la verdad sobre su padre. Una vez la verdad había salido a la luz, madre e hija se propusieron iniciar una expedición en busca del rey del Territorio del Sur, aunque éste aun no había sido coronado.

La expedición formada por veinte barcos sureños se dirigió al archipiélago de los mil naufragios. Cuando ya se avistaba la tierra un montón de remolinos surgieron de repente, en el fondo se veían siluetas de serpientes y peces enormes, además de horribles sirenas. Diez barcos hundidos, siete barcos destrozados y asaltados por monstruos y los tres sobrantes huyeron para pedir ayuda en el Territorio del Sur. Se tardarían semanas en construir nuevos barcos y en reparar los tres supervivientes, además de reclutar nuevos marineros para reanudar la expedición. La reina escribió una carta a cada una de sus hermanas pidiéndoles ayuda, barcos, gente, incluso su propia presencia. En el Territorio del Medio la noticia llegó antes, y en cuanto llegó a oídos de Guiomar y Ainara, no dudaron en ayudar. Lo mismo pasó poco más tarde en el Territorio del Norte, cuando quienes recibieron la noticia fueron Gemma, Iván y Meijia. Todos pusieron de su parte y se reanudó la expedición en busca del adorador de gaviotas. Una gran flota de barcos partió al suroeste del reino y cuando llegaron al lugar donde se encontraban los diez navíos hundidos y los siete arrasados el agua permanecía calmada. Era extraño pensar que el agua estuviese calmada después de la masacre que allí había surgido poco tiempo atrás.

Los barcos llegaron a tierra y aquello parecía desierto. Lidia juraría haber visto gente en la anterior expedición, pero dónde se habrían ido. La familia real buscó por toda la isla algo que les revelase que el padre de Lidia estaba por allí y cuando ya estaban a punto de zarpar algo resplandeció bajo la arena. Lidia se acercó y al desenterrarlo vio el tesoro que anteriormente había visto en la playa del Territorio del Sur el día que el sol se eclipsó.
En esos cofres había oro, plata, joyas, y pergaminos, en ellos ponía que esos cofres pertenecían al padre de Lidia y que los había enterrado en la playa en la que se enamoró de la reina del Sur, dejándole poemas de amor y todo lo que tenía. Lidia les informó a todos de lo que había encontrado y Alba empezó a leer los pergaminos. Uno de esos pergaminos explicaba que para proteger el respeto de Alba decidieron separarse, y ahí decía que se iba a surcar el mar Encantado y que luego visitaría el archipiélago de los mil naufragios, en busca de un lugar donde vivir, lejos del Territorio del Sur.

Eso significaba que el rey se encontraba en aquellas islas. La flota estuvo buscando por todas las islas hasta llegar a la isla de las sirenas. Allí había construidas ciudades, semejantes a las del Sur, y también había murallas. El problema surgió cuando, al cruzar las murallas, les esperaba un ejército de monstruos y personas desterradas, algunos eran adoradores de cuervos, otros eran brujos y hechiceros que perdieron su poder después de que Alba matara a su adversario, el adorador de cuervos que atracó en la playa del Sur con ansias de venganza. La familia real se enfrentó a todos los exiliados que osaron atacarles y cuando todos fueron derrotados, se dirigieron a un castillo negro. Allí encontraron el diario del adorador de cuervos, gracias al cual pudieron averiguar lo sucedido en aquellas islas.

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