00 [Prólogo]: El principio del fin.

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Una ventana cerrada. Gris, pequeña, monótona, y atascada. Era toda la vista que tenía desde mi asiento de avión, pudiendo ver el Océano Pacífico o las islas de la Polinesia, Micronesia, o las que fueran, no importaba porque a fin de cuentas solo veía una maravillosa ventana cerrada.

Apreté los dientes con fuerza por decimosexta vez en el viaje recordando que se había atascado por culpa de mi desconocido y ahora odiado compañero de al lado y por su culpa iba a aborrecer el color gris toda mi vida. Miré mi reloj: 1 hora más de vuelo. Me consolaba saber eso, pero igual me golpeé la frente.

—No te indignes, puedes hacer mis sudokus —sugirió mi querido amigo a mi izquierda, hojeando un libro de pasatiempos—. Aunque pensándolo bien no quedan muchos... de hecho, no hay ninguno, ya los hice todos. Sigue golpeándote la frente.

—No trates de ayudar, me pasé todo el viaje mirando una ventana cerrada. Gracias a ti.

—Es tan culpa mía como tuya, además yo también salgo perjudicado y también tengo ganas de enterrarte una zanahoria en el ojo.

—Oye, me leíste la mente.

Al menos tenía sentido del humor.

—¿Que tengo sentido del humor? —preguntó.

—Y también lees mentes. De grande quiero ser así.

—Lo aprendí por wikihow, sirve para este tipo de situaciones.

Sonreí a medias, qué conversación tan estúpida. Comencé a morder un la punta de mis anteojos de sol, que ahora no estaba usando, mucho menos con la ventana cerrada.

—¿Cuál era tu nombre? —modulé, aunque mordisqueando el plástico de los lentes era difícil entender.

—Es que nunca te lo he dicho —sonrió en medio de una mirada altanera—. Oliver Adler. Y tú...

—Dina Devine.

—Suena a D.D.

Sabía que haría eso, todos lo hacen. Las siglas de mi nombre poético parecen encantarle a todo el mundo.

—Te agradecería que me llames Dina -repetí como tantas otras veces.

—Como quieras, D.D.

Y como siempre, la otra persona me responde exactamente eso. Me sé ese diálogo de memoria. Respondí con un chasquido de lengua, y miré al otro lado, pero recordé que no tenía ventana. Fantástico.

—Y D.D., ¿qué es lo que vienes a hacer a un país capitalista como USA?

—Tal vez sea capitalista, pero tienen el mejor béisbol del mundo.

—¿El único, tal vez?

—No me importa, sólo voy a jugar al béisbol, respondiendo a tu pregunta.

—Eso es una deshonra al país, deberías hacer rugby como una buena australiana.

—Imagino que una mujer que puede levantarte con un solo brazo y romperte las costillas no es tu tipo, ¿cierto?

—Imaginas bien.

Señores pasajeros, se les comunica la incapacidad que está teniendo el equipo de comunicarse con el Aeropuerto Hartsfield-Jackson en el destino Atlanta, parece que se han cortado las vías de comunicación. Pese a eso, les pedimos que mantengan la calma y se abrochen los cinturones, estamos a punto de pasar por unas intensas turbulencias. Anunciaba el altavoz con voz masculina, cansada, como enfermiza. Se supone que los problemas técnicos no se deben comunicar a los pasajeros. De todos modos yo prefería eso.

Ex Cinere » Daryl Dixon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora