04: Un grupo, unido.

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Cuando abrí los ojos no los abrí realmente. Deduje que estaban cubiertos de legañas, lo cual pude comprobar al tallarlos con los dedos. Igual que el resto de mi cara, estaban pegoteados. Dejé escapar el primer bostezo del día mientras estiraba los brazos y seguía tratando de recuperar la visibilidad. Antes de que eso sucediera, un sonido inexplicable llegó a mis oídos y me sobresaltó. ¿Qué era? Pues era... un llanto. Un llanto, tal vez de un bebé, pensé. Pero eso era imposible, en el mundo en el que vivíamos. No aguanté mucho el misterio, alguien se encargó de con sus dedos abrir mis ojos brutalmente. Oh, era Oliver.

Lo miré extrañada, estaba acompañado de Beth, la chica que estaba cuando entramos, quien tenía en brazos, un bebé, efectivamente.

—Pero... —me froté la cara, tratando de expresar en mi cara lo único que pasaba por mi mente: confusión.

—¿No te alegras? Estoy de vuelta. Esto es —dejó escapar un silbido de admiración, algo frustrado, pues estábamos adentro de una celda de cárcel—... genial, en serio. A veces haces cosas buenas.

Beth observaba mi escena de confusión mientras en sus brazos, la bebé permanecía inquieta. La miré, y después miré a Beth. Sin poder evitarlo me levanté y acerqué mis brazos a la pequeña criatura, pasando de Oliver. No tuve que pedir nada, me la dejó en seguida.

—Vaya, no pensaba que esto fuera posible —comenté sin dejar de mirar a la bebé—. Es hija de Rick, ¿cierto?

—Sí —respondió la chica cruzándose de brazos—. Su madre murió teniéndola.

—Hmm, pobre —me lamenté.

—Ella es nuestra pequeña esperanza de vida, ya sabes, por la cual velamos.

—Me lo imaginaba —dije, y se la devolví. Si la tenía 3 segundos más me pondría a llorar, y la bebé también.

—Deberían hablar con Rick, está en la valla matando caminantes, si no me equivoco.

Me dejó sola con Oliver, quien estaba sentado en el borde de la cama jugando con sus dedos.

—Esto es muy raro —se apresuró a decir—. No sé qué o cómo hiciste, pero buen trabajo.

—No es que tu cuerpo pesa tres gramos, me costó lo mío —exageré—. Además, tuve que tirar de ti por decenas de kilómetros, subir una montaña y también me encontré con un grupo de camioneros violentos. Tuve que cargármelos a todos —me miró sorprendido—. Ya sabes, es difícil ser una superviviente. Si tienes la espalda un poco manchada de marrón, espero que no sea el estiércol por el que te arrastré.

Puso cara de asco e inmediatamente se sacó la remera, arrojándola a la esquina de la habitación. Bueno, estaba claro que el golpe lo había atontado un poco.

—Deberíamos ir con Rick —dije, él negó con la cabeza.

—Un viejo me dijo que tengo que conocer la prisión y a la gente, y que además el golpe me dejó un poco limitado, al menos por unas horas, me desperté hace media hora —asentí—. De todos modos... no se nota, ¿verdad?

—¿Qué? —sonreí mientras palmeaba sus hombros—. Para nada, eh.

Me coloqué las zapatillas y salí disparada afuera. Los habitantes de la prisión me saludaban con pequeños gestos que les devolvía mientras pasaba tratando de recordar sus nombres. Afuera atravesando las cabezas de los mortíferos amontonados en las vallas estaba, efectivamente, Rick, acompañado de Carl. También reparé en Glenn y Maggie, colaborando del otro lado con los cultivos, parecía. Desde que estaba ahí casi siempre los vi juntos, aunque no llevaba tanto tiempo, pero supuse que tenían algún vínculo especial.

Ex Cinere » Daryl Dixon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora