Capítulo Once

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Cerré Los ojos mientras pensaba en Gabriel.

Sólo imaginen un mundo en donde podrías saber con certeza quién es la persona indicada para ti, ya saben a tu media sandía, perdón naranja. ¿Qué sucedería si la conoces y luego la dejas ir? ¿Y que si nunca te diste cuenta que pasó a tu lado provocando un tsunami que no notaste? Puede que hasta nunca llegaras a conocerla y terminaras con la persona incorrecta, cuando tu media sandía, digo naranja, está allí afuera esperando ser encontrada por ti. ¿Pero como puedes encontrarla? ¿Como puedes saber que es la sandía correcta y no le pertenece a alguien más? Si tan sólo hubiese un brillo en sus ojos que sólo los dos pudieran ver y saber que son sandías compatibles... Una luz en su mirada que sólo los dos pudiesen reconocer... No sé, talvez el mundo sería un lugar mejor.

Pero por uno de esos caprichos del destino hay personas que no vemos ese destello en los ojos de la otra, No conozco a nadie que supiese reconocer a su media naranja, sandía, o calabaza, sólo con ver sus ojos, pero sería de mucha utilidad no creen? Se ahorraría tiempo, llanto, y dinero...

Pero creo que no debería haber tantas personas buscando a una, debería haber muchas personas buscándose a sí mismos.

Aveces las demás personas simplemente llegan solas.

Y cuando eso pasa no hay que dejarlas ir...

Bajo la misma pendejadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora