Princesa de Las Sombras (Nico Di Angelo) ||Completado||

VII. Sombras

  —¿Ese era Di Angelo? ¿Contigo? ¿Le hechizaste? ¿Cuál es tu secreto?—bromeó Lou observando la mesa de Hades.

Reí descontroladamente: 

—Sin comentarios Lou—respondí lentamente.

Pan de morado con queso, huevo, tomate y lechuga de color azul, verde y rosa, pedí en la mesa, y, apareció.

—¡Comida de color, Lou! —exclamé emocionada.

Ella me dedicó una mirada algo burlona, y señaló la fogata explicando que debía dar un pedazo, quemarlo para nuestra madre, a lo que asentí. Caminé hacia la fogata, corté un trozo y lo tiré:

Hécate, sé que me odias pero gracias por reconocerme rápidamente. 

Volví a mi sitio. Sonreí a Lou. Empezamos a hablar y preguntarnos cada una sobre nuestra vida fuera del campamento. Lou contaba lo mucho que extrañaba el Campamento, ya que sus verdaderos amigos se encontraban aquí. Supe que su nombre entero es Louise Ellen, y que venía de Virginia. Tiene un hermano por parte de padre llamado Edward Ellen. Yo le conté de que tenía un hermano no de sangre llamado Jake que es hijo de Apolo, le conté sobre algunas travesuras que realicé con él y varios amigos más, en las que nos castigaban o nunca imaginaron que fuéramos nosotros.

—Has tenido una vida interesante, Kay—rió Lou tomando un té de hierbas.

Miré arriba rodando los ojos de una manera divertida—Lo dice la ladrona de narices.

Ambas carcajeamos fuertemente. Y hubiéramos seguido, de no haber sido un ruido que solo yo podía escuchar. Rodé los ojos suspirando. 

—Lou, tengo que irme. Problemas de ser hija de Hécate—bromeé.

Lou sonrió—Lo entiendo, nos vemos.

—Nos vemos—con un gran bocado me terminé mi sandwich.

Caminé hacia la salida—murmuré—saliendo del pabellón, y dejando el hermoso suelo de mármol blanco.

Andé por varios minutos en busca de un lugar solitario hasta encontrarlo. Había un pequeño charco y no había rastro de nadie.

—Muestra cómo eres, en verdad—demandé sonriendo a la Sombra.

La sombra transformó su aspecto de lucecita morada oscura a la forma de una chica de no más de diecisiete años, su pelo era negro largo hasta las caderas, tez pálida y ojos marrones. 

—Tienes 2 opciones...La primera es ir al reino de Hades y juzgarte allí y la segunda es quedarte como sombra a servirme. En este plano no podrás sufrir, solo me obedecerás. Recordarás todo lo que te pasó pero solo gente como yo podrá verte. En el reino de Hades podrías perderte, podría ser que no recuerdes nada de tu anterior vida, claro que también puede ser que vivas tu vida de manera repetitiva para siempre, o puede ser que renazcas y vivas de nuevo sin acordarte de tu vida anterior o esto—expliqué seriamente.

—Elijo....Quedarme en este plano—miró al suelo.

—Sabia decisión—alabé—Yo soy Kayla Jhonnes—me presenté usando mi nombre real—Y soy hija de Hécate, diosa de la magia y conocida por algunas personas como ''Princesa de las Sombras''. ¿Cuál es tu nombre?

—Alexandra Russo—habló monótonamente—¿Qué tengo que hacer, mi señora?.

—No me llames mi señora, solo tengo dieciséis—me quejé—Me tienes que servir y cuidar, pero tranquila, solo aparecerás cuando esté en peligro o cuando te llame, mientras puedes irte a hacer lo que quieras, pero ten cuidado con las ouijas— sonreí.

—¿Por qué?— preguntó con un tono sombrío y desubicado.

—Porque es obligatorio contestar y a veces te pueden dejar en el plano en el que eres un fantasma y no una sombra, y es un rollo de magia increíble, si eso pasa perdería mucha magia para salvarte.

—Kay.—calló aterrada—¿Dónde estamos?.

—En el Campamento Mestizo, hogar de los semidioses griegos, como yo y mucha más gente. Suele estar más lleno en verano, me dijeron. Por cierto, aquí hay dos semidioses que podrían verte o escucharte. Sus nombres son Lou Ellen, mi hermana y Nico Di Angelo, hijo de Hades. No te sorprendas si pasa.

—Yo... Está bien—afirmó menos asustada.

Sonreí.

—Si quieres visitar a alguien avísame, puedes hacerlo pero avísame antes, después me preocupo—avisé.

Alex asintió—¿Puedo visitar a mi familia?—preguntó tímida jugando con su pelo.

—Claro, pero no te pierdas—reí.

—No lo haré. Gracias—cerró los ojos y desapareció.

Suspiré apoyándome en la pared—Sigue siendo demasiado para mi—me senté lanzando una roca hacia el lago.

—¿Por esto te dicen Princesa de las Sombras?.

1R"

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