XLVIII. Un Placer

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K A Y L A D I A N G E L O

Mi mente yacía blanca y cada vez peor con cada paso que daba. La mano que sostenía Piper tampoco lo soportaba, ya que ambas apretaban fuertemente la otra. No pensé que esto pasaría. Nunca pensé en convertir todo esto en una gran pelea. Siempre tuve el sentimiento que haría algo grande, y con eso pensaba que sería guiar a las sombras, dar oportunidad a ellas y volver a los brazos de Di Angelo. A lo mejor intentar tener una vida aparte de todo aquello y vivir en paz. Pero claro, conmigo eso nunca pasaría. Siempre di guerra, siempre fui sarcástica, e iba un paso más adelante. Siempre fui impulsiva y nunca pensé más allá de mi. Nunca. Y ahora estaba dando la vida por este maravilloso mundo el cuál me castigó con ser un semidiós. Un castigo que no me arrepiento, ya que conocí a Nico, a Piper, a Percy, a Alex, George...

—¿Cuál es el plan?—preguntó Piper sacándome de mis pensamientos.

Abrí los ojos y la miré—Buena pregunta... Siempre fui espontánea, ¿Sabes? Lo estaba pensando ahora mismo-lo espontánea que soy, no el plan—vagué en mis palabras.

Piper abrió la boca—No sabes que hacer...—si Jason decía que Piper se veía linda molesta, ahora se perdería lo preciosa que se iría a poner.

Tuve que hablar rápido antes de escuchar su furia—Guarda esa furia para Cronos, esto es lo que vamos a hacer: yo distraeré a Cronos con un discurso estúpido-estos chicos malos aman los discursos-y tu te acercas por detrás. En algún momento tiene que aparecer Kamila, ¿No? Pues ella con su poderoso rayo lo destruye y listo. Pan comido—sonreí.

Piper enarcó una ceja—Estás contando con la ayuda de alguien que no está aquí, Kayla—remarcó desesperada.

Suspire—Kamila sabe que estamos aquí, y si no lo sabe aún, lo hará pronto porque Clarisse nos vió—expliqué—Clarisse avisará a todos, porque todos están peleando—moví mi mano hacia su hombro—Todos necesitan esperanza, y somos tú y yo en este momento—miré sus ojos.

Piper iba a reprochar pero la interrumpí—Confía en mi esta vez, Piper.

Piper cerró su boca y asintió pesadamente. Caminamos lentamente hacia el castillo de piedra azul oscuro. El interior se veía solo, sin ningún rastro de nada. Aunque claro, solo parecía.

Una arpía apareció de la nada y atacó a Piper, tirándola al suelo—¡No!—exclamé. Pero antes de que pudiera actuar, otra me acorraló en el suelo.

La criatura rió secamente—Vaya, vaya, vaya... Mmm. Hoy tendré un festín—avisó con destreza y odio en sus palabras.

Empecé a en entrar en pánico. Mis brazos no se movían ya que la arpía me las sujetaban fuertemente, y mis piernas no respondían por la fuerza de esta otra encima de mi. No podría ser el fin, ¿No? Aún no podía, aún Piper tenía que sobrevivir, ella tenía que volver a ver a Jason. Sino, no me lo perdonaría en la otra vida.

—¡NO!—aullé de de dolor cuando rasgó mi ropa y mi piel empezando un sangrado.

La arpía rió macabramente.

Lágrimas salieron de mi cara al escuchar los gritos de Piper—¡Piper! ¡Resiste!—le supliqué.

Y en ello, un rayo de luz apareció, ¿Acaso era el fin? ¿Ya... Me había muerto? ¿No volveré a ver la dulce  y muerta cara de Di Angelo? ¿Ya estaba? Dejé de sentir dolor. Ya no sentía nada. Absolutamente nada. Mis ojos yacían cerrados. Aún no quería moverme. No quería irme, aún tenía cosas pendientes en la tier-

Princesa de Las Sombras (Nico Di Angelo) ||Completado||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora