XXXVIII. Desaparecida

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N I C O  D I  A N G E L O

Dioses, esto es muy complicado. La mayoría de ellos son nefastos... No puedo evitar pensar en que algo malo va a pasar en estos días y...

—¡Nico!—exclamaron.

Giré mi cabeza.

—Hay noticias de Kay—me fui.

Directamente eso hice, dejé a Tara sola, y desaparecí en un viaje de sombras a la casa blanca.

—¿Cuáles son las noticias?—pregunté.

El señor D chilló—Nick Dahnhelo, no hagas eso a menos que quieras que te convierta en delfín—amenazó.

Rodé los ojos y asentí.

Quirón interrumpió la puerta—Eso fue rápido—se sorprendió.

Bufé—Las noticias, por favor—no sé ni si quiera de dónde saqué la tranquilidad que me impedió gritar.

Quirón me miró a los ojos, supe que algo malo había pasado—Kay ha desaparecido.

Sinceramente... No sé como me sentí al escuchar esas palabras, simplemente... No... Esto no podía estar pasando. Ella no puede haber desaparecido, y menos en este momento— ¿Qué? ¿¡Cómo!? ¿¡Cómo que ha desaparecido!? ¡Por Zeus, tuve que haber ido con ella! Lo sabía...—empecé a decir mientras revolvía mi pelo con desesperación.

—Nico, ¡Cálmate!—exclamó Quirón molesto.

¿Cómo podía calmarme en una situación así? Kayla ha desaparecido, una guerra contra Cronos se acerca, habrá mucha destrucción y... Kayla desaparecida. Era demasiado para mi.

—¡No me pidas que me calme! Puedes pedirme lo que sea, menos eso, es imposible—grité con furia.

El suelo empezó a temblar.

—Dionisio—exclamó Quirón mirándole.

—Entendido—eso fue lo último que escuché.

Omnicente.

—¡Dionisio!—exclamó Quirón enfadado viendo lo que había hecho.

—¿Qué? ¿No era eso lo que querías?—preguntó sarcástico y de mal humor.

Quirón bufó y levantó a Nico para dejarlo en el sofá.

—Te dije que lo sujetaras, no que lo noquearas—exclamó con indignación.

Dionisio rodó los ojos y tomó coca-cola de su lata que apareció de una manera misteriosa. Dionisio lo había fastidiado, pero por lo menos, no habrá un terremoto que parta todo el Campamento Mestizo en dos. Así que, en parte, consiguió el cometido.

En otra parte...

Jake se encontraba pálido, sus manos temblaban, igual que las de los demás. De un día para otro, Kayla se había esmumado. Ninguna nota, ningún mensaje ni nada. Cero. Lo único que dejó, fue preocupación.

—No te tortures, Jake—habló Kamila, sacando de sus pensamientos al rubio.

Jake sintió furia—¡¿Qué no me torture?! ¡Mi hermana—la única persona que estuvo conmigo desde el principio—Ha desaparecido! ¡No pidas que no me torture!—gritó con furia.

Kamila abrió sus ojos, cristalizados. Jake le había gritado, y eso no lo soportó.

—Es... Está bien—tartamudeó intentando no sollozar.

Kamila corrió al lado de Annabeth, disimuladamente, actuando como si se le hubiera caído algo. Annabeth notó una pequeña lágrima resbalando en su mejilla derecha. Se enfadó. ¿Por qué le respondió así? ¡No fue su culpa! Puede que de todos un poco por no darse cuenta pero... Se culpaba, es una hija de Athenea, no es propio de ella no fijarse en los detalles. Tuvo que haber pasado algo, algo que le impidió levantarse al momento.

Princesa de Las Sombras (Nico Di Angelo) ||Completado||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora