El límite

737 18 2
                                    

   

     Desperté, y a pesar que había dormido poco, tenía más energía que otras veces. Tal vez era la emoción que tenía de saber, que pronto llegaría el momento de conocer ese más allá, del cual me pasaba horas imaginando. 

Tome mi desayuno y fui a caminar. Me detuve un momento, cerré los ojos y respire, ese aire tan puro, con ese aroma exquisito que venia de las plantas. El sonido de las aves que enamoraban con su canto a todas las personas que paraban por aqui. Abrí mis ojos, el verde oscuro como mi primer plano, mire los distintos animalitos que habitaban los árboles y pensé si todo seria tan bello en la ciudad. En ese momento algo impacto en mi, una adrenalina terrible. Corri con todas mis fuerzas y cuado me detuve, me di cuenta, que había pasado el límite marcado por papá. Atine a volverme, pero no.

 Caminé, mis pies descalzos ya no tenían la misma seguridad. 

Escuché mil veces decir a papá que no me alejara, porque habían criaturas salvajes que no me tendrían piedad, y el no podría escucharme desde esa lejanía. Sin embargo un espíritu rebelde se apodero de mi, nunca había desobedecido a mis padres, esta vez quería dejar de hacer lo correcto o por lo menos no irme de aqui dejando un camino incompleto. 

El lugar era similar pero era el sentimiento en mi lo que cambiaba, temía con lo que me podía encontrar. Paso el tiempo y ya me había alejado bastante, estaba muy tranquila. Hasta que un ruido me inquieto, mire para atrás estaba rodeado de arbustos, perfectos para esconderse. Quise volverme a casa, pero en el intento un rugido me lo impidió, quede paralizada en un silencio abrumador, empezé a sentir que mi respiración se aceleraba y a lo lejos bastante lejos diferencie en las plantas unos ojos brillantes y amarillos mirándome fijamente. Di pasos para atrás en una sensación inexplicable, un miedo aterrador,  trague en seco y trate de alejarme lentamente pero pise una rama seca y el crujido hizo gruñir a aquella criatura. Se me corto la respiración y rápidamente me di la vuelta, tome impulso a correr lo más rápido que podía esquivando piedras, ramas oia como el animal rugía extremecedoramente y corría detrás de mi a poco de alcanzarme. Sentía mis pies lastimados y húmedos de sangre, pensé que me daría por vencida al notar que el cansancio me debilitaba, hasta  que divise a pocos metros de mi que se terminaban los árboles y empezaba una zona descampada. Y con mis gritos y llanto a una velocidad increíble salte la última rama, caí con todo el peso en mis pies maltratados, con lo último de mi corrí hasta sentir que algo me detuvo, ahí me di cuenta que estaba con los ojos cerrados, no quise abrirlos solo lloré y grite- ¡ayúdame por favor!-. 

Oí unos tiros, abrí mis ojos que apuntaban hacia abajo, y vi unos pies humanos. Lentamente eleve la mirada y me detuve en unos ojos azules, increíble color que por primera vez veía.

-¿Estás bien?- me preguntó y caí en la realidad, mire que sostenía en una mano un arma el cual, entendí asusto al animal. 

Tenía mis manos en su pecho, una mano de él rodeaba mi cintura, apretándola con fuerza. Rápidamente me aleje de él, pero no pude responderle. 

-Entiendo, debes estar en shock- dijo y aunque por suerte hablabamos el mismo idioma, no le entendí- ven, estoy parando allí-señalo una pequeña casilla-te haré un té para que vuelvas a la calma. 

Lo miré el tomo mi mano y me dirigió al lugar. Me senté en una cómoda silla, a los segundos me ofreció una taza, bebí un sorbo era rico y eficaz, ya que me sentí mejor. 

-¿Qué fue lo que paso?-pregunté mire mis pies lastimados y sucios, empeze a sentir dolor. 

-Dejame que te cure primero- dijo sacando un maletín y curando mis heridas- fuiste atacada por un felino, un leopardo.Has tenido mucha suerte de estar viva- decía y yo gemía de dolor cuando me ponía un liquido sobre mis heridas- lo que no entiendo, es que hacia una niña como tu en el medio de esta peligrosa selva. 

-Vivo en una choza aqui...pero me pase el límite al que me permiten llegar-confesé avergonzada. 

-¿Vives aquí?-sus ojos se agrandaron de asombro- ya veo, escapaste de ese animal con una agilidad que solo una persona que se crio aquí tiene. 

    No entendí bien lo que me quiso decir pero igual sonreí y el me imitó dejándome impactada, tenía un rostro perfecto. 

    Termino de vendar mis pies, ya me sentía mucho mejor. Me miro triunfante y no pude evitar suspirar ante tanta perfección

-¿Quien eres?-pensé en vos alta. 

-¡Oh! perdón, no me presente-dijo y después de guardar su maletín siguió- Soy Hernan Milton , vivo en Buenos Aires, Argentina.Estoy parando aqui con un grupo de colegas ya que estamos siguiendo una investigación, soy médico...bien, ahora dígame ¿Quién es usted?-dijo en tono gracioso. 

-Soy Guadalupe Herrera-decía muy nerviosa ya que era la primera vez que me presentaba ante alguien, la primera vez q hablaba con otra persona ajena cara a cara- y siempre he vivido aqui...-me quede en silencio, no sabia que más decir. 

-Bien, dime ¿Dónde esta tu choza? tus padres deben estar preocupados, te llevo en mi jeep.-dijo. 

    En esos momentos recorde a mis padres, debian estar locos buscándome ya debe haber pasado por lo menos una hora, me apresure a subirme al vehículo, que me recordaba la chata que usaba papá para buscar provisiones, solo que tenía mejor aspecto y colores.

    En el camino, nos encontramos a mis padres me buscaban muy preocupados. Contamos lo sucedido y agradecidos con mi salvador lo invitaron a almorzar. 

    Durante la comida, Hernan nos conto de su profesión y parte de su investigación, se mostró muy simpático, agradable y a la vez sorprendido con nuestra historia, claro que no era el único. 

Después de despedirse de mis padres, se acerco a mi 

-Bueno niña un placer haberte conocido también, pese al momento-dijo  

-Puede llamarme Lupe, y ya no soy una niña, tengo 16 años- y después de decir esto me sonroje con su perfecta sonrisa. 

-Bien, como vos quiera-dijo 

-y tu ¿Qué edad tienes?-pregunté 

-28- y diciendo esto me acaricio la cabeza y se despidió-adiós Lupe 

No quería que se fuera y no pude controlar mi tonto impulso 

-¡No te vallas! quedate y sigueme contando historias-dije sin poder controlarme. 

-Me encantaria, pero no puedo debo volver sino mis amigos se van a preocupar, Pero vendre a verte mañana- y dicho esto se marcho. 

    Lo que quedaba del día pensé en él, no lo podía sacar de mi cabeza. Esos ojos, su pelo dorado y esa piel tan blanca se habían quedado plasmadas en mi.

Inocencia SalvajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora