un triste adios para un nuevo comienzo

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    Esa última mañana corrí por la selva, sabia que volvería pero tambien entendía que pasaría un largo tiempo para eso.

Era mas que seguro que la extrañaria, su aroma, la vista verde y abundante, la cascada, los sonidos a cada parte echaría de menos ¿Con qué me encontraría allá?

Ese lugar al que tantas veces llame el mas allá, que se quedaba en mis pensamiento por horas, ese que despertó mi curiosidad, allí donde esta el amor de mi vida es donde iría.

Llego el día de mi partida, vi a mis padres llorar y ocultando su angustia sonreían tras sus lágrimas, me deseaban las mejor suerte y entre abrazos interminables llego la hora de decir adiós...fue el primer momento mas duro en mi vida.

Viaje en un colectivo y luego tome un avión. Todo me sorprendía cada cosa y situacion era nueva para mi, no podía dejar de prestar suma atención a todo. Mis padres me acompañaron en el colectivo, llegamos a destino y me recuerdo mirando con ojos enormes el gran avión enfrente mío. Había visto desde la selva pasar a muchos pero nunca me imagine que serían tan grandes.

Apreté fuerte la mano de mi madre y respire, ella me sonrió.

-No tengas miedo lupita, esto es muy seguro-trato de convencerme pero mi cara no cambiaba.

-¿Porqué se veian tan pequeños?

Papá no pudo evitar reírse.

- Y es que los veias desde muy lejos mi niña-él me tomo de los hombros y me miro tiernamente.

-Mira lupita, esto te protegerá-mamá puso en mis manos una medallita con la imagen de la Virgen de Guadalupe- Siempre fui muy devota de mi virgencita por eso tu nombre, quiero que le pidas y le agradezcas siempre, ella siempre me protegió, tambien lo hizo con mi familia me ayudo en la vida a superar y a perdonar tantas cosas, no tengas miedo porque ella va a estar contigo siempre, la medalla es un símbolo para que la tengas presente.

Subí al avión presionando el collar en mi pecho, los nervios se me fueron al cabo de mas o menos media hora y en un par de minutos más me dormí.

Pase un viaje agotador me despertaba a cada rato, aun así estuvo muy tranquilo. Habían pasado las horas y las lágrimas recorrían en mis mejillas, extrañaba a mis padres y no sabia con lo que me iba a encontrar, estaba asustada.

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Vestía un mini vestido blanco y un par de chatitas que mi padre me había comprado en el pueblo, tenía mi pelo suelto y me lo movia para atrás con mis dedos. Así llegue al aeropuerto de la ciudad de Buenos Aires y tal como lo había dicho mi padre pude leer un cartel con mi nombre. Estaba tan contenta y corri hasta el lugar, me esperaba una mujer sonriente, fina y hermosa muy parecida a mi mamá, me abrazo inmediatamente.

-Eres Guadalupe ¡Si! mi sobrina hermosa, siempre quise conocerte eres igualita a mi hermana- decía y tomándome la cara.

Yo sonreía pero estaba tan timida que no dije nada.

-Ven-me tomo del brazo tiernamente-el viaje debe haber sido agotador iremos a casa.

Me había leído la mente, le di una carta de parte de mi madre y pude ver como se emocionaba aun mas pero aun así no dejo de sonreir. Cargo mi pequeño bolso en su auto, era un vehículo tan nuevo y hermoso, en el camino no podía evitar el shock, estaba totalmente impactada veía tanta gente, tantos autos todos los espacios eran en tonos grises y el sol daba directamente. Tantas cosas nuevas para mi eran lo que me mantenían muda y con los ojos bien abiertos.

Mi tia, se llamaba Mónica Halter tenía uno 42 años, una voz encantadora y una mirada dulce. Por el camino venia hablándome, me contaba un poco de su vida y entre otras cosas a las que yo poco podía prestarle atención.

La casa era bellísima, tenía un gran jardín adelante, era de dos pisos y gigante ¿Cuántas personas vivirán aqui? fue lo primero que me pregunte al ver esa mansiones.

El coche se estacionó y enseguida dos hombres muy bien vestidos nos abrieron la puerta del vehículo y uno tomo mi bolso, lo mire extrañada y cuando estaba por decir algo mi tia dijo.

-No te preocupes Guada, el señor Ruben lo acomodara en tu habitación.

¿Guada? Nunca me habían llamado así.

Entramos a la casa, era hermosa y lujosa y como lo pensé habían unas ocho personas unas vestidas de manera muy formal y solo dos mas casuales.

Inocencia SalvajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora