Cada día

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-Esto es para vos-me dijo Hernan sacando un paquete color madera. 

Era un libro de poesias, precioso su tapa color rosa y las letras en doradas.  

-¡Me encanta!-exclame y me lance sobre él dándole un abrazo. 

-Que bueno que es así bella. 

-¿Podemos leerlo juntos?-pregunté 

-¿Que tal debajo de tu árbol favorito? 

Me rei ya que no se le veía ninguna intención de querer escalarlo. 

Juntos apoyados contra aquél tronco,una imagen muy romántica, él me rodeaba con su brazo y tomaba el libro. Leia cada poesía y al terminarla me daba un beso en la frente. 

Después de un buen rato habíamos dejado de lado la lectura por jugar a decir trabalenguas ¡Me era imposible! en cambio para Hernan era tan simple que me hacia enojar. 

-No, no,no, no me sale, ¿Cómo te es tan facil? 

-Y bueno escaladora, no en todo podes ser la mejor ¿No? 

Lo mire con cara de ofendida, me levante y camine. 

-¿Te vas?... ¿Porque?-me dijo mientras se paraba con rapidez-¿Te ofendí? Perdóname... 

Yo seguia caminando en un momento me incline y el trato de acercarse a mi, aproveche y le arroje a la cara hojas que había tomado del suelo. 

-No hay duda que siempre te voy a ganar-decía riendo a carcajadas. 

El se echo para atrás y escupía lo que había tragado. 

- aah¿Si?...-Tomo tierra-¡Esto es para vos!-dijo y me la lanzo. 

Empezo una guerra divertida entre nosotros,  escape entre los árboles y junte mis "armas", lo divise en los troncos y corri hacia el lanzandole tierra mezclada con hojas, pero ¡No le acerté! Vi que venia ha mi, y no me quedaba nada así que corri hasta mi árbol y lo escale con facilidad. Vi como él se metía hojas en el bolsillo y empezo a subir . Salte desde la rama que estaba mas cerca del piso y el rápidamente se tiro sobre mí. 

- Esto es para ti-me decía y metía graciosamente hojas en mi boca. 

Tome tierra y le ensucie todo su cabello rubio. Estábamos en el suelo el encima mío, yo trataba de escapar y la lucha se hacia mas intensa y divertida. En un momento y ya quedándonos sin aire de la risa, nos dimos cuenta que estábamos muy sucios. 

-¡Miráte!-dijo Hernan señalando y sonriendo. 

-Mírate tú!-dije  

-¿Y ahora? 

- Ven, tengo una idea-y poniéndome de pie tomé su mano y corrimos hasta la cima de la cascada.  

A metros de la misma, él se freno, lo mire y me dijo 

-No pensarás en... 

Lo tirone y a buena velocidad saltamos con una energía grandiosa que nos hizo soltarnos de la mano. Caímos al agua espectacularmente, nadamos hasta encontrarnos, con los ojos aun cerrados sentimos que se tocaron nuestros cuerpos y al vernos sonreímos y nos besamos. Sentí sus manos en mi cintura y yo abrace su cuello fundiendonos en un beso mágico que me hizo pensar en todos los momentos que estaba aqui sola, y ahora no le encontraba sentido a mi vida sin él. 

Nadamos bajo el agua, nos miramos y reímos al ver nuestros cachetes tratando de mantener el aire.

Nos sentamos detrás de la cascada, una vista maravillosa ya que desde la cuevita donde nos acomodamos podíamos ver una cortina de agua y sentir su caída de una manera diferente a la de afuera. 

-Que día loco el de hoy-dijo sonriendo. 

-Que bueno que ahora tengo a alguien con quien compartirlos...tú- y tomando su cara lo bese dulcemente.  

Luego volvimos a la selva por la cosas y ya en casa Hernan tomó la iniciativa de hablar con papá sobre lo nuestro.  

-Quedate tranquilo muchacho-dijo mi padre- Mi esposa y yo amamos la libertad y Guadalupe tiene todo nuestro apoyo en sus decisiones, No te pediré nada que no quieras hacer con mi hija, pueden ser libres de elegir mientras exista el amor y el respeto. 

Se dieron un abrazo y mamá y yo, que espiabamos la charla nos llenamos de ternura. 

Antes de dormirme leí unas poesias de el libro, haste que sentí mi vista cansada.

Inocencia SalvajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora