El Goleador

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—¿Cómo está de salud? ¿Aún tiene problemas con la bronquitis?

—A veces, pero sabes que ella es bastante resistente. Realmente espero tener esa misma salud a su edad — La mujer rubia encendía un cigarrillo y aspiraba profundamente el humo. Observaba fijamente el semblante del caballero a su lado. Podía notar a simple vista que este tenía un dejo de tristeza en su mirada— ¿Tú cómo estás? No has hablado mucho desde que llegaste...

—No tengo mucho que contarte realmente. Mi vida creo que se ha tornado en una terrible y monótona rutina. Estoy en un sitio fijo ahora, llevo casi dos años estancado en el mismo lugar.

—Gabriel, Gabriel...¿A quién tratas de engañar? Cada quien tiene sus especialidades, la tuya podrá ser la mente, pero la mía es el corazón —La rubia rió coquetamente mientras sostenía su largo cigarrillo en la mano con cierta gracia. Sirvió una copa de vino y se la extendió a su hermano— Y esta es la parte en la que tú bebes y me cuentas quién te está haciendo sufrir.

Miller tomó la copa que le ofrecían. Tomó el primer sorbo con cierta precaución, pero el segundo...lo trago de un golpe.

—Entonces no dices nada...¿Tan vergonzoso te resulta confesarlo? ¿Cuándo comprenderás Gabriel que eres un ser humano como cualquiera? Te advertí que nunca te habías enamorado realmente. Todas esas relaciones que tuviste fueron "Demasiado pensadas" eso no fue amor nunca, pero ahora como que si te encontró y estás aprendiendo que duele.

—Cometí un error...

—No, cuando amas nunca cometes un error. Amar nunca es una mala decisión, Gabriel, puede que sufras, que te duela, que pierdas una parte de ti, pero nunca es un error ya que amaste, y estamos en este mundo con ese fin. Hoy eres realmente un ser humano, tienes otra perspectiva de la vida, ahora comprendes muchas cosas que antes no comprendías...Me alegro que al fin te hayas enamorado.

La rubia tomó un buen sorbo de vino de su copa mientras le observaba. Sonrió al ver que su hermano estaba notablemente cambiado, se le veía preocupado, triste, silencioso...conmovido, nada que ver con aquella figura fría y prepotente que no demostraba emociones.

—¿Cómo superas el dolor? ¿Cómo puedes sobrellevarlo?

—Te acostumbras, Gabriel. Los seres humanos crecemos y aprendemos en base al amor y al dolor, esas dos fuerzas nos construyen, están intrínsecamente unidas. Si pretendes huir del dolor nunca conocerás el amor, y si amas siempre te dolerá de alguna manera. Es sólo resignarnos a que es parte de la vida.

Miller tomó otra copa de vino. Ni siquiera podía hablar, tenía tantas emociones a flor de piel que temía desmoronarse.

—¿Es el jovencito?

Él asintió.

—¡Qué hermoso! La juventud, la belleza, ese ímpetu y energía que embriaga. Vivir una relación así a nuestra edad es tan exquisito. No sé por qué insistes en juzgarte, no hay nada más delicioso en el mundo que vivir un romance así, no importa que sea efímero. Son dos vidas que se necesitan: Tú disfrutaste de su juventud y de su energía y él de tu protección y tu experiencia. No fue ningún error Gabriel, era una relación perfecta.

—Lisa...

Ella se levantó y fue hasta donde él. Él se recostó de su cadera mientras ella le acariciaba ese hermoso cabello oscuro que ya lucia unas divinas canas. Elizabeth era su única hermana, su gemela. Vivía sola en un lujoso apartamento, fruto de su última relación. Era divorciada, se había casado tres veces, tenía dos hijos que ya habían crecido y hecho su vida aparte, de vez en cuando disfrutaba de algún amante con dinero que le dispensaba sus caprichos. Siempre pasaban la navidad juntos, su madre estaba en un hogar de cuidado debido a un padecimiento propio de la vejez. Su padre ya tenía muchos años de fallecido, los gemelos sólo se tenían el uno al otro, sobretodo en esa temporada navideña.

El día que me atreva a decirte que TE AMO (¡Disponible el TOMO 1 en Físico!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora