No Eres tú, Soy Yo...

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—Creo que...deberíamos detenernos...—dijo Jack muy a su pesar apenas pudo separar sus labios de Miller— No creo que sea el mejor sitio ni el momento para calentarnos más de lo que estamos.

Estaban encerrados en una pequeña cabina de inodoro, en uno de los baños de caballeros de la facultad. Miller seguía aprisionando el cuerpo de Jack contra la pared de porcelana y no tenía muchas intenciones de dejarlo escapar esta vez.

—Tenemos un poco más de veinte minutos hasta que termine esta segunda hora de clases, con todo puede que algún estudiante fortuito entre al baño ahora...o no, pero lo cierto es que no hay forma que pueda esconder la erección que tengo ahora por tu culpa, así que eso sólo nos deja una alternativa viable... —dijo Miller sonriendo mientras soltaba su corbata de su cuello— ¡Tenemos que ser rápidos y silenciosos!

Diciendo esto, metió su corbata en la boca de Jack y lo puso de cara contra la pared pese a los ruidos de protesta de este. Miller lo mantenía sujeto firmemente con una mano y con la otra desabrochaba sus pantalones. Se asió a su cuerpo y le besó en el cuello antes de susurrarle al oído:

—Siento ser un poco brusco...y lo de la corbata, pero no eres precisamente lo que se llamaría "Silencioso" cuando estamos haciendo el amor, y además no creo que yo pueda contenerme más estás ganas que te tengo desde hace semanas...

Miller mordió su hombro y Jack sólo pudo emitir un quejido ahogado por la corbata en su boca. Sentía como él bajaba su pantalón y se apretaba contra su cuerpo. No podía respirar lo suficiente de lo excitado que se sentía, extrañaba ese cuerpo caliente y robusto de Miller que lo sometía. Él era mucho más fuerte y alto, y en el juego del sexo no sólo era intimidante y posesivo sino también muy dominante: Todo un Alfa que le enloquecía. Lo supo desde la primera vez que lo vio allí mismo en la universidad en el tercer semestre, de inmediato captó su atención y sintió aquella atracción sexual inequívoca cuando observó a ese hombre maduro, atractivo e imponente que sería su profesor. Ya le admiraba desde antes cuando se topó con sus libros y sus diferentes tesis sobre el comportamiento humano y otros ensayos, pero Jack nunca se imaginó que esa persona que admiraba intelectualmente también le atraparía de otras formas más sugestivas.

Ya no podía pensar claramente cuando sentía sus besos húmedos sobre su cuello y aquella virilidad potente rozando sus nalgas, entraría dentro de él bruscamente y con desesperación, pensar en eso le excitaba muchísimo. Miller le sujetó de las caderas y le penetró con fuerza como si de un animal en celo se tratase, su miembro estaba tan húmedo y caliente que no encontró resistencia. Comenzó a embestirle contra aquella fría pared de porcelana. Jack comprendió que su cuerpo ya no le pertenecía, sólo tenía que dejarse llevar por aquel que le dominaba, así que se entregó a él por completo.

—¿Ves? ¡No importa cuánto luches, ni cuán orgulloso seas! ¡Me perteneces! ¡Eres Mío! ¡Y lo sabes! —Miller disfrutaba ese momento de tener a su chico sumiso, le escuchaba gemir desesperado como respuesta a sus embestidas, aquel sonido ahogado en su garganta por la mordaza que le impuso. Él mismo no podía resistir la tentación de gemir en voz alta así que mordía su hombro para acallar su excitación, lo que provocaba que Jack se estremeciera. Se movía con fuerza dentro de él con un ritmo constante y atrayente que lo envolvía. Cada embestida le hacía perder la razón, realmente le extrañaba y tenerlo de esa manera era lo que más deseaba de él desde hace mucho.

Aunque hubiese querido que ese momento durara por la eternidad La Realidad le advertía a gritos dentro de su cabeza que tenía que regresar a sus cabales, Miller le sujetó con una mano fuertemente atrayéndolo hacía sí con fuerza para aumentar su ritmo y obligarse a desatar su orgasmo, pero no se iría sólo, así que con la otra mano masturbaba a su chico para no dejarle con ganas, aunque ya el frenesí por sí solo hacía inevitable que este se viniera tembloroso ante aquellas embestidas. Le sintió acabar y esto fue suficiente para que él también se viniera dentro de él desgastando ya toda su fuerza. Estaban ambos exhaustos y sin aliento encerrados en ese mínimo espacio. Miller se recostó de uno de los laterales de metal de la pequeña cabina y le dio gracia ver al muchacho agotado y sonrojado que sólo tuvo fuerza para sentarse en el piso recostado de la pared de porcelana junto al retrete, sin ni siquiera sacarse aún la corbata de la boca. Le ayudó a incorporarse y le quitó aquel molesto pedazo de tela que le impedía respirar bien, entonces sus labios quedaron libres y aprovechó para besarlo, Jack le correspondió muy bien dejándose llevar por ese apasionado beso. Pero tuvieron que separarse y comenzar arreglarse para salir rápido de allí cuando escucharon el sonido de las voces de los estudiantes por los pasillos.

El día que me atreva a decirte que TE AMO (¡Disponible el TOMO 1 en Físico!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora