El día que me atreva a decirte que TE AMO (¡Disponible el TOMO 1 en Físico!)

¡Cálmate! ¡Alócate!

Algunas veces en la vida los enemigos naturales se unen como único medio de alcanzar una causa común. En el caso de Jack parecía que eso se cumplía de la manera más irónica que sólo a él podía ocurrirle: Gabriel y Max, que no se soportaban él uno al otro, habían logrado concertar una pequeña alianza con el fin de "controlarlo" tras los últimos acontecimientos.

No pasó más de una hora cuando Miller llegó al departamento. Max le abrió y lo dejó pasar.

—¡Llegó...hecho un desastre! Sólo me dijo que estaba en una "Fiesta" ¿Qué clase de fiesta dura tres días? ¡No tenía ni las llaves del departamento! ¡Ni siquiera la ropa que traía era de él! ¿Puedes explicarme qué carajos le está pasando a Jack? —Max totalmente frustrado y terriblemente preocupado inquirió a Miller.

Tras escuchar aquello el mayor solo hizo una mueca de decepción. Él si entendía perfectamente la clase de "Fiesta" en la que Jack estuvo casi tres días envuelto.

—Hablaré con él...—respondió Miller— Tengo que verlo primero y luego podremos conversar.

—Para variar está encerrado en su habitación. Ya sabes cuál es...—Max le abrió paso y Miller se dirigió hasta la puerta de la habitación de Jack.

—¡Jack! ¡Soy yo! ¿Podrías hacer el favor de abrir la maldita puerta?

—Gabriel...¡Sólo tú me faltabas!...¡Otro regaño! ¿Por qué no sólo me patea el culo y me saca de su vida de una buena vez? —pensó Jack  mientras se levantaba a abrirle. Cuando lo hizo pudo ver una muy notable expresión de enojo en su rostro. Suspiró profundamente en espera del regaño que muy bien se merecía.

Pero Miller no dijo palabra alguna, sólo cerró la puerta tras sí y abrió su particular maletín de médico. Sacó los implementos necesarios para hacerle un rápido chequeo a Jack con el fin de evaluar su estado real. Midió su presión arterial, el grado de dilatación de sus pupilas, su ritmo cardíaco. A todas estas el rubio se sentía como un animalito asustado frente al veterinario. Le preocupaba mucho más su silencio que el regaño que esperaba recibir. El mayor seguía sin decirle nada, estaba concentrado en unos medicamentos que sacó y que introducía en una jeringa. Se paró frente a él con ella y tomó su brazo. Cuando lo extendió Miller observó las marcas previas en su piel de otros pinchazos recientes, señal inequívoca del consumo de heroína por vía intravenosa. A esto él no pudo disimular su preocupación y angustia; miró directamente a Jack a los ojos con profunda tristeza y él sólo evadió verle de frente. Luego de inyectarle, se levantó y sacó varios envases de medicamentos y anotó la prescripción en un papel. Jack no soportaba más su actitud y le forzó a hablar:

—¿Cuándo va a llegar el momento en qué me dirás que estás profundamente decepcionado de mí? ¿O cuándo viene la parte en qué me dices que te arrepientes de haberme conocido, que soy el peor error que has cometido en tu vida? ¿Me dirás que al fin entiendes que no vale la pena seguir conmigo?

Miller respiró profundo y nuevamente revisó la prescripción y las cantidades. Jack desconcertado por su actitud se levantó y se paró frente a él retándole.

—¿No vas a decirme nada? ¡Dilo! ¡Dime que ya no soportas más esto y que vas a dejarme!

—Te dije la última vez hablamos que NO iba a dejarte.

—¿Entonces...? ¿Es todo? ¿Vas a recetarme y ya?

—Te traje el Rivotril porque necesitas seguir el tratamiento con urgencia, no puedes dejar de tomarlo, ni un solo día, pero esta vez lo vas a tomar con dos drogas más: Trileptal y Zyprexa de modo que te estabilices lo más pronto posible. Lo que te inyecté te ayudará a desintoxicarte, pero es una prescripción bastante fuerte: Tendrás nauseas, te sentirás mareado y posiblemente con jaqueca por el resto del día y quizás mañana, así que también te dejo unos medicamentos para que mitigues un poco esas molestias. Esto se lo voy a dejar a Max, me demostró que...puede apoyarte...y está sinceramente preocupado por ti, así que confío en que estará más que pendiente de que no incumplas la prescripción que te estoy dejando.