S I E T E

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La gira pasaba y los chicos dejaron de frecuentarme, para convertirse en mis amigos. Poco a poco, mi instinto iba quedando atrás y me sentía más cómoda ahí. Aunque no podía ignorar el hecho de que me había acostado con esos cuatro chicos.
-Uma.-llamó Liam. Lo miré y salté sobre su espalda, dejando que me cargara.- Quiero que nos veas hoy.
-No, Liam.-dije y él se detuvo.- No quiero hacerlo.
-¿Por qué tanto rechazo a nosotros y nuestra música? Sería muy genial que nos vieras. Tu hermano te quiere ahí y yo también.
-Yo no soy ellas.-dije y él me bajó para quedar frente a mi.- Yo solo soy la puta. No tengo esa única cosa, no soy hermosa, nadie se enamora de mis pequeñas cosas, nunca podría ser lo que ustedes quieren que sea.
-Te dolió, ¿cierto?-preguntó.- Esa vez que te lo dijeron. Por eso no escuchas nuestra música. Fue porque te dijeron que las putas no encajaban en nuestras canciones.-bajé la vista y él me obligó a mirarlo nuevamente.- Dejame decirte que no sos una puta y que todos pensamos en vos cuando cantamos alguna canción. ¿Qué creías? Te queremos, Uma. Todos nosotros. Pude ver tu nombre en los borradores de las canciones.
-¿Por qué iban a quererme?-pregunté rendida y su mano descendió a mi cintura.
-Porque todos pudimos ver que sos un ángel que quiere hacerse pasar por el demonio. Hablamos nosotros, Uma. ¿Sabes por qué todos se contienen? Porque todos te queremos. Cada uno de nosotros quiere abrazarte, besarte, quererte. Y no estábamos hablando de sexo, hablábamos de amor.
Me puse en puntitas y rozé sus labios con los míos. Él intensificó el beso y me pegó a su pecho.
-Después de la gira, -susurró.- vas a tener que elegir a uno o a ninguno y vamos a tener que aceptarlo. Pero en los meses que quedan, todos vamos a intentar robarte el corazón. Espero conseguirlo.
Mi mente era una especie de bruma espesa que no me dejaba encontrar mis pensamientos coherentes. Había sido demasiada información. Todo parecía irreal. Pasé de que nadie me quisiera a ser la disputa entre cuatro famosos que tenían el propósito de robarme el corazón, aunque no sabían que uno de ellos ya lo tenía.
Acompañé a Liam hasta el escenario y me quedé ahí, viendo el show. Mi hermano volteó y comenzó a reír al verme. Me hizo señas para que vaya pero me negué. Se acercó a mi y me subió sobre su hombro.
-Zayn, no.-pedí y él rió.
Me paró en medio del escenario y comenzaron a cantar.
-Your hand fits in mine, like it's made just for me. But bear this in mind, it was meant to be, and I'm joining up the dots with the freckles on your cheeks, and it all makes sense to me.-me cantó Zayn a la vez que tomaba mi mano. Al terminar su parte, besó mi frente.
-I know you've never loved, the crinkles by your eyes, when you smile. You've never loved, your stomach or your thighs. The dimples in your back at the bottom of your spine, but I'll love them endlessly.- entonó Liam con sus ojos fijos en mi.
-I won't let these little things slip out of my mouth. But if i do, it's you. Oh, it's you, they add up to. I'm in love with you, and all these little things.
-You can't go to bed, without a cup of tea, and maybe that's the razón than you talk in your sleep. And all these conversations are the secrets that i keep, thoughit makes no sense to me.-me cantó Louis desde la otra punta del escenario.
Harry se acercó a mi y, por primera vez, clavó sus ojos en los míos obligándome a sostenerle la mirada. Acunó mi mejilla en su mano y cantó para mi.
-I know you've never love the sound of your voice in tape. You never want to know how much you weigh. You still to squeeze into your jeans, but you're perfect to me.
Mientras los demás cantaban el coro, él no lo hizo, solo me miró y repitió esa última frase. Tuvo que apartarse cuando Niall comenzó a cantarme y me hizo avanzar por el escenario.
-you'll never love yourself, half as much as I love you. You never treat yourself right, darling, but I want you do. If i let you know, I'm here for you. Maybe you'll love yourself like i love you.
Cantaron los últimos coros y el estadio estalló. Me acerqué a Zayn y lo abracé por la espalda mientras sonreía. Pude ver a los demás sonreír también y me sentí infinita. Si. Porque, al final de cuentas, esos cuatro idiotas y mi hermano, habían sido los únicos que lograron hacerme sentir bien al punto de sonreír como jamás antes lo había hecho, genuinamente.

Empezando de cero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora