V E I N T I D O S

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-¡Uma!-gritó Liam y yo reí mientras corría por la arena un su playera puesta.
Sus brazos me rodearon y no pude evitar soltar una carcajada y voltear en sus brazos para besarlo.
-Sos hermosa.
-Creí que ibas a matarme.
-¿Por qué? ¿Por tirarme al agua y salir corriendo? ¿Por comerte mis tostadas hoy? ¿O por decirme que soy un tonto?
Reí sobre sus labios él comenzó a avanzar hacia el agua. Me aferré con fuerza y él bajó sus labios a mi cuello.
-Yo te cuido.-dijo.
-No me sueltes.-pedí.
-¿Te asusta el agua?-preguntó.
-Mas allá de eso, no me sueltes.-dije y me miró divertido.

Volvimos a la pequeña casa que nos habían alquilado, luego de un rato. Yo iba sobre la espalda de Liam, recostada, adormecida.
-¿Uma?-dijo Louis al otro lado de la línea.
-Hmm.-respondí sin abrir mis ojos. Liam rió.
-¿La están pasando bien?
-Mmhmm.-respondí y mi marido tomó el teléfono.
-Si, Louis. Todo está bien. Quedó agotada después de un largo día de playa. Ya estamos yendo a la casa así descansa. Si queres, cuando se despierte hago que te llame.
Me acomode mejor y él cortó la llamada para luego entrar en la casa. Caminó hasta la habitación y me recostó en la cama. Tomé su mano y se acostó a mi lado para luego rodearme con sus brazos. Me acomodé en su pecho y él besó mi cabeza una y otra vez.
-Dormí, amor.

Al despertar, Liam no estaba. Recorrí la casa una y otra vez sin resultado alguno. Entonces me senté frete a la puerta y abracé mis rodillas, esperándolo.
Cuando mi teléfono sonó, eran las diez de la mañana del día siguiente.
-Menos mal que ibas a llamarme.-dijo Louis, molesto.
-Liam no está.
-¿Qué?
-Desperté ayer y no estaba. Todavía no volvió. -dije y un sollozo escapó de mis labios.- Su teléfono y sus cosas están acá. ¿Dónde está Liam?
La llamada se cortó. Hundí el rostro entre mis rodillas y permanecí ahí por largas horas. Mi teléfono sonaba, pero no era Liam. Yo quería a Liam, pero él parecía haber desaparecido.
Se hizo de noche y de día varias veces pero siempre regresaba ahí, frente a la puerta, esperándolo.
No conocía el lugar, no quería perderme. Quería estar en casa por si él regresaba. Tenía que hacerlo. A menos que, realmente, se haya arrepentido de su "si, acepto.".


Empezando de cero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora