D I E Z

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-¿Qué pasa, Uma? -preguntó Louis una vez que dejamos a Jake con sus padres.
-¿Vos crees que el corazón se rompe?-le pregunté. Él me miró unos largos segundos y se sentó mas cerca mío en la cama.
-¿Quién te rompió el corazón? -preguntó y negué.- ¿Puedo arreglarlo?
Me aproximé a él y lo besé con suavidad mientras él me hacía sentarme sobre sus piernas. Su lengua entró en mi boca y me recorrió con ambas manos.
-Uma, si queres que pare solo tenes que decirlo.-murmuró con tono ronco pero sabía que él no quería detenerse y, a esta altura, tampoco lo haría.
Lentamente, me recostó sobre la cama poniéndose sobre mi. Metí mis manos bajo su remera y lo pegué más a mi cuerpo.
-Uma.-dijo cuando lo mordí.- Elegime. Elegime y me quedo con vos toda la vida.
Enganché mis piernas alrededor de su cintura y le quité la remera mientras sus manos comenzaban a luchar con mi sostén.
-No puedo parar, Uma.-dijo con voz profunda.
-No iba a pedírtelo.
En ese momento, su cuerpo hizo presión contra en mío y dejó mis labios para bajar por mi cuello hasta mi pecho.
Supe que estaba hecho y que Louis no se detendría hasta volver a hacerme suya.

Desperté cuando el sol me dio en los ojos. Mi mano reposaba sobre el pecho desnudo de Louis.
-Nunca te habías quedado.-murmuré.
-Siempre creí que lo preferías así. -dijo y depositó un beso sobre mis labios.- Te quiero, Uma.
-No quiero tener que elegir.
-Lo sé. -suspiró.- Pero explicame de qué otro modo podríamos resolver esto.
-Podría morirme y ahorrar problemas.
-No quiero que vuelvas a decir eso nunca mas en tu vida.-me retó a la vez que me presionaba más contra su cuerpo.- Eso, de ningún modo, va a ser una solución. Nadie va a dejar que cometas locuras.
-Conozco a alguien que si.
-Pero yo no voy a permitirlo.
Lo miré unos instantes y lo besé.

-Comé, Uma.-pidió Zayn. Yo seguí paseando mi tenedor por el plato.-Vamos, linda.
Me levanté de la mesa y caminé a mi habitación. La puerta se abrió detrás de mi y Zayn se acostó a mi lado.
-Yo manejaba el auto. Mamá no quería pero papá dijo que era hora de que aprendiera. Fue mi culpa.
-¿Qué? -preguntó atónito.
-Que yo los maté.
-El otro conductor iba borracho.
-No pude esquivarlo.
Su mano secó mis lágrimas y me miró con insistencia. Ninguno dijo nada ni se movió. No sé cuantas horas nos quedamos ahí, solo sé que se vieron obligados a cancelar el concierto de esa noche.
-¿Cómo está? -oí preguntar a Niall.
-Necesito que te quedes con ella unos minutos, necesito algo de aire.
Fingí dormir y sentí a Niall sentarse a mi lado. Su mano se entrelazo con la mía.
-¿Qué pasa, princesita? Vos no eras así. Nunca llorabas así. Nunca dijiste sobre tus heridas.
Cerré mi mano, afirmando sus dedos y él me besó con suavidad. Como si fuera una niña pequeña, me acurruque contra su pecho y dejé que me rodee con sus brazos.
-Tranquila, todos estamos acá.
-No se vayan. Yo los necesito. A todos.
-Sé que no queres elegir, Uma. Pero quiero que sepas que va a pasar y que los demás no vamos a irnos cuando eso pase.
-¿Lo prometes?
-Lo prometo.
Dejé mi cabeza reposar en su pecho y cerré mis ojos durante unos largos minutos.
Esa noche, al levantarme, escuché a Liam, Niall, Louis y Harry discutir sobre mi. Sobre las reglas en su juego de conquistarme. Pasé por el cuarto de Zayn y besé su frente antes de dejar una pequeña nota en su mesa de luz. Salí por la puerta del hotel con nada mas que una pequeña mochila y la promesa de que mi huída solucionaría las cosas.
Me adentré en esas calles de Argentina y me negué a detenerme hasta que algo llamara mi atención de un modo positivo. Y eso fue un parque. No podría decir muy bien cuál, solo sé que me enamoré al verlo. Caminé durante largos minutos y terminé acostándome bajo un gran sauce llorón.
La ciudad parecía negarse a dormir y yo tampoco podía hacerlo. Miré los columpios un largo rato hasta que amaneció. Me hubiera gustado tener un parque así al que me llevaran cuando era chica. Hubiera sido increíble. Pero no lo tuve y no sabía columpiarme sola, así como no sabía andar en bici.
Abracé mis rodillas en silencio y seguí mirando la plaza, esperando algo aunque no sabía qué. Por algún motivo me había detenido ahí. Se suponía que ahora venía lo que me decía que valía la pena haberme detenido.
Así pasaron tres días. Había alquilado un pequeño y precario cuarto al que iba solo para asearme. Lo que esperaba aún no llegaba y mis esperanzas se desvanecían. Tal vez solo necesitaba una escusa que me dijera que estaba haciendo lo correcto.
Y en el fondo, sentía un poco de miedo, aunque no podía descifrar a qué le temía.
Al salir del hotel, dejé mi teléfono o me tentaría y arruinaría todo. Sin embargo, creo que Zayn entendió mi mensaje, puesto que no escuché nada sobre One Direction desde que estoy acá. Necesitaba que se fueran, dejar de ser una carga, tener corazones en mi mano. Ya no podía con todo eso.
En momentos así, lo que más quería era desaparecer como un cigarrillo entre mis dedos.

Empezando de cero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora