V E I N T I C I N C O

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Tres semanas más tarde, apareció Harry, con un yeso en el brazo derecho y olor a alcohol.
Liam había cambiado mucho. Los chicos lo notaban, las fans lo notaban, yo lo notaba. Usaba traje todo el día y era frío la mayor parte de tiempo.
-Nos vamos hoy.-me dijo Zayn. Asentí.- Uma, ¿pasa algo con Liam?
-No sé que le pasa.-admití y las lágrimas me inundaron los ojos.- Si le pregunto, se enoja.
-Hoy vas a quedarte conmigo.
-No creo que sea buena idea.
-Soy tu hermano. Vas a quedarte conmigo. Liam tiene que entender eso.
Me hundí en sus brazos y, tras unos minutos, subimos al bus. Liam me hizo una seña para que me acercara pero Zayn me lo impidió. Vi como se enfurecía a través del cristal pero no pude hacer nada al respecto.
-Uma.-dijo al entrar.
-No. -le cortó Zayn poniéndome detrás de él.- No sé qué carajo te pasa pero mi hermana no tiene la culpa de nada. No voy a dejar que se vaya con vos. No la mereces. Te portas como un idiota todo el día. Dejá ese maldito traje, esa actitud de hombre estricto y dejá de acaparar a mi hermana, porque no es tuya.
-Es mi esposa.-gritó Liam y cubrí mis oídos.
Recordé cuando Zayn había gritado y cubrí mis oídos. Recordé como Liam me había sacado de ahí, como se había quedado conmigo. Un brazo me levantó y vi a Liam apartar a Zayn violentamente.
-¡Soltala!-gritó y pude ver la vena resaltar en su cuello. Harry me tomó con más firmeza y retrocedió un paso.- ¿No entendes cuando te hablo?
Quiso tomarlo a él y yo terminé en el piso, dándome la cabeza contra el borde de una de las camas. Sentí un líquido caliente mojar mi frente y mezclarse con las lágrimas que huían mientras hacía un puchero involuntario.
-Uma.-susurró Zayn y me sacó de ahí con rapidez.- No llores, mi vida. Tranquila.
-Me duele.-susurré cerrando los ojos y abrazándolo con más fuerza.- Liam me lastimó.
-Vamos. Hay que curarte eso y volver al bus a tiempo.-dijo, tomándome mejor.
-Uma...-empezó Liam en un susurro.
-No quiero que le hables.-le cortó Zayn. -La lastimaste.
No pude mirarlo. Mi hermano me sostuvo la cabeza contra su pecho como si fuera una pequeña beba y me impidió mirar a mi marido.
Aunque, para ser sincera, ya no lo reconocía por completo. Desde esa tarde en que volvió, no parecía ser el mismo.
Ya no sabía siquiera si mi Liam seguía ahí. Y me aterraba el sentimiento de haberlo perdido para siempre.



Empezando de cero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora