—Recuerda que esto sólo proporciona una pausa temporal, debes encontrar su alma pronto—
—Dijiste que no me ayudarías— murmuró William.
—Bueno... es difícil resistirse a ese pelirrojo ¿no es así? señor mayordomo— Dijo Undertaker mientras a sus espaldas, Sebastian se hacía presente.
—Le debemos un favor a Grell-san— sonrió Sebastian.
...
En una desolada calle de noche tenebrosa con luna roja, el único ruido que resuena en las afueras es el galopar de los caballos que tiran de una carroza, William maldijo la extraña fascinación de su superior por vivir en el reino humano, trasladarse de su reino al mundo mortal era una gran pérdida de tiempo.
Con cuidado William lleva en brazos a la parca roja, recordó todos esos momentos en que deseó matarlo con sus propias manos y maldijo su estúpida existencia, pero ahora... ahora que casi se hacía realidad su egoísta deseo, reflexionó la situación, William estrujó contra su pecho el demacrado cuerpo e inevitablemente, más sangre broto de la herida del pelirrojo, el shinigami oscuro, de fachada siempre serena y ejemplar, no pudo evitar ser presa del pánico, su garganta obedeció y guardó silencio tragándose un grito nervioso pero su rostro no le fue fiel y en sus ojos todos pudieron reconocer todas las emociones que su corazón reprimió durante décadas.
—Ridículo— Se burla el demonio al mirar a las parcas miserables. William hace caso omiso, toda su atención está en Grell, el viaje le parece una eternidad, su pulcro traje ahora está empapado de sangre, se cuestiona si está perdida no le hará daño a su seudo-inmortal amante. Finalmente la carroza se detiene, el primero en bajar es el mayordomo y después de años de servir cual fiel sirviente, su primera reacción es ayudar a William con ese bulto rojo, con el cual le es casi imposible bajar.
—¡Ni te atrevas!— amenaza el semidiós, William no está dispuesto a que Michaelis "ayude" nuevamente en nada. La parca arrogante prefiere dar mal paso y casi tropezar con Grell en sus brazos, propinándole un golpe seco en la cabeza al pelirrojo, un sonrojo de vergüenza invadió el rostro de William, se siente tan estúpido, pero todo es mejor a que ese demonio ensucie más el nombre de los dioses de la muerte.
—Hehehehe, basta, basta ya— reprende el peliplata quien se hace cargo del pelirrojo, Undertaker toma a Grell y se lo lleva a una habitación de la tienda, William pretende ir tras ellos, pero el sepulturero se lo impide cerrando la puerta en el rostro del moreno, William suspira resignado pero molesto y permanece de pie frente a la puerta cual cachorro que espera por su amo.
Sebastian simplemente sonríe y toma asiento a la espera de que el viejo segador de instrucciones de lo que se debe hacer.
Sobre una mesa vieja un cuerpo inerte es recostado sin cuidado, cual si de una muñeca vieja se tratase, aunque aún está con vida, su cuerpo comienza a consumirse.
—Nada bueno has traido desde que fuiste concebido— se mofó el shinigami mayor mientras admiraba al pelirrojo, lentamente comenzó a quitar las prendas empapadas en carmín, el olor ferroso inundó sus olfato, era un olor tan fuerte y dulce a la vez.
—Sangre fresca de un dios agonizante— Undertaker se inclinó a un lado del cuerpo y lo abrazó con ternura, acarició los rizos rojos y con la larga uña de su pulgar, rozó los labios siempre rosados y carnosos ahora algo amoratados. Apreció las facciones, el físico, sería una hermosa muñeca bizarra, un buen obsequio para William, finalmente lograría que Grell le obedeciera.
—Aléjate— ordenó el shinigami oscuro en un tono de voz sombrío, en verdad respetaba a su mayor, pero en estos momentos, todos eran sus enemigos.
La intimidad del momento fue groseramente destruida, William irrumpió con brusquedad en la habitación e inmediatamente Undertaker mostró su molestia, sobre todas las cosas él era un profesional y un caballero. De tratarse de cualquier vil mortal, su alma hubiese sido segada en ese instante, pues la famosa death scythe del shinigami legendario se hizo presente.
—Muchacho...— Undertaker sonrió con la mirada gacha. —¿Sabes?, en tantos siglos de existencia... aún hay una duda que no logro responder — el viejo guardó su guadaña y se acercó de nuevo a Grell. —Aún se mantiene tibio— el sepulturero tomó asiento a un lado del shinigami rojo y entrelazó sus manos, para después tallar su mejilla contra la mano delgada de uñas rojas.
—¿Cual duda?— preguntó William.
—Esa es una herida muy bonita, hace tanto que no veía a un shinigami morir por su death scythe.
—¡No está muerto!— gritó William molesto, el viejo segador simplemente sonrío y se encogió de hombros.
—No prometo que quedara igual, muy probablemente haya una cicatriz, una muy linda— dijo Undertaker mientras acariciaba con la yema de los dedos el contorno de la herida y sumergía las uñas en su interior.
—¿Cuál duda?— repitió William para distraer a su superior y que este parara con su filia por los cadáveres, no es que le importe y lo juzgue por la necrofilia, pero se trataba de Grell, "su" Grell.
—Él está vivo, simplemente se mantiene en pausa, pero... ¿está consciente de su entorno?—concluyó el peligris mientras introducía sus largos dedos en la boca de Grell, como si buscara algo, obviamente William se molestó, pero no hizo más, se reservó a tragarse su orgullo. Undertaker sonrió victorioso interiormente; danzó un poco más alrededor del cuerpo, cual niño feliz.
—Ahora bien... lárgate— exigió el sepulturero, William abrió los ojos con sorpresa y frunció el ceño.
—Recuerda... esto es temporal, deja de perder el tiempo o morirá.
—Ah... si, no temas, tu "señora" está en buenas manos— concluyó el viejo segador mientras empujaba a William fuera de su espacio vital. Sin más, William acató las órdenes y se marchó en compañía de Michaelis.
En un eterno sueño, así se sentía, quería moverse, quería hablar, gritar y maldecir, pero su boca estaba sellada, "¿acaso este era un castigo de Dios?, se suponía que los shinigamis son imparciales sin creencias, sin bandos buenos o malos, pero Grell siempre fue la excepción en todo, desde un principio todo estuvo mal en el.
En un campo blanco, en la nada, un punto muerto, su alma vaga sin sentido, ¿es este el destino de todos los muertos?, ¿no debería haber un cielo?, un infierno si acaso, ¿era este el purgatorio?, tal vez, tal vez no era lo suficientemente malo como para ir al infierno, pero estaba claro que el cielo no le esperaba, "una eterna existencia, ese es el destino de los miserables".
Pero a pesar de todo el terror e impotencia que podría sentir en este momento, una calma lo abraza.
—Sé que me escuchas, duele ¿no es cierto?— Undertaker susurra a su oído mientras limpia la herida sangrante y se dispone a remendar cual vestido viejo al inerte segador. —Todo se paga en esta vida cariño, no lo olvides, tal vez se trate de la prostitutas, o de Angelina, pero... aquel que te ha hecho esto... William acabará con él hehehe— el sepulturero platicó largo y extenso con el carmín, cual si de un niño travieso que se niega a dormir se tratase, historias absurdas, divertidas y de terror se escucharon esa noche, pero llegaron a oídos sordos, o ¿no?.
—¿No estás de humor para charlar?—Undertaker sonrió, se sentía orgulloso del trabajo obtenido, William tenía una deuda sumamente alta que saldar con él. —Tu vida está en mis manos, esto suele pasar... tantos eones de vida, llegan a fastidiar y de vez en cuando tengo que hacer... cosas para divertirme, sabes a lo que me refiero ¿verdad?— el viejo segador se recostó a un lado del rojo hombre y lo abrazó para estar más cerca, hace tanto no dormía en compañía de nadie.
—Pero no debes temer, confía en mí, no moveré ese marcador, y si las cosas salen mal... yo lo reescribiré para ti, No importa cuánto le ruegues a los ángeles, tampoco ningún demonio te podrá salvar ni aunque le vendas un millar de almas, sólo yo puedo decidir tu final. —besó su mejilla. —Déjame conducirte a un sueño eterno, hehehehe.
ESTÁS LEYENDO
L'EAU ET LE FEU (GRELLIAM)
RandomCuando se ha perdido la esperanza y la fe, se suele tomar medidas desesperadas. Todos los pecados son perdonados, pues tenemos la oportunidad de arrepentirnos y remediar el daño, todos menos el suicidio, una vez ejecutado, no hay marcha atrás, ¿O...