WILLIAM

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William ha encontrado su lugar especial, lejos del caos de la oficina, lejos del papeleo, lejos del "rojo", si, no soportaba convivir mucho con Grell, tal vez se estaba comportando algo infantil y rencoroso, después de todo el pelirrojo había cambiado su actitud violenta con el y ahora solo quería simpatizar le y ser su amigo, aunque dicha amistad consistía de muestras de afecto imprudentes y molestas.

—Honestamente— William suspira y mira el atardecer, se pregunta ¿qué estará pasando en el despacho? y ¿qué diría su tutor de verlo aquí , seguramente le aplaudiría el anciano de cabellos plateados siempre ha sido muy liberal, nada que ver con los shinigamis.

Este lugar no es nuevo para William, de hecho está en el reino humano, hacia mucho años que no venía aquí, su última visita no fue nada grata, fue el último lugar que vio antes de morir por culpa de "ella", a veces justificaba la violencia de su padre.

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William T. Spears, hijo del oficial inglés Thomas Spears, eran de buena posición económica, no ricos pero si vivían bastante bien, bueno eso parecía, el padre de William era un hombre de admirar, muy responsable pero muy estricto, llegando a la exageración, todo debía ser perfecto y si las cosas no se cumplían en el tiempo indicado habría consecuencias "malas". Su padre solía golpear a su madre por no hacer las cosas "bien", después que pasaba su ira, se disculpaba con su mujer diciéndole que la amaba y que era por su bien, que debía educarla pues su mujer debía ser la mejor, el hombre cuando estaba feliz siempre halagaba a su mujer y la presumía con sus conocidos, pero Dios libre la hora en que algo estaba mal.

—Hijo, si quieres las cosas bien hechas siempre debes tener mano firme, más tratándose de las mujeres, si eres dócil te verán la cara de idiota, más vale un buen golpe a tiempo— siempre fue el consejo de su padre,"dolor es amor" o "golpes son amor".

A William nunca le pareció ese lema de su padre pues no le gustaba ver a su madre con miedo o llorando, William se dijo a sí mismo que el día que conociera a una mujer a la que amara jamas la golpearía.

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Campo abierto, muchas flores de dulce aroma, las aves libres, el ruido del lago, no, nada es nuevo, en su vida humana él solía venir aquí, de niño, para ser más específico, su padre los traía aquí en compensación por los malos ratos y golpes que le hacía pasar a su amada madre, era un lugar hermoso de verdad, "oh, cómo amaba William a su madre", un ejemplo de mujer perfecta, lastima que su padre no lo veía así, el hombre era un abusivo con ella. William sacude la cabeza para deshacerse de esos malos recuerdos y toma un libro que yacía junto a él, será bueno que lea un poco, después de todo, mañana por la mañana la misma rutina lo agobiara, realmente nunca pensó que ser un shinigami fuese de tal laboriosidad, quien diría que la burocracia está inmiscuida.

Una paloma se acerca al segador de almas, muy cerca para ser sinceros, William la toma con sus manos, es tan bella, a William le gustan los animales, de pequeño su padre nunca le permitió tener ninguno, decía que eran sucios, se conformaba con las avecillas de su madre, las compadecía, tener que vivir enjauladas, prisioneras al igual de ellos, Su madre le contó que si ponía atención, las aves le contarían historias asombrosas pues ellas viajaban mucho, y si era bueno con ellas, ellas serían sus amigas y confidentes, guardarían sus secretos, lo cual parecía ser cierto, varias veces William pudo ver a su madre hablar con sus canarios después de los pleitos con su esposo.

A veces William se pregunta ¿que fue de su madre después de que el se suicido?

William suspira nuevamente, al parecer son pocos los buenos recuerdos que guarda de su vida humana, deja a un lado a la paloma, se levanta y se marcha, es tarde y debe volver al reino shinigami.

L'EAU ET LE FEU (GRELLIAM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora