Celos.

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No soy celosa de lo que se dice enferma de los celos. Siento esa molestia, irritación, angustia (es que son varios los estados por los que pasas cuando estas celosa) pero en las medidas convencionales; celos mesurados, normales, sanos. Eso sí, cuando se trata de mi papá y mis hermanos, soy la peor. La más caprichosa, la más egoísta. Mis hermanos son míos y mi papá es el hombre de mi vida; y me importan tres carajos los complejos de Edipo, Electra y sus amigos. Con mamá el tema es distinto... mamá es mamá.

Por eso no puedo decodificar qué es lo que estoy sintiendo en este momento, al verte charlar muy de cerca con Cecilia (la odio la odio la odio y a vos te odio más). Estoy apretando la copa demasiado fuerte y presiento que no va a terminar la noche entera. Como temo por la salud de mi mano izquierda, dejo la copa sobre la mesa y me ubico dándote la espalda, para obligarme a dejar de mirarlos.

Zaira se acerca a mí y comienza a contarme el mensaje inoportuno de su ex/actual y yo no estoy en las condiciones mentales para escucharla. En sus pausas inclino la cabeza asintiendo o murmuró "mmm", "claro" y "te entiendo"como para que no sospeche que en realidad no estoy prestando atención a lo que me está contando. Mi pie (el chueco) no para de rebotar en el piso de madera, Zairu no para de hablar y Flor y Hernán, que estaban a mi lado, ya se perdieron en algún cuarto de la casa. Bien.

De pronto, siento como una mano acaricia súbitamente mi hombro y me doy vuelta de inmediato para encontrarme con la persona que menos me quería cruzar.

- ¡Chiquis! - piña piña piña para Chechu. Zai se sonríe y yo trato de imitarla; no me sale ser falsa, pero haber estudiado teatro por años de algo me tiene que servir. Acomoda su cabello al costado y hace esa mueca que realiza siempre que se muere de ganas de contar algo. Carraspeo.

- ¿Qué onda con Pepe vos? - pregunta la morocha divertida y le agradezco porque la verdad, es que yo también quiero saber.

- La mejor... me parece que hoy me lo llevo a casa - simplificó con una sonrisa y me dejo de llegar el oxigeno al cerebro. Cecilia se me había adelantado... una vez más - Tenemos una cuenta pendiente...

- ¡Me parecía que había algo ahí eh! - añade Zaira mirando cómplicemente a la rubia y yo me muerdo el labio, pero disimulo mi irritación con una sonrisa acorde al relato.

- ¿Qué raro vos y Pedro no? Como que no pegan - y me sale desde lo más profundo del alma y es una opinión completamente objetiva... ¿Objetiva en mi subjetividad? No pegaban y punto.

Chechu me mira curiosa y Zaira se ríe (gracias Cachorra por pensar que es un chiste). Y se que la rubia sabe lo que se supone que nadie sabía, porque nos sabe de esa noche en la playa (difícil no saber, con Florencia contando a los cuatro vientos) y también nos vio en año nuevo. Sabe que me gustás, que los que tenemos cuentas pendientes en realidad somos nosotros y que estoy un poco (solo un poco) celosa de vos y ella. Pero yo sé que a Chechu eso no le importa en lo más mínimo; como tampoco le importo tirarle onda a Facundo cuando terminamos (decí que a él se lo regalo con moño y en bandeja).

En mi mente, tengo la teoría de que en realidad me molesta tanto porque es ella la que esta metida en el medio. Esbozo una media sonrisa y ella bebe el Gancia con Sprite que reposa encerrado en su mano derecha antes de formular una respuesta.

- A simple vista capaz... pero tenemos mucha química - refuta y con ese tono dulce y esa sonrisa estúpida me lo restriega en la cara. Y se me vienen a la cabeza fragmentos de esa noche y de los eventos desafortunados en los que finalizo. Gracias Chechu por tener tan pocos códigos.


Flashback.

31 de diciembre de 2009, Palermo.

Asignatura pendienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora