Lo admito, me enamore de vos. No se cuando y creo saber cómo, pero lo más importante es que lo estoy y que no puedo hacer absolutamente nada al respecto. Ese límite lo pusieron vos y tu desfachatez.
"Jugás a dos puntas es lo tuyo" se repite en mi cabeza sin cesar (incluso con un tono más mordaz... Sí, soy masoquista). No sé por qué no puedo dejar de darle vueltas a esa frase. Supongo que quiero justificar tu estupidez con algo... Pero ninguna idea encaja como para respaldar tus celebres palabras (ironía al mil).
Utilizando la pared como soporte, saco el celular par a utilizar la pantalla como espejo y confirmo que el rimmel decora parte de mis ojos y pómulos que no debería. Parezco un panda.
A ciegas, deslizo una carilina, que encontré perdida en la cartera, por mi rostro; no da quedarme así y que me veas (o que me vea alguien por la calle). Suerte que el maquillaje era resistente al agua.
A los pocos minutos salís y me buscás con la mirada; estoy apoyada contra la pared de ladrillos a izquierda de la puerta. Sí sí, soy el proyecto de oso panda.
- ¿Cuanto salió? - pregunto exaltada cuando estamos enfrentados; no quiero dejar lugar a los silencios, son peligrosos. Ante tu mutismo y sin esperar una respuesta, busco la billetera para pagarte la mitad. No quiero deberte nada y según vos... Ya te debo demasiado.
- No importa Paula - musitás y revoleo los ojos. Sí que importa.
- Dale decime... No te hagas el difícil - insisto. Que pagues vos no es la idea y menos en esta situación...
- No - decís terminante. Revoleo los ojos y vos me retas con la mirada. Ahora venis a hacerte el limitador de situaciones - Deja de ser tan caprichosa.
- ¿Terminaste de bardearme? - pregunto tajante y trato que mis ojos verdes dejen de dar lástima. Se que notás que estuve llorando por tu expresión compungida y tratas de tomarme la mano en un impulso. Me corro automáticamente.
- Paula...
- Paula nada. Soy caprichosa, soy tarada y ahora resulta que también una forra - escupo sin tomar respiro y balbuceas algo mientras fruncís el entrecejo - ¿Sabés quién hace siempre lo mismo? Vos - acuso y soltás una risita mientras negás con la cabeza - Sos un histérico, de manual.
Sacudis tu cabello castaño y aprovecho para hipar.
- Deja de proyectar Paula... Hacete cargo, una vez - refutás molesto y la situación me supera. Vos me superás; vos y tus constantes contradicciones.
- Ay Pedro por favor... Siempre que te digo que sí, que me animo a jugármela por vos te alejas de mí o te metes con amigas mías - digo y vos ponés tu mejor cara de desconcierto. Andate a cagar.
- ¿Amigas tuyas? Estás diciendo cualquiera - y se ve que es lo único que te llamó la atención porque de lo primero no dijiste ni a. Te conviene ignorarlo en realidad... porque es más fácil.
- ¿No te cansás de hacerte el boludo? - inquiero y me mirás duramente. Ya no me inhibís con tus miraditas ni con tus muecas - De Chechu te hablo.
Me observás pasmado y si pudiera sonreír, lo haría. Ahí está lo que hace años quiero echarte en cara y nunca hice. De repente, me siento más aliviada; debería haberlo hecho hace mucho tiempo.
- Yo con Cecilia... Nada - balbuceás y con esta respuesta no hacés más que confirmarlo. Revoleo los ojos y siento unas inmensas ganas de llorar; ni siquiera se por qué si la confirmación no me proporciona nada nuevo.
- No te creo... Yo te vi - y vos negás con la cabeza. Deja de tomarme como idiota -Y me lo confirmaste el día que Flor se recibió...
- Para Paula, estas entendiendo cualquier cosa. Y nosotros no éramos nada en ese momento, además.
A los botes, nos hundimos. O me hundo (si querías hacerme sentir mejor, muy contraproducente lo tuyo).
- ¿Esa es tu justificación? - y vos te rascás la nuca, molesto. Estas enrojeciendo, de bronca. Me consterna lo cara dura que sos.
- Sos tan pendeja...
- Y vos no solo sos un mentiroso, sino que un cagón. Ni siquiera tenés las pelotas para decirme como son las cosas - digo elevando mi tono de voz, pero no muy alto. Vos movés los brazos con violencia, frente a mí.
- A vos te conviene no entenderlas... Así no tenés que meter excusas para irte con tu ex - me gritás y siento como las lágrimas comienzan a recorrer mis mejillas, derramando lo poco de rimmel que cubría mis pestañas - Ex o actual, ya no sé.
No sé por qué pero volvés a las mismas incoherencias de hace un rato y en algún loco lugar de mi cabeza, empiezo a pensar que lo crees de verdad. Pero si pensás eso de mí... nada de lo que te diga lo va a cambiar. Y a esta altura ni siquiera se si quiero cambiarlo
- Sos tan básico... Después de cuatro años seguís haciendo lo mismo... Jugártela a medias - digo con fuerza, pero con tranquilidad. Limpio mi cachete con el dorso de mi mano izquierda, mientras hipo por las lágrimas derramadas. Vos atinas a acercarte a mi, pero te contenés - No tiene sentido aclarar nada...
Y se que te dolieron mis palabras (en el ego supongo, porque si me querés es muy a tu manera) y encerrás tus manos en forma de puños.
- Escapate, como siempre - musitás con odio y yo me limito a mirarte. No entendés nada y nunca lo entendiste.
- No me escapo, pongo un punto final. No quiero estar con alguien así...- hago una pausa - No me jodas más. - digo clavándote a los ojos y lo digo más en serio que nunca. Esto no me sirve.
Me inclino hacia la derecha, para irme, pero vos me cerrás el paso mientras me tomás por los hombros. Levanto la mirada.
- Soltame - te pido con lágrimas en los ojos y creo que suena a súplica. Odio ser tan débil con vos.
Si buscabas que caiga con vos, como tu tarada, tu actitud tuvo el efecto contrario.
Te corres a un lado con esa postura tan vos (ni siquiera insististe en retenerme) y me apuro para alejarme lo más rápido que puedo, pero sin quedar como una loca desesperada.
Necesito irme lejos donde Pedros Alfonsos con ojos vidriosos no me hagan tener tan poca voluntad y determinación. Donde nadie me nuble mi pensamiento... donde pueda pensar con claridad. Donde no haya límites más que yo misma.
El problema es, justamente, que te siento en todas partes.
ESTÁS LEYENDO
Asignatura pendiente
FanfictionPrólogo. El pasado me quema… más bien tu recuerdo. A veces (muy de vez en cuando), me embriago de esos pocos momentos compartidos y aunque quiero no pensar, mi mente viaja a esos días. No debería sentirme así pero hace un tiempo que decidí dejar de...