Llovía, podía decirse que dilubiaba pero, ¿qué mas daba? Ella no estaba conmigo, ella se había ido. Mi cuerpo tembló ante la idea de no volver a verla, ¿podría pasar sin ella más de una semana? No, no podía imaginarme un segundo sin ella, sin sus risas, sus miradas, su sonrisa o sus caricias.
Las gotas caían con fuerza en mi cabeza, cara, cuerpo. Yo no me movía, dejaba que el agua me purificara.
Aquí comenzaba una nueva vida, un nuevo reto, sin ella. Una lágrima cayó por mi mejilla y, sin darme cuenta, estaba tirada en el suelo sollozando, iba a ser más duro de lo que creía.
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You're mine
Short StoryEsta historia, a demás de ser la primera que escribo aquí (tened piedad conmigo), trata sobre mi gran miedo que, ya vereis cual es...