Sonó el despertador haciendo que saltara de la cama. Eran las siete y media y entraba a clases en una hora. Sentada en la cama, estiré todos mis músculos y hacía crujir mis huesos. Un nuevo curso se interponía en mi camino a la fama.
Me levanté torpemente, y caminé hasta el servicio. Me topé con mi reflejo en el espejo, mi pelo castaño no estaba por la labor de hacerme el día menos difícil de lo que ya iba a ser, suspiré, quitándome el pijama y adentrándome en la ducha. El agua caliente caía como una cascada encima de mi, relajando todos mis músculos y ayudando a despertarme del todo.
Salí, enrollandome en una toalla el pelo. Caminé rápidamente hasta el vestidor, mojando el suelo a mi paso. Suspiré mientras removía todas las prendas, era impresionante toda la ropa que podía tener allí. Acabé escogiendo una falda de tubo azul marino, una camisa blanca y las ropa interior del mismo color de la camisa. Escogí unas manoletinas negras para mis pies, pensando en mi comodidad y en el día que me esperaba.
Me coloqué de nuevo ante el espejo del cuarto de baño, me solté el pelo que se dejó caer por mis hombros y pecho. Lo sequé con rapidez y, viendo que parecía un león, lo recogí en una trenza al lado. Me maquillé rápidamente, un poco de rimel, eyeliner y un pequeño toque de pintalabios rosa oscuro.
Cogí mi bolso, comprobando que dentro se encontraba una pequeña libreta, mi estuche, las llaves, el teléfono y la cartera, y salí a la calle.
Mi pequeño escarabajo estaba aparcado en la acera de enfrente, un gran alivio porque ya iba con el tiempo un poco justo. Arrancó rápidamente, cosa poco inusual en el, puse la radio y salí a la carretera.
Vivía a 10 minutos de la universidad y, cuando acabara este año quedaría libre de todos los estudios. No era una chica de dieces ni matricula de honor pero, sacaba los cursos sin demasiado esfuerzo.
- ¡MIRA POR DONDE VAS! -grité a una señora que se entretenía en hablar por teléfono y lanzarse a la carretera sin mirar. Por culpa del repentino frenazo, algunos pelos de mi trenza se escaparon. Definitivamente, hoy no era mi día.
Llegué a la facultad con cinco minutos de adelanto, bajé del coche y lo cerré. Un año más, la facultad de música, arte y danza se alzaba ante mi gritando de felicidad. Caminé decidida hacía la entrada y me frené ante un grupo de nuevos que miraban asombrados el sitio. La verdad es que de todas las facultades que había allí, el campus y la torre de MAD eran los más bonitos y asombrosos. Tenían dos torres altas unidas por una planta baja donde se encontraban la recepción, la biblioteca y la cafetería. La torre de la izquierda estaba centrada en todo el tema del arte, dibujos, esculturas, diseños... Un lugar donde perderte entre sus 4 pisos y 17 aulas. En cambio, en la torre de la derecha habitaban las 20 aulas y 4 pisos de música, estudios de grabación... Para encontrar la zona de danza debías de bajar por la planta baja, encontrando dos plantas en el subsuelo con 7 aulas, donde todo era bailar y pasarlo bien.
Suspiré, y me decidí en entrar pero, alguien me embistió desde atrás gritando mi nombre.
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You're mine
Short StoryEsta historia, a demás de ser la primera que escribo aquí (tened piedad conmigo), trata sobre mi gran miedo que, ya vereis cual es...