Justo delante mía estaban Gloria y Jesús, cada uno sentado en una silla. Ambos estaban profundamente dormidos, pero eso no era lo que me impresionaba.
Gloria había perdido casi el mismo peso que yo, estaba tan cambiada que podría jurar que era un zombie.
Jesús, por su parte, se encontraba igual de escurrido, con una gran barba y nada de la musculatura que recordaba. ¿Habían estado conmigo todo éste tiempo?
Di un paso para acercarme a ellos, pero al parecer no tenían el sueño tan profundo y los dos abrieron sus ojos en mi dirección. La cara de sorpresa de cada uno daba incluso miedo, pero la efusividad con la que Gloria se levantó y se lanzó hacia mi con los pequeños gritos hizo que diera un salto atrás, el cual no sirvió de mucho.
- Sis -su voz era mas bien un sollozo, y cuando sus brazos me alzanzaron, caí al suelo de golpe, con ella encima.
Solté un gruñido en forma de queja, acababa de notar como todo mi cuerpo volvía a quebrarse en cientos de pedacitos.
Como si fuera un muelle, se levantó blanca como la leche. Le lancé una sonrisa para relajarla pero me mantuve en el suelo recuperando el aire y las ganas de moverme. Ni que decir de las ganas de matar a Gloria que sentía, pero ni fuerzas para intentarlo.
Unas manos temblorosas me tomaron de las axilas y comenzaron a levantarme poco a poco. Acepté la ayuda y, una vez en pie, me giré para encontrarme con Jesús, totalmente serio.
- Yo... -susurré y agaché la cabeza, sin saber que decirles o hacer. Estaba atacada de los nervios, y un poco agobiada. Me abrazaron, ambos, me estrujaron tanto que comencé a llorar tanto de dolor como de alegría, eran maravillosos mis amigos.
- Vámonos, no hace falta que hablemos aquí y ahora -Jesús habló y caminó delante de Gloria y mía, quien ahora me mantenía sujeta por la cintura y caminaba a mi paz.
****
- Así que... ¿Nadie murió? -pregunté después de toda la historia. Al parecer un hombre, borracho, se saltó un semáforo y arrasó conmigo. El salió casi ileso y la única con problemas fui yo, y aún así sigo viva.
- Exacto -contestó Jesús, quién había estado hablando todo el rato puesto que Gloria solo lloraba, sin control alguno.
- Y... ¿Como fue eso de la casa? -pregunté. Habían dicho que el piso en el que vivía lo habían vendido o alquilado, no me había enterado muy bien.
- Pues a ver... -comenzó Gloria con una sonrisa-. Pensamos que, si despertabas, no ibas a poder estar sola todo el tiempo... Asi que vendimos tu piso y compramos éste, dos baños, una cocina, cochera, cuatro habitaciones... Totalmente completo, ¿qué te parece? -sonrió tímidamente y dio un pequeño apretón en mi pierna-. En verdad me da igual lo que digas, tienes que vivir aquí -terminó y se encogió de hombros.
Sonreí de lado y caminé hasta la cocina para tomar un vaso con agua. Jesús me siguió y se colocó en el quicio de la puerta.
- ¿Todo bien? -me giré y apoyé en la encimera.
- Pues, supongo que si -comenté-. Es raro todo... -lo miré fijamente a los ojos, el sonrió de lado.
- Te acostumbraras -afirmó y se acercó a mi-. Lo prometo -las tripas se me encogieron al tenerlo tan cerca. Mordí mi labio inferior y bajé mi mirada al suelo.
- Te quiero -susurró.
- Y yo a ti -le contesté y salí de la cocina rápidamente.
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You're mine
Short StoryEsta historia, a demás de ser la primera que escribo aquí (tened piedad conmigo), trata sobre mi gran miedo que, ya vereis cual es...