Una cálida mano se posó en mi frente y uno de sus dedos abrió mi ojo derecho, haciendo que viera una luz naranja. Hizo lo mismo con el izquierdo.
Noté como mi ceño se fruncía a la vez que apretaba los ojos para evitar que la luz me diera de lleno en los ojos
Más voces comenzaron a resonar en la habitación, metiéndose en mi cabeza y produciendo un horroroso y espeluznante dolor. Abrí mi boca para intentar hablar o hacer algún ruido, pero mi garganta y cavidad bucal se encontraban demasiado resecas, aunque, gracias a algunos movimientos de mi lengua alrededor de mis labios y dientes conseguí que esta estuviera algo más húmeda.
- ¿...que...re...is...Ca...lla...ros...? -ni yo misma reconocía mi voz. ¿Esa era yo? Las palabras salieron de mi como si fueran cuchillas desgarrando mi garganta. El sonido era grave, ronco, rasposo y absolutamente nada habitual en mí.
- Escúchame -dijo una voz cerca de mí-. intenta abrir los ojos -podía jurar que aquella voz era totalmente desconocida para mí, pero aun así era bastante agradable.
Con dificultad y bastante dolor comencé a abrir mis ojos lentamente, parpadeando de forma seguida e intentando hacer clara mi visión, la cual era totalmente borrosa.
Una vez los contornos comenzaron a ser más claros, sentí como miles de imágenes en mi mete golpeaban mi mente. Había solamente cuatro personas en la habitación de paredes blancas, entre ellas dos que no conocía de nada.
Bajé mi vista a mi pierna escayolada y alzada por un hierro colgado del techo. Mi ceño estaba totalmente fruncido, ¿qué demonios estaba pasando?
Al parecer la voz que me había hablado antes era de un hombre que tenía justo al lado, con barba y gafas al final de su nariz. Me sonrió y miró unos papeles para después colocarse delante de la cama donde estaba tumbada.
- Bienvenida de nuevo a la vida –habló en voz baja junto con una mujer bajita y rechoncha con bata blanca que se encontraba en la esquina de la habitación. Unos minutos después me volvieron a mirar y sonrieron de lado, como si algo no estuviera bien-. En unas dos horas te haremos unas pruebas, ahora descansa –salieron de la habitación y yo cerré los ojos, olvidando que había dos personas más allí.
Las caricias de unas manos suaves en mi mejilla consiguieron sacar una sonrisa en mi rostro. Éstas continuaron por detrás de mi oreja, cuello y clavícula, y no pude aguantar más, abrí los ojos, encontrándome con un Jesús totalmente descuidado, barba de más de una semana, unas ojeras horribles y una cara chupada, como si no hubiera comido nada. ¿Cómo podía ser aquello si hacía dos días estabas estupendo?
- Jesús... -sus ojos comenzaron aguarse con una sonrisa de oreja a oreja y posó sus labios e mi frente, dejando un beso húmedo. Se levantó de la cama y se fue de allí, dejándome con una chica. No cualquier chica, era ella, era Gloria.
Abrí mis ojos todo lo que pude, incluso más que eso. Ella estaba muerta, ¿o lo estaba yo? Mi labio inferior comenzó a temblar y entonces supe que había muerto para reencontrarme con ella, al fin y al cabo, mi vida sin ella no iba a tener sentido alguno.
Ella se acercó con paso acelerado y se echó sobre mí, acogiéndome en un fuerte y doloroso abrazo. Gruñí cuando sentí que no podía coger el suficiente aire y que todo el cuerpo me dolía. Ella se apartó al instante.
- Pensé que jamás te volvería a ver despierta, idiota... -comenzó a llorar abrazándome esta vez con más cuidado-. No me vuelvas a hacer esto... Dos meses, dos meses en coma... –los sollozos llenaban la habitación, y yo dejé de escuchar.
Mi cabeza comenzó a dar vueltas y un pitido en mis oídos se adueñó de mí.
Off:
¡Ya estoy de nuevo aquí!
¡Siento mi desaparición, pero ya sí que vengo a terminar la historia!!
¡Que no se os olvide comentar y darle a like para que no vuelva a desaparecer!
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You're mine
Storie breviEsta historia, a demás de ser la primera que escribo aquí (tened piedad conmigo), trata sobre mi gran miedo que, ya vereis cual es...