Cambio mágico «Stinglu».

Determinación.

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¡Lo había logrado!

Había conseguido mostrar las pruebas necesarias para sacar a Lissana de Fairy Tail, aunque a algunos no logro convencer con simples fotos o información, ni siquiera con testigos.

Pero bueno, aunque al principio estaba nerviosa, que los demás tomarán la poción de la verdad fue lo que ayudó mucho.

Levy podía estar orgullosa de ella misma, pero el hecho de que sus compañeros lloraran a mares por lo que le habían hecho a Lucy le bajaba un poco la autoestima.

Están los que lloraban y pedían perdón a Lucy, los que estaban en shock por no creer lo que Levy les decía, y están aquellos que no creían lo que habían hecho.

Como él.

Natsu.

Pobre Natsu.

Su cara al entender lo que había hecho no sólo reflejo dolor o miedo, estaba lleno de un sentimiento de culpa tan irreal que le hizo caer al suelo cuando la pequeña Levy les contó aquello.

No lloraba, sabía que no se lo merecía, sabía que si Lucy lo hubiera visto llorar lo reconfortaría y le abrazaría con fuerza como ella solía hacer.

Pero ella no estaba allí.

Y ella no lo perdonaría por lo que él le hizo.

Aunque no era el único que se sentía de tal modo.

Erza, por ejemplo, que sabía que algo extraño pasó ese día. Se sentía como una blasfemia por no haber apoyado a su rubia compañera.

Por no haber defendido a la chica que le apoyó y ayudó cuando ella lo necesitaba, por no haber defendido a su amiga de aquellos que la hirieron y abuchearon.

Por no haberle apoyado como Lucy la apoyaba a ella.

También estaba Gray, que al no haber podido defender a su hermanita se sentía como una mierda fría.

Esa hermanita con la que pasó tantos momentos importantes y curiosos, esa chica que lo apoyo y ánimo cuando él lo necesitaba, vaya mierda congelada de hermano mayor.

Y como ellos, todos los integrantes de Fairy Tail se sentían de manera similar.

Pero no era el momento para llorar.

Levy tenía poco tiempo para reunir al ex equipo de Lucy y llevarlos hasta Magnus.

Sito a aquellos a los que les solía tener más confianza atrás del gremio.

"¿Para qué nos llamaste, Levy?" Le preguntó en un susurro casi inaudible Erza.

Todos tenían un aspecto similar.

Con ojos llorosos o rojos, con las mejillas mojadas, hombros caídos y el alma rota.

"Necesito su ayuda..." Dijo ella "Es un tema importante que no le confió a todo el gremio."

"¿Tan importante es?" Preguntó Juvia abajo de una nube particular que la seguía y hacia llover, demostrando su tristeza.

"Sí" respondió "es... Es respecto a... Respecto a Lucy"dijo.

Todos los presentes se vieron asombrados.

"Lucy..." Murmuró Natsu, como tratando de asimilar que algo andaba mal con ella, que lo necesitaba.

"¿La coneja?" Preguntó Gajeel con los hombros caídos y el alma en los pies; él pudo haber evitado todo aquello, pudo haber defendido a aquella rubia, pero no, él siempre fue un cobarde idiota en asuntos importantes.

"¿Lucy? ¿Algo malo le pasó? ¿Por qué necesita nuestra ayuda?" Preguntó un desesperado Gray.

"Vamos Levy, no nos cuentes algo para después no decir nada más" respondió Wendy con algo de miedo de lo que pudiese decir la peliazul de su rubia amiga.

Levy les contó cómo conoció a Magnus, les contó lo que hace un rato había pasado con el caldero mágico, les contó lo bella y fuerte que se veía Lucy, al decir eso a Gray, Erza y Natsu se les llenaron los ojos de brillo.

"...En menos de quince minutos tenemos que ver a Magnus al lugar donde les dije que lo conocí, por eso necesito su ayuda, ayúdenme a rescatar a Lucy" termino Levy su discurso con entusiasmo.

Ya ninguno de los presentes estaba llorado, compungido o con una nube arriba de su cabeza.

Podrían salvar a Lucy, podrían volver a verla otra vez.

Con miradas de determinación todos los presentes corrieron hacia sus casas y se prepararon para ir por Lucy.

Para ir por su camarada, por su amiga, por su hermana, por la mujer que creía amar; todos la salvarían por distintas razones, pero al final la misión era la misma:

Salvar a Lucy.