Capítulo IX Presagio oscuro

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Admiraron el lujoso vestíbulo tinto del rey Gilberto, aquello era una verdadera satisfacción a la vista de cualquier visitante que pusiera un pie en tan bello lugar.

-Acompáñenme -ordenó gentilmente Mezdero, señalando con sus ojos un camino que seguir.

El grupo entusiasmado comenzó a seguirlo, impacientes y llenos de curiosidad por saber que se podría encontrar al fondo del castillo. Sastian que veía de derecha a izquierda y de arriba a abajo quedaba fascinado. Una débil vocecilla llegó a la espalda de Sastian; quien descubrió que se trataba de la pequeña y singular mucama que no podía evitar verlo fascinada desde que él entró.

-Disculpa -soltó una palabra de la manera más frágil posible, su pequeño cuerpo digno de una muñeca de porcelana, no le daba más fuerza para su voz.

Tiró de su ropaje sin demasiada fuerza para llamar su atención... sus ojos se encontraron de inmediato, Sastian no podía creer lo que estaban contemplando sus ojos.

-Oh, ¿sí? -perplejo ante la encantadora criatura la analizó de pies a cabeza. Era imposible ver a alguien parecida a ella, ese parecido a muñeca le quedaba como anillo al dedo, era imposible no pensar que algún día se rompería, sus dedos delgados y pequeños tenían el parecido a diminutas ramitas.

En sus ojos tan puros, podían reflejar tu alma como si fuera un espejo altamente potente, que desnudaba tu ser cada vez que los veías, su mirar quedaba guardado en tu mente. Con unos ojos así, quien sería capaz de herirla; una simple mentira a su persona te haría sentirte acreedor de una cadena perpetua.

La tierna personita se acercó más a él.

 -De casualidad, ¿tu nombre es Sastian? -interrogó deseosa por conocer su respuesta.

-Sí, así me llamo -con solo preguntarle pareciera que le hizo feliz, ya que pensándolo bien era muy extraño que alguien le reconociera siendo nuevo en esas tierras mágicas-. ¿Cómo sabes mi nombre? -despertó un interés en la pregunta de aquella jovencita.

Ella juntó sus manos y comenzó a mover sus dedos, tal pareciera que se sentía insegura o nerviosa por su pregunta, además de un ligero sonrojo en sus mejillas por su parte.

-La princesa desea verlo señor Sastian -avisó mientras le señalaba un pasillo que conducía al patio central.

-Bueno, es que yo...

-No te preocupes Sastian -se unió a la charla-. Alice me agrada que seas la mucama preferida de la princesa -guiñó un ojo-, pero tenemos que ir con el rey, debe decirle un par de cosas a Sastian.

-¿A mí? -Sastian se encontraba confuso, ¿por qué el rey quería verlo? o de ser ese el caso ¿por qué sabría de él precisamente.

Tal parece que las demás sirvientes corrieron haciendo una gran multitud, cuando escucharon el nombre de Sastian

-Así que es él -gritaron ovacionándole e inclinándose.

-Es un honor tener a tan gran persona enfrente nuestro -una de ellas vociferó orgullosa.

Sastian quedó boquiabierto, no recuerda que hubiera hecho una gran hazaña para ser reconocido, o si quiera que le consideraran alguien importante. Ishna observó la situación y en un millar de segundos dedujo que se trataría del rescate de la princesa de un enorme jabalí de tres cuernos.

-Pasen rápido, el rey los espera y sobre todo a usted joven Sastian -Alice, la pequeña sirvienta les apuntó el camino hacia la sala principal, donde se encontraba el rey y por consiguiente su hija.

Sastian vislumbraba a sus admiradoras, algo que le hizo sentir un poco abochornado, no era para nada considerado héroe en su aldea, y pensar que solo salvar a una princesa creen de él lo mejor de lo mejor.

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