Capítulo XVIII La leyenda empezó

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El cuerpo de Sastian estaba en el destrozado y frío suelo, respirando agitadamente, y encontrar consuelo en su victoria. De un momento a otro escuchó una dulce voz, algo irritada, pero sin lugar a dudas preocupante y temerosa.

-¡Sastian!, ¿Eres tú? –preguntaba emocionada.

-Eli, que gusto escuchar tu voz –estiraba sus brazos tratando de empujarse a si mismo y levantarse.

-¿Qué es lo que ocurrió aquí? –se oía desconcertada.

Como un chispazo en lo más profundo de su mente, recordó algo, el cuerpo con el que había peleado.

-El rey Gilberto –rápidamente logró levantarse sin tanta dificultad y se acercó, mirando detenidamente el rosto del rey.

-Padre –unas pequeñas lágrimas fluían de la princesa-. ¡¿Qué diantres ha sucedido Sastian?! –la confusión le abordó un sentimiento sollozante.

Sastian empezaba a sentirse culpable, a pesar de conocer cómo era la situación, no conseguía sentirse digno de elogios. Menos viendo la cara pálida de la princesa, acompañado de unos ojos de un apasionante color avellana que no cesaban de lágrimas.

-Realmente lo siento, princesa –no podía evitar sentir vergüenza en frente de ella-. Alastor invadió el cuerpo de tu padre.

Eleanor sabía que algo andaba mal desde la partida del muchacho, su padre no había sido el mismo. Pero le es imposible recordarlo. Poco hay en su mente, de los pocos días de la conquista de Folux.

-¿No recuerdas nada? –preguntaba inquieto-. ¿Tu padre qué te hizo?, ¿Te encerró?, ¿Te torturó?

-No, no, nada de eso Sastian –hubo un corto silenció entre ambos-. Admito que mi padre actuaba raro, había días que se comportaba diferente y otras era el de siempre.

Sastian escuchaba atentamente las palabras de la princesa, cada oración le tranquilizaban, después de todo, mientras ella le explicaba lo que de verdad había ocurrido, él borraba todo sentimiento de preocupación que le perseguía varios días. La princesa continuaba explicándole.

-Me encontraba dormida, no sé por cuanto tiempo si me lo preguntas. Mi cuarto estaba encadenado. No sabes lo difícil que fue escapar, y para mi sorpresa verte aquí Sastian. Mi padre me dio una especie de té, sin pensarlo mucho me quedé enteramente dormida en un par de horas.

-Encerrada –la voz de Sastian interrumpía su explicación-. Se me hace curioso que el rey en "ese" estado te haya encerrado en tu recamara princesa.

-Tal vez yo pueda contestar eso, si me lo permites gran Castigador de Cerdos –una voz cansada se les presentó a ambos.

-Rey Gilberto –se conmocionaba Sastian.

-Padre –Eleanor gemía de alegría por él.

Del suelo se impulsó gracias a sus rodillas (y la ayuda de Sastian) y se reincorporó viéndoles de frente.

-Espero que mi estado no haya causado molestias.

-Pues –Sastian recordaba todo lo que había pasado anteriormente.

-A pesar de mi estado solo quería proteger a mi hija -los sollozos de la princesa eran inevitables-, sin embargo se me ocurrió un plan, mediante los momentos que no era controlable, hice beber a mi hija un té mágico capaz de dormir por mucho tiempo. Después la encerré en su habitación, no quería que ella me viera convertido en un monstruo.

-Padre –la princesa con lágrimas en los ojos se abalanzó sobre él dándole un cálido abrazo.

-Lo sé, es difícil pelear en una lucha interna. Te sientes tan manejable. Ese maldito Alastor –en su voz irradiaba enojó-. Era consciente de que algo así pasaría. Pensar que hace menos de una semana esto fuera a suceder. Pero será mejor que les cuente que ocurrió en realidad.

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