Capítulo XIII Escape

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Esa misma noche fue silenciosa, solo el respiro se presenciaba en el ambiente oscuro de la prisión. Sastian recordaba las ovaciones de las personas encarceladas. Tendría que admitirlo, se sentía bien al ser importante o necesario para alguien que tenía un problema; además él también quería salir de ese ennegrecido sitio. Quería ver a sus amigos cuanto antes.

Sus ojos cruzaban las rejas de cada uno de los prisioneros, tratando de que alguna idea le pasara por la cabeza. Pero le fue imposible idear algo, si es que estas personas "mágicas" podrían lograr cosas que un ser humano común no podría, entonces tendría tal vez una oportunidad de escapar.

Recogía lentamente la vara que se le había regalado en las cenizas de su aldea. Y por un momento pensó que le serviría al recordar las palabras de la vieja misteriosa.

Llegaba la hora de que fuera a dormir, aunque aún en su cabeza no había serenidad y más por el miedo de que los días pasaban y ese "ocho" fuera disminuyendo a cero. Pero aun con la intranquilidad sus ojos no pudieron más y se quedó dormido.

-Perezoso –tal parece que Vlamir se levantó primero-. Despierta oh gran y poderoso salvador –bromeaba acompañado de una risa.

-Deja de llamarme así, por favor –lentamente abría sus ojos para hallarse en la cama desgastada en su cuarto de la prisión.

-Hoy es el día ¿no? –estaba algo fascinado en ver como Sastian manufacturaba un plan.

-No realmente, solo tengo un par de dudas –le miraba sospechando sobre si poseía algún tipo de poder sobrehumano-. Dime Vlamir, ¿tú eres un wlich?.

Vlamir no contestaba, se le notaba que trataba de meditar la respuesta, hasta que por fin pronunció algo.

-Sí, pero aún es muy confuso –dijo-. No sabes el miedo que tengo cuando sepan esos sujetos que yo soy un wlich –la tristeza se identificaba en su voz.

-No te preocupes, saldremos de aquí –pareciera que un foco le iluminaba encima de él.

Ahora con esa información sabría tratar aunque sea, un método para escapar de ahí.

-Vlamir, cuéntame que poder posees.

Vlamir tenía pena de admitir su magia, pensaba que si hacia un movimiento en falso lo llevarían a quien sabe dónde, y tal vez no regresaría, como a 0087.

-Fuego –susurró.

-Entiendo, tal vez esto pueda servirme.

Su plática dejo de ser plática y parecía ahora una reunión, las otras nueve personas miraban a Sastian y se unían con sus dudas.

-Perezoso, ¿llegó la hora? –decía una voz femenina.

-¿Se te ocurrió algo? –decía otra.

-¿Hoy saldremos de aquí? –se escuchaba la voz triste de ayer, pero en este día era más claro lo que decía.

-Muy bien cálmense, sí, tengo un plan, pero necesito que todos los que estén aquí presentes, me digan si son un wlich o no, y cuál es su poder –el liderazgo corría por sus venas-. De acuerdo, comenzare nombrándolos por número y necesito sus nombres y todo lo que ya les dije. Como 0087 se ha ido empezaremos con 0088.

-¡Aquí perezoso! –gritaba entusiasmado-. Mi nombre es Arnec Mcnode, mi poder es agua.

-Agua, interesante. 0089 –proseguía con el nombramiento.

-Rita Bardo, Perezoso, mi poder es tierra. Y tengo 17 años.

Sastian quedaba perplejo, aunque le impacientaba más, que le llamasen Perezoso a algo más honorario como "general", "jefe" o hasta simplemente "señor".

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